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"Hoy en día en España tenemos una rotación de producto mucho más alta y por lo tanto los precios en origen se repercuten antes al consumidor". Esto quiere decir que en España el consumo de aceite es mayor, por lo que se requiere de mayores stocks de botellas y en ese caso es muy probable que repercutan los costes en el precio final.

Pérez asegura que en España cada persona consume 700 mililitros cada tres semanas: "Esto quiere decir que en tres semanas tendrá que volver al punto de venta a comprar otra botella. Mientras que un irlandés tarde probablemente 10 meses en volver al punto de venta a por una botella".

Esta es la razón por la que el precio en otros países puede ser menor, ya que en esas regiones estarán consumiendo aceite de oliva que se haya comercializado mucho antes, cuando los costes de producción eran menores: "Estos aceites pueden haberse comercializado hace meses a precios que entonces eran inferiores".
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