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"María Fernández es un nombre ficticio, pero su relato es real. Esta mujer de 47 años vive desde antes de la pandemia en la comarca de Ortegal, aunque es originaria de la provincia de Ourense. Después de varios años trabajando en el comercio, con experiencias de todo tipo —«tuve un jefe al que tenía que devolverle parte del salario que me ingresaba en la cuenta, y si aparecían 1.200, lo que yo cobraba era la mitad»—, entró en la hostelería, actividad en la que continúa.

Lleva tiempo en el mismo establecimiento, en una población costera. «Durante el año se lleva bien porque tienes descanso, pero los tres meses del verano son durísimos, no tengo ni un solo día libre, ni yo ni los demás... yo aguanto porque el ambiente es muy bueno y no tengo ninguna queja del trato, pero en cuanto tenga ocasión me iré, estoy cansada», declara.

María recibe sus retribuciones puntualmente, pero considera que por los poco más de 1.200 euros que estipula el convenio laboral del sector «no merece la pena tanto esfuerzo». «Me pagan lo mismo que la gente que viene temporal, aunque no sepa trabajar, pero lo que llevo peor es no tener ni siquiera un día libre a la semana. Con eso me bastaría, ya ves que no pido mucho», repite. Cuando comenta algo con sus jefes le repiten que ellos tampoco paran. «Pero ellos son los empresarios —constata— y tampoco reparten los beneficios»."
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inconformistadesdeel67
#1 Alguien dirá que la explotación laboral no existe. :troll:
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#2 Los pobres empresaurios del sector se las tienen que ingeniar para no dar sueldos ni condiciones dignas...
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