La carta lacrimógena de este sujeto infame demuestra que el gobierno no tiene ningún tipo de escrúpulo para tratar a la sociedad como si fuera retrasada, infantilizando el discurso y alegando a la parte emocional para suprimir el raciocinio, porque saben que hay una mayoría de españoles que no tiene capacidad de juicio propio y se ven arrastrados por las opiniones de las masas, de los medios o de supuestos especialistas en las redes.

Si tienes problemas mentales o personales, o estás indeciso, o sabes que puede venirte un huracán de revelaciones no favorecedoras, lo que tienes que hacer es reflexionar en la intimidad o con un especialista y cuando te decidas, sal en televisión y nos cuentas tu decisión, como hizo Adolfo Suárez. Así debería comportarse el gobierno de una nación y su máximo representante, con seriedad y sobriedad, no como representante de un circo de variedades. Pero el nivel de depauperización de la política ha llegado a unos niveles asombrosamente nauseabundos y ridículos, gracias también a una sociedad enferma que carece de herramientas intelectuales para defenderse contra el bulo, la mentira y la manipulación, que han sido las armas predominantes de este gobierno desde que llegaron.