Nadie debería poder tener un animal que, por su tamaño o el tamaño de su mandibula, sea susceptible de causar heridas graves o la muerte en una persona. No deja de ser un animal y aún teniendolo bien educado, puede interpretar cualquier gesto de manera erronea y dada su nobleza, que defendiendo al dueño creen un daño imposible de reparar.
El perro es un cacho pan, porque sólo recibe cariño y no se le incita a atacar ni siquiera jugando.