Una ciudad vestida de gala, esperando su momento, deseando retornar del infierno que supone la Primera RFEF (antigua Segunda B) para un histórico de nuestro fútbol como es el Deportivo de la Coruña. La ciudad gallega empezaba a despertar de la pesadilla el pasado fin de semana con un zapatazo de Lucas Pérez, que renunció a contratos millonarios por quedarse con su Dépor. Tras el pitido final que firmaba una victoria por la mínima pero cargada de significado, la euforia se desataba, la playa de Riazor se teñía de camisetas, bufandas y bengalas azules y blancas (como lo había hecho en la previa) y la fiesta alcanzaba altas horas da la madrugada.

Sin embargo, la celebración terminó resultando algo agridulce por el presunto veto de ABANCA, principal banco gallego y cuyo nombre aparece también en el estadio, para que el combinado coruñés no acudiera a la habitual recepción del Ayuntamiento, planificada para el pasado lunes, una vez pasada un poco la resaca emocional. La alcaldesa de la ciudad, Inés Rey -de signo socialista- acusó a la entidad bancaria de actuar “con ánimo de chantajear y sacar rédito particular” como propietaria del club por las discrepancias sobre el convenio para el uso del estadio.

La edil primera afeaba a ABANCA “no entender lo que es el Dépor” al “tratar ese amor -por unos colores- como un activo financiero”. Rey se lo dejaba muy claro al principal banco de la comunidad: “El deportivismo no está en venta y no será moneda de cambio para hacer caja”, ni permitirá que “nadie lo mercantilice”.

La pugna que mantienen la parte política y financiera tiene que ver con el emblemático Estadio de Riazor (ABANCA Riazor), que ha vivido noches europeas y visto a su equipo ganar ligas. El espacio se ha rendido a quienes han pasado por allí, sabiendo reconocer su calidad (basta recordar el taconazo de Guti), y ha aprendido a llorar los descensos. En definitiva, se trata de un estadio y una afición (reconocida abiertamente de izquierdas) que no se rinde ante nada ni nadie. Y eso es justo lo que pretenden transmitir los socialistas.

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En concreto, ABANCA -a su vez soporte financiero de la Xunta que surge tras la fusión y el rescate de las antiguas cajas gallegas- propone el pago de un canon por el estadio. No obstante, la regidora socialista ha asegurado que no se trata de una cuestión negociada con el Consistorio. Al contrario, asegura que no han “exigido ningún canon” y que “no se les va a cobrar”. “No es una propuesta que esté sobre la mesa”, apuntalaba, haciendo hincapié asimismo en que su equipo de gobierno hará todo lo posible por garantizar que la “sede social” del equipo se quede en la ciudad. Así las cosas, la contienda queda clara: “No voy a regalar el estadio de todos a un banco”.

Lo que plantea el Ayuntamiento es algo mucho más social y pensando, sobre el papel, en el hincha, en aquel para el que un estadio de fútbol es mucho más que eso. Es un lugar donde evadirse de la rutina, donde te vuelven los recuerdos con tu padre, el beso en el descuento, las cervezas con los amigos. Llorar de alegría y felicidad a partes iguales. Saber que los domingos, da igual lo que pase, ya tienes plan. Seguramente en todo ello haya pensado la alcaldesa cuando anuncia que su idea es que el uso del estadio continúe siendo “con cesión gratuita”: “El convenio se firmará cuando ellos quieran”.

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“El Deportivo no va a pagar (…) No voy a regalar el estadio de todos a un banco”

Rey evidencia, en su lamento por no permitir que se repita una imagen “histórica” en la plaza de María Pita, que Riazor “es de los coruñeses y lo seguirá siendo”: “El Deportivo no ha pagado nunca y no va a pagar por utilizar el estadio”.

Con ello, y separando en dos club y patrocinador, mantiene su apuesta por la “cesión gratuita para su uso deportivo”: “No podemos firmar la explotación económica y comercial por parte de un banco, olvidando que es de todos los coruñeses”.

En otro orden de cosas y ante el miedo de que la permanencia del Dépor en Segunda División pudiera peligrar por asuntos ajenos al balompié, ha asegurado que en ningún caso el club no va a jugar en Segunda. A la vez, tachó de “error” y “falta grave” de respeto, sobre todo a la afición, por parte del banco y del club. Pese a todo, mantiene que cooperarán en los actos anunciados por el equipo el próximo 25 de mayo, cuando se disputa la última jornada de Liga.

El Deportivo anunciaba el lunes que no iría al Consistorio porque las relaciones con el Ayuntamiento no eran “idóneas” por las diferencias entre las partes respecto al campo de fútbol. El ejecutivo de la localidad lo vinculó con una “decisión unilateral” de ABANCA en base a “intereses económicos” el mismo día que, además, el club sí acudió a la sede de la Diputación Provincial y de la Xunta, en Santiago de Compostela.

En respuesta a ElPlural.com, el banco remite que la cuestión de por qué el equipo no acudió a la recepción en el Ayuntamiento compete al Deportivo.

Dudas en la relación ABANCA-Feijóo

Hablar de ABANCA es hacerlo de Juan Carlos Escotet, presidente del banco protagonista de estas líneas y de Banesco; y de Alberto Núñez Feijóo durante su estancia como presidente de la Xunta.

Por partes, Escotet adquiere en 2012 el pequeño Banco Etchevarría, el más antiguo de España, hasta que desaparece en 2014. Por aquel entonces la entrada del venezolano se entendió como una necesidad empresarial y personal de extender sus operaciones hacia el país de sus padres.

El momento de entonces era clave, con Venezuela consolidándose en el chavismo y con España inmersa en una profunda crisis económica que le obligaba a hacer malabares para que el sistema financiero no tocara fondo del todo. En esas, las dos grandes cajas de ahorro de Galicia -Caixanova y Caixa Galicia- habían sido víctima de la burbuja inmobiliaria a pesar de los esfuerzos de la Xunta de Feijóo de mantenerlas controladas mediante la fusión de nombre NovaCixaGalicia (NCG) bajo la marca comercial Novagalicia Banco. Esta operación salió fatal, con avales que, según a quien se pregunte, alcanzaron los 9.500 millones de euros de dinero público.

A partir de aquí, Escotet se hace con la firma a través de 1.003 millones en subasta pública y obteniendo poco después más de 1.100 millones de beneficios. Las fuerzas progresistas tienen claro que el PP dio un negocio impecable a uno de los hombres más ricos del mundo a cambio de nada y saneado con fondos públicos. Los ‘populares’, por su parte, siempre han mantenido que lo que el Estado saneó los préstamos y depósitos de banca minorista, lo que Escotet habría comprado.

Sea como fuera, lo que está claro es que ABANCA ha obtenido importantes ganancias durante su privatización. Algo que algunos vinculan con una buena gestión y la red minorista de las cajas, y otros con un negocio regalado con el dinero de los gallegos.

Las dudas ahí quedan, aunque hay datos que invitan a ser desconfiados. La Xunta tardó siete años en hacer públicos los documentos de la autorización de la fusión que avalaba la unión de las cajas basándose para ello en una supuesta auditoría que resultó ser un breve informe de diagnóstico por el que el gobierno gallego había pagado un millón de euros y que no aparecía en el informe final de la autorización. A ello hay que sumarle que el Ejecutivo gallego entregó la auditoría obligado por una sentencia del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia después de que pasaran las elecciones autonómicas.

Voces consultadas por el diario Público advertían en 2021 de la relación entre la operación y las relaciones entre el presidente de Abanca y Feijóo, poniendo tres ejemplos del momento para defender su tesis: la autorización de la Universidad Abanca -de carácter privado- en contra de oposición y las universidades públicas gallegas, el pacto de Feijóo con la entidad sobre la gestión de los fondos Next Generation y el Deportivo, que asumía una gran deuda y situaba como presidente al ex conselleiro de Industria del PP, Antonio Couceiro.

Desde ABANCA siempre han defendido la limpieza de los procesos, asumiendo que las relaciones son similares con todas las administraciones en las que están y respaldando, ya respecto de los fondos europeos, que la Xunta llamó a todas las entidades con presencia en Galicia y que nadie atendió a la petición. En lo que respecta al presidente del Dépor, aseguran que no tiene nada que ver con su paso por la política, hace ya muchos años.