La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, enarbola la bandera de la libertad cada vez que tiene ocasión, pero limita tan preciado derecho cuando se trata de temas que puedan comprometerla o desfavorecerla.

La líder regional se ha jactado de elevar el tono contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en pleno pulso -si es que alguna vez dejó de mantenerlo- con el líder del Ejecutivo. En el transcurso se han sucedido escándalos por doquier por parte de la responsable popular, siendo seguramente los más mediáticos los relativos a las residencias de mayores -cuando las actas las devolvieron a la primera plana de los medios- o los negocios ilegales de su pareja.

Bastaría el comportamiento de su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (MAR), sobre este último caso, para afear la falta de transparencia por parte de la baronesa popular. Y seguramente el concepto ‘falta de transparencia’ se quede corto y tengamos que empezar a llamar las cosas por su nombre: mentiras, bulos, etc.

Pero la insistencia incansable por parte de la lideresa por controlar la información hasta convertirla en desinformación no es nueva. Este martes, el equipo popular da la estocada final a su control de Telemadrid entre el enfado de los trabajadores -cansados de tener que rectificar informaciones- y de la sociedad en su conjunto, descontenta con un servicio que no siempre obedece al interés general. No nos engañemos, absolutamente todos los medios de comunicación tienen línea editorial, pero se le olvida a Ayuso el carácter público de la cadena que insiste en controlar.

Su estrategia no pasa solo por defenderse a sí misma de las informaciones que le resultan incómodas, sino también por enfangar -acuñando el término adoptado por el presidente del Gobierno para denunciar la cacería política y “pseudomediática” contra él y su entorno- el discurso político. La presidenta madrileña es experta en bajar al barro e intentar que sus contrincantes políticos hagan lo propio. Electoralmente hablando, le funciona bien, pero cabría preguntarse y nos preguntamos si es lo correcto. Evidentemente no.

Telemadrid, el caso más palpable y de inmediata actualidad

9 de abril. El presentador mira a cámara obligado a “rectificar de nuevo una información” que, en este caso, se corresponde con una subvención del Ejecutivo de coalición a nombre de Begoña Gómez, mujer del presidente. “Confío en la justicia”, dijo Sánchez el mismo día -mucho más reciente aunque los cinco posteriores parecieron años- en el que el pseudosindicato de extrema derecha Manos Limpias emitía una denuncia contra su esposa basada en recortes de prensa, muchos de ellos falsos, para después rendir cuentas a quienes habían promulgado las supuestas informaciones. Es la máxima del lanzo la piedra y escondo la mano. Del todo vale. Pero da igual porque el daño -aunque esta vez no se ha traducido en una victoria para la derecha y ultraderecha- está hecho.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, sin embargo, compra según qué cosas e incluso pelea porque otras, sin pruebas ni un mínimo contraste, salgan a la luz. No siempre son bulos, ojo, a veces basta con ir soltando a cuentagotas noticias con un sesgo claramente ideológico. No es criticable, pues obedece a la libertad de prensa, pero la cosa cambia cuando, repetimos, el ente es público o cuando las supuestas informaciones no son verdad.

Y aquí la responsable de Sol tiene bastante culpa, ya que intenta hacer de Telemadrid su escudo mediático. Avisó de ello cuando el pasado mes de diciembre aprobaba una reforma legal, quedará refrendando en julio después de que se escoja al nuevo presidente de la cadena y se evidencia cada día. En fin, basta con encender la tele.

La estrategia, denuncian fuentes de la cadena, es más grave de lo que pueda parecer y pasa por colocar al frente de lo que debería ser un servicio ciudadano que hiciera las veces de contrapoder a gente con la que no necesite ni descolgar el teléfono. Todo ello después de que en 2021 la presidenta madrileña se deshiciera del equipo directivo de Telemadrid a pesar de que el entonces director, José Pablo López, había sido elegido por la Asamblea madrileña, entonces sí, de forma transversal.

Todavía en el marco mediático, las líneas de MAR están muy marcadas. Sabe cómo responder ante noticias que pueden poner contra la pared a Ayuso, y conoce de sobra cómo desviar la atención y colocar como víctima a aquellos que, sobre el papel, debieran rendir cuentas. El jefe de gabinete de Ayuso no tiene reparo en responderte con una verdad a medias o en difundir información cuanto menos difusa. Con el caso de Alberto González Amador, quien sí está imputado, los ejemplos fueron prácticamente diarios.

Cámara de Cuentas o Consejo de Transparencia

El control por parte de la responsable ‘popular’ en la región va más allá de los medio de comunicación, y es que también pretende reformar legislativamente la Cámara de Cuentas o el Consejo de Transparencia, organismos clave, tal y como ha explicado en otras ocasiones este periódico, para el buen funcionamiento de las instituciones.

Concretamente, la normativa -conocida como “ómnibus dos”- incremente de tres a siete los miembros de la Cámara de Cuentas y alterna el procedimiento de selección de su presidente y consejeros. En la práctica, el cambio permite que el partido mayoritario -en este caso el PP- aprovechándose de la mayoría absoluta adquiera un control más directo sobre la elección al eliminar la necesidad de llegar a acuerdos con la oposición. La Comunidad de Madrid ha colocado al frente de este organismo al exsocalista Joaquín Leguina, quien no oculta su simpatía con la líder regional y que cobrará 100.000 euros por desempeñar este puesto.

En el Consejo de Transparencia, por su parte, la reforma contempla asimismo una reducción significativa del número de consejeros, pasando de tres a uno que, además, designa directamente el gobierno de turno. El PSOE ha presentado un recurso apoyado por las críticas de Más Madrid e incluso de Vox, una impugnación que se une a otros recursos presentados contra decisiones de Ayuso y su administración, dando pie a un patrón de desencuentros legales y políticos que cuestionan la dirección y la metodología del gobierno regional.

Y en el trato más directo con los periodistas, el equipo de la presidenta ha vetado una comisión de investigación sobre el caso de su pareja. Tampoco han comparecido sobre ello directivos ni ningún alto cargo, solamente ella, pero sin dar suficientes explicaciones y manteniendo la inocencia de su compañero sentimental cuando éste mismo ha reconocido la culpabilidad.

Otro caso palpable es el de las residencias de mayores, cuyas actas el Gobierno de la Comunidad de Madrid trató de ocultar bajo siete llaves; o la negativa del Ejecutivo regional a mostrar el expediente académico de Ayuso al considerar que no obedece a una información de interés público.

El “virus” de la democracia

Este martes, la falta de transparencia por parte del equipo de la madrileña ha llegado a la Asamblea. El portavoz del PSOE, Juan Lobato, ha preguntado en la Cámara Baja de la autonomía por qué “si su Consejo de la Transparencia” le pide que publique estas cuestiones, acude a los tribunales “contra su propio consejo y lo elimina por ley”.

“¿No le parece poco coherente estar todo el día hablando de Venezuela y hacer lo que hace con Telemadrid, con la Cámara de Cuentas, con su propio Consejo de la Transparencia?”, ha cuestionado. “Tiene que dedicarse (Ayuso) a gobernar Madrid y no a insultar ni mentir. El presidente del Gobierno no tiene cuatro palacios ni mil asesores. Ese es el fango del que hay que salir, y la regeneración es que entienda que a los madrileños nos avergüenza cuando miente en vez de resolver los problemas”.

Por su parte, su homóloga en Más Madrid, Manuela Bergerot, ha celebrado que el pasado lunes fue un “buen día para la democracia” después de que Sánchez anunciara que seguiría al frente del Ejecutivo, pero un “mal día” para el PP, al que ha tachado de “chapucero”. “Los bulos y las noticias fake no tumban presidentes. Rabien, señorías, porque sus intentos son en vano, aquí hay gobierno para rato y el pueblo progresista tiene más motivos aún para defender la agenda del cambio”, ha dictado de forma contundente. “Los del Que te vote Txapote y Me gusta la fruta van a tener que aprenderse las reglas de la democracia”, ha emitido lamentando que el modus operandi de Ayuso y otros miembros del PP es el “virus de la democracia”. “Dejen de convertir las cámaras en un lodazal con bulos y difamaciones que acaban en jueces amigos”, ha remachado. Un grito al que, ha quedado demostrado, se suma la mayoría social de este país.