#22 En realidad no siempre me identifiqué sólo con mi mente, fui creyente durante bastante tiempo, pero pasé a ser agnóstico, o escéptico, durante mis estudios universitarios. Cuando era creyente sí pensaba que yo era más que un simple ser viviente, lógicamente.
#23 Yo sin embargo nunca fui creyente, y ahora más que nunca sigo sin serlo. Tuve la suerte de nacer en una familia agnóstica y en mi generación era de los pocos que no estaban ni bautizados. Aún recuerdo cuando llegó la época de las comuniones y mis padres me ofrecieron la elección de bautizarme y hacer la comunión, si es lo que yo deseaba. También me ofrecieron hacer la fiesta sin todo lo demás, que es lo que elegí
Yo no hablo de espiritualidad amigo, esa palabra la carga el diablo . Y mucho menos hablo de religión, que es la manipulación de la espiritualidad. No hablo de espíritus ni ese tipo de cosas.
Hablo de autonocimiento en el sentido más profundo y puro, sin ninguna otra cosa más allá de ti. Este "camino" es el contrario al de las creencias, es justamente el deshacerte de ellas, especialmente las de índole espiritual.
Entiendo perfectamente lo difícil, casi imposible, que resulta volver a atreverse a ello, el volver a plantearse nuestra naturaleza tras milenios de manipulación por parte de las religiones. Con ellas la jugada fue maestra, esa panda de cabrones mataron casi toda posibilidad de que miremos adentro. Como diría aquel... está todo atado y bien atado. Lo curioso es que las ataduras más férreas y perniciosas no son las más aparentes si no las más sutiles.
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Entiendo que tras toda una vida identificado exclusivamente con ella, te parezca absurda, estúpida o magufa esa proposición, y bien que me parece.
Yo no hablo de espiritualidad amigo, esa palabra la carga el diablo
Hablo de autonocimiento en el sentido más profundo y puro, sin ninguna otra cosa más allá de ti. Este "camino" es el contrario al de las creencias, es justamente el deshacerte de ellas, especialmente las de índole espiritual.
Entiendo perfectamente lo difícil, casi imposible, que resulta volver a atreverse a ello, el volver a plantearse nuestra naturaleza tras milenios de manipulación por parte de las religiones. Con ellas la jugada fue maestra, esa panda de cabrones mataron casi toda posibilidad de que miremos adentro. Como diría aquel... está todo atado y bien atado. Lo curioso es que las ataduras más férreas y perniciosas no son las más aparentes si no las más sutiles.