El PP ya no se esconde

Últimos días de campaña para las elecciones del domingo en Cataluña y el PP ya no se esconde. Su pugna con la ultraderecha por la hegemonía de su espacio le ha llevado a mimetizarse tanto con Vox que ya es prácticamente imposible distinguir un discurso de otro. Ayer escuchamos a Alberto Núñez Feijóo vinculando directamente inmigración con okupación, que, por cierto, ya hemos contado hasta el aburrimiento las cifras de okupaciones en este país, un problema cuya dimensión pública solo se entiende por el empecinamiento de la derecha y la ultraderecha en convertirlo en un problema de país y en el altavoz que han encontrado en las teles mañaneras.

Pero si por un momento pensamos que lo de Feijóo había sido un lapsus, al rato apareció Cuca Gamarra para desmentirnos. Dobló la apuesta y siguió por la misma senda, la de la transmutación en su rival político al que quiere batir con sus mismas armas. Y la inmigración ya sabemos que es una de ellas. El PP asume el discurso más xenófobo, y lo hace porque su guerra electoral en Cataluña es con Vox, tanto que ayer el propio Feijóo puso palabras a su objetivo electoral, superar a los de Abascal en las elecciones del domingo. Ya hay quien en su partido se ha echado a temblar por si este objetivo no se cumple y ahí estarán las palabras de Feijóo para recordarlas.

Pero hay más, no es solo la inmigración, la radicalización del discurso del PP ha llevado incluso a Borja Sémper a cargar contra los estudiantes acampados en los campus universitarios. Lo había hecho ya el alcalde de Madrid y lo repitió el portavoz popular, que un día abandonó la política, recuerden, por el tono que estaba adquiriendo. Manifestarse contra las matanzas israelíes es ponerse del lado de Hamás, dijo Sémper, que justificó el derecho de defensa de Israel. Alguien debería explicarle a Sémper que protestar por la guerra en Gaza es protestar por el asesinato de 35.000 personas, entre ellas miles de niños.

No se lo recordó con estas palabras su partido, aunque corrigió el argumentario Cuca Gamarra, la que también vincula inmigración con okupación. Y todo junto demuestra la deriva del principal partido de la oposición en este país, cada día más indistinguible de lo que tiene a su derecha.