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Traducción de las conclusiones del artículo mediante Deepl.com:

La activación aberrante de la vía de la coagulación es un acontecimiento adverso grave que rara vez se produce tras la vacunación con COVID-19. Sin embargo, representa un aspecto clínico importante de COVID-19. El eslabón perdido entre las dos condiciones puede ser una consecuencia de los aPL circulantes que están a caballo entre el sistema de coagulación y la respuesta inmunitaria.

Las vacunas COVID-19 actualmente disponibles han recibido una autorización de comercialización condicional o de emergencia por parte de la EMA y la FDA. El rápido proceso de desarrollo puede suscitar algunas preocupaciones, sobre todo por los posibles problemas de seguridad a largo plazo. Aun así, los beneficios de la intervención para detener la propagación de la pandemia de COVID-19 parecen superar los riesgos derivados de una caracterización más a largo plazo del perfil farmacológico de estos compuestos [76]. Además, los eventos trombóticos post-vacunación se consideran complicaciones extremadamente raras y existe incertidumbre sobre el mecanismo patogénico subyacente.

A pesar de los numerosos informes anecdóticos sobre el desarrollo de eventos trombóticos en receptores de vacunas COVID-19, la evidencia científica basada en casos publicados en revistas revisadas por pares es limitada. No obstante, las lecciones de las vacunas anteriores a la COVID-19 enseñaron que las lesiones relacionadas con las vacunas pueden identificarse varios años después de la fecha de introducción de la campaña de vacunación y después de que se haya vacunado a un gran número de individuos [76]. Además, los efectos secundarios que se producen en una minoría de personas pertenecientes a poblaciones específicas (como los sujetos aPL-positivos) pueden ser subestimados. En cuanto a la cuestión de los coágulos sanguíneos que se desarrollan en los receptores de las vacunas COVID-19, los eventos trombóticos arteriales parecen ser más comunes entre las personas mayores, mientras que los individuos jóvenes parecen más propensos a sufrir trombosis venosa o CID [77]. Esta observación está en consonancia con lo comunicado en el SFA, en el que los pacientes de mayor edad y portadores de otros factores de riesgo cardiovascular tienden a desarrollar eventos isquémicos arteriales, mientras que los pacientes más jóvenes sufren más comúnmente trombosis venosa [37]. Dadas las similitudes clínicas entre los eventos trombóticos tras la vacunación con COVID-19 y el APS, aportamos una teoría patogénica para este raro evento adverso que engloba una positividad aPL preexistente o de novo. En concreto, las vacunas basadas en vectores adenovirales podrían contener epítopos capaces de inducir la síntesis de aPLs debido a un mecanismo de mimetismo molecular. Además, esta formulación vacunal induciría trombocitopenia y activación plaquetaria. En cambio, las vacunas basadas en ARNm podrían desencadenar una vía más compleja, caracterizada por la activación de los TLR, la generación de una respuesta de IFN de tipo I, la NETosis y el inicio directo de la cascada de la coagulación. Debido a su estructura molecular liposomal, las vacunas de ARNm también pueden alterar la comunicación fisiológica que se produce entre las plaquetas y las células endoteliales, y conducir a estas células hacia un fenotipo proinflamatorio y procoagulante. Los trastornos tardíos de la coagulación que se producen en los receptores de las vacunas COVID-19 también podrían atribuirse a los anticuerpos antiidiotipo, que suelen desarrollarse después de 1 a 3 meses tras la inmunización. Se puede plantear la hipótesis de que los anticuerpos anti-idiotipo que reaccionan contra los anticuerpos anti-pico y que llevan la imagen interna del determinante antigénico primitivo podrían reconocer epítopos dentro de la enzima convertidora de angiotensina (ECA)2 expresada en las plaquetas. La siguiente unión de los anticuerpos anti-idiotipo a la ECA2 de las plaquetas podría favorecer la agregación y activación de las mismas de forma similar a la infección por el SARS-CoV-2, Fig. 3 [78]. Los anticuerpos antiidiotípicos también pueden inducir la formación de inmunocomplejos [79], que a su vez son desencadenantes de la cascada de la coagulación mediante el compromiso con los receptores Fc [80]. Este acontecimiento puede apuntar a la trombofilia inducida por la aPL, pero faltan pruebas que apoyen dicha asociación.

La investigación adicional sobre la interconexión entre las vacunas aPL y COVID-19 puede ayudar a identificar el subconjunto de receptores predispuestos que pueden estar en mayor riesgo de estos eventos adversos raros pero graves.
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