No querían luchar contra el virus, sólo querían vender vacunas, cuantas más, mejor. Y para ello había que hacer ver que no había ningún tratamiento temprano ni preventivo que se pudiera usar, de lo contrario no habrían podido garantizar el uso de emergencia para las vacunas contra la COVID-19. De ahí el interés en bloquear toda medida que pudiera ayudar contra el virus pero que fuera en contra de la vacunación.

Tenías que tener fe en la vacuna, la cual vendieron con mentiras --nunca protegió contra la infección de terceros--, tenías que creerte la teoría del terror de que podías morir en cualquier momento, tenías que sacrificarte, y, sobretodo, no tenías que pensar. Medidas básicas y de sentido común hasta el momento como la de no dar nada completamente seguro a las embarazadas, o como la de sólo vacunar a los grupos de riesgo, saltaron por los aires, la lógica se invirtió, todo valía contra el virus siempre que ese todo fuese vacunarse y revacunarse.

Yo viví el vacunazismo.