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"A la confusión contribuye la igualmente insidiosa epidemia de desmoralización que también afecta a la cultura moderna. Dado que comparte algunos síntomas con la depresión, la desmoralización tiende a ser mal etiquetada y tratada como si fuera depresión. Una de las principales razones de la escasa tasa de éxito del 28% de los fármacos antidepresivos es que un alto porcentaje de casos de "depresión" son en realidad desmoralización, una condición que no responde a los fármacos.

En el pasado, nuestra comprensión de la desmoralización se limitaba a situaciones extremas específicas, como las lesiones físicas debilitantes, las enfermedades terminales, los campos de prisioneros de guerra o las tácticas militares antimorales. Pero también existe una variedad cultural que puede expresarse de forma más sutil y desarrollarse entre los bastidores de la vida cotidiana normal en condiciones culturales patológicas como las actuales. Esta desmoralización generada culturalmente es casi imposible de evitar para el "consumidor" moderno.

Más que un trastorno depresivo, la desmoralización es un tipo de trastorno existencial asociado a la ruptura del "mapa cognitivo" de la persona. Se trata de una crisis psicoespiritual global en la que las víctimas se sienten generalmente desorientadas e incapaces de localizar el sentido, el propósito o las fuentes de satisfacción de sus necesidades. El mundo pierde su credibilidad, y las antiguas creencias y convicciones se disuelven en la duda, la incertidumbre y la pérdida de dirección. La frustración, la ira y la amargura son acompañantes habituales, así como una sensación subyacente de formar parte de una causa perdida o de una batalla perdida. La etiqueta "depresión existencial" no es apropiada, ya que, a diferencia de la mayoría de las formas de depresión, la desmoralización es una respuesta realista a las circunstancias que afectan a la vida de la persona."
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