Cómo un vendedor de biblias convenció al mundo de que olemos mal
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En esta historia hubo mentiras, engaños, manipulación, algo de suerte, lágrimas y claro, mucho sudor. Y es que el sudor, ese elemento inherente al ser humano que sirve como medio de refrigeración y que también puede ser terrible para aquellos que lo generan en exceso (diaforesis) se iba a convertir en el arma arrojadiza contra una sociedad que vivía sin agobios ni vergüenza al olor natural que desprende el cuerpo humano.