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Rob_Ben_Gebler
1.- Sólo algunos periodistas, en privado (nadie se atrevía a otra cosa) como Fernand de Rodays (Le Figaro); Hippolyte Marinoni (Le Petit Journal); Jean Dupuys (Le Petit Parisien), o Victor Simond (Le Radical) se atrevieron a expresar dudas sobre la posibilidad de haber sido encaminados en una dirección. Pero, por supuesto, al no ser publicadas, estas opiniones de nada sirvieron.

2.- Así refiere los hechos Mathieu Dreyfus en “El Caso según lo viví”. Sin embargo, el propio Mathieu dice que la vidente, al principio, creía en la culpabilidad de su hermano “intoxicada por los periódicos”, y que fue gracias a la hipnosis de Gibert como se liberó de esa influencia. ¿Conocía Gibert esa confidencia por Faure, y el relato de la vidente no fue más que una manera de dar teatralidad al asunto? Seguramente nunca lo sabremos.

3.- Lazare escribió la primera obra abiertamente dreyfussard en Noviembre de 1896: “El caso Dreyfus – Un error judicial” (y la tuvo que publicar en Bruselas, dada la censura militar francesa) y no dejó de luchar para demostrar la inocencia del capitán.

4.- Aunque Francia había perdido Alsacia, en los inicios de la III República había mantenido la ficción de seguir eligiendo representantes de las provincias perdidas en 1870. Así, Scheurer-Kestner fue elegido representante de la provincia alsaciana de Haut-Rhin y, en 1875, elegido como uno de los 75 senadores vitalicios. En 1895 era el único representante alsaciano en el Parlamento, pero su figura era muy respetada, por su integridad y honradez. Al principio creía en la culpabilidad de Dreyfus pero, cuando se convenció de lo contrario, resultó un formidable azote de los antidreyfussards.

5,- Picquart fue ascendido -al mismo tiempo que se le promocionaba a Jefe del SR- a Teniente Coronel, lo que le convertía en el mando más joven del Ejército francés con ese grado. Por otro lado, había sido utilizado como observador por Mercier, Ministro de la Guerra por entonces, en el Consejo de Guerra contra Dreyfus, y creía en la culpabilidad del capitán.

6,- En Francia, los telegramas se llamaban popularmente “bleu” por su color azul. En la década de 1860, las líneas telegráficas se encontraban tan saturadas en las grandes ciudades (como París) que se impusieron medidas de apoyo, como carros que llevasen los mensajes entre estaciones telegráficas -un fracaso, dada la congestión del tráfico en París- o la red de Tubos Neumáticos, que unía las estaciones de la Poste Pneumatique mediante tuberías que enviaban cápsulas mediante aire comprimido, y permitía entregar mensajes para toda la zona parisiense en una hora. Por su color, y su relación con los telegramas, los mensajes se llamaron “petit bleus”. El contenido del mensaje que interceptó Picquart [imagen] es el siguiente:

Al Comandante Esterhazy , 27 Rue de la Bienfaisance, París.

Señor: Estoy esperando en primer lugar una explicación más detallada [que] la que me dio el otro día sobre el tema en cuestión. En consecuencia, le ruego que me lo envíe por escrito para que pueda juzgar si puedo continuar mis relaciones con la empresa R. o no. C.


7.- Picquart descubrió al menos otra nota del agregado militar, también para Esterhazy, y fue capaz de determinar que, como poco, sus contactos habían empezado en 1894, a iniciativa del francés, para poder pagar sus asfixiantes deudas. Posteriormente salieron documentos a la luz que probaban que era un traidor desleal a Francia de corazón, y no sólo por dinero. En 1897 una amante engañada publicó unas cartas que mostraban su odio. La más conocida, la “Carta del Ulano”, decía: “Si una tarde me dijeran que al día siguiente iba a morir, como capitán de ulanos, matando franceses con mi sable, sería completamente feliz”.

8.- Por economía de espacio, no añado otras pruebas que fue recogiendo el cauteloso Picquart (tanto que en el Segundo Consejo de Guerra sus enemigos le preguntaron por qué había tardado tanto en informar de sus hallazgos, como si eso hubiese cambiado algo); como, por ejemplo, la información de un espía doble, que le aseguró que Dreyfus nunca había trabajado para Alemania.

9.- Recordemos que había un documento “ce canaille de D…”, que en realidad no se podía aplicar a Dreyfus, y un montón de chismorreos escandalosos sobre homosexualidad y adulterios. Además, Picquart vio que Esterhazy podía haberse procurado fácilmente los documentos que se nombraban en el “Bordereau” y que, como ya dijimos, eran de poco valor; tan poco que el agregado alemán estaba descontento con su trabajo y se planteaba despedirle.

10.- Boisdeffre se asombró de que el “Dossier” no se hubiera quemado, como habían ordenado Mercier (cuando era ministro) y él, pero ya no podía hacer nada. Por su parte Picquart, viendo lo que se exigía de él, declaró indignado (a Gonse): “ No me llevaré ese secreto a la tumba ”. Marcaba así su oposición a los apaños criminales de sus superiores.

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