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Opinión - Feijóo a la desesperada. Por Esther Palomera

Feijóo mete la amnistía en la campaña gallega y desbarata la estrategia de Rueda

Aitor Riveiro

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Era una de las claves estratégicas del PP ante las trascendentales elecciones en Galicia del próximo 18 de febrero: no nacionalizar la campaña. Alfonso Rueda convocó los comicios en plenos carnavales y separados de los vascos para intentar así que los mensajes fueran netamente autonómicos. Pero en el momento clave, a una semana de que los votos empiecen a llenar las urnas, Alberto Núñez Feijóo, quien debía ayudarle a amarrar la mayoría absoluta, ha nacionalizado la campaña. Y de la peor forma posible para los intereses del PP.

En un acto en Sarria (Lugo) el pasado sábado, el líder del PP rememoró los contactos con Junts tras las elecciones del 23 de julio para sondear su apoyo, directo o indirecto, a una investidura de Feijóo. Según su relato, los de Carles Puigdemont le reclamaron la amnistía y el PP la estudió “durante 24 horas”. Pero no solo. Feijóo también planteó como horizonte posible un indulto muy condicionado como fórmula de “reconciliación” en Catalunya. 

Dos ideas confirmadas por diferentes fuentes del PP consultadas por elDiario.es, que ratifican una tercera: el convencimiento de que será “difícil” condenar al expresident de la Generalitat por terrorismo, pese a la insistencia del juez Manuel García-Castellón y de la Junta de Fiscales del Supremo.

La sorpresiva revelación venía precedida de una poco velada amenaza del propio Puigdemont, quien ha señalado directamente a Feijóo. “Todo se sabrá”, dejó escrito.

Este mismo domingo, después de que diferentes medios, entre ellos elDiario.es, publicaran sus respectivas informaciones sobre lo ocurrido los días previos, Feijóo ratificó en una declaración ante periodistas en Ferrol (A Coruña) lo contado: “Yo he dicho que no, dije que no y sigo diciendo que no, a cualquier amnistía por dos razones. La primera: porque es ilegal, inconstitucional y porque rompe el principio de igualdad de todos los españoles. Dije y digo que no a cualquier tipo de indulto porque no se da ni una sola de las condiciones para ningún posible indulto”.

Las revelaciones de Feijóo y de la dirección del PP chocan con su propia hemeroteca de los últimos meses y sobre todo con las manifestaciones convocadas contra Sánchez por negociar con el independentismo.

Al rescate de Rueda

En este contexto ha llegado el momento clave de la campaña de las elecciones gallegas, donde el PP se juega mucho, pero más si cabe el propio Feijóo. El líder del PP acudió a la llamada de su sucesor al frente de la Xunta. Los índices de conocimiento de Rueda son modestos, pero en las áreas rurales de Galicia son muy bajos. Y son claves en el reparto de escaños. Pese a que el candidato ha caminado junto a su jefe de filas durante dos décadas (primero, en el PP; luego, en el Gobierno autonómico), los liderazgos fuertes tienen siempre el problema de que eclipsan a quienes orbitan en torno a ellos. Incluso en 2024, los cambios en la capital llegan con paso lento a las aldeas. 

Y Rueda, vicepresidente plenipotenciario durante años, no ha logrado remontar este handicap desde que en 2022 recibió el control de la Xunta y del PP gallego por designación directa. Feijóo, quien partió hacia Madrid con la convicción de que su destino era echar a Pedro Sánchez del Palacio de la Moncloa, sigue siendo más conocido entre los gallegos.

El líder nacional del PP se desenvuelve entre sus paisanos con la soltura de quien ha estado 20 años recorriendo su tierra de esquina a esquina. A diferencia de cómo actúan normalmente los políticos en Madrid, también él, Feijóo, se quita los complejos cuando saluda a tenderos y clientes en el Mercado de Abastos de Lugo, o en un mercadillo temporal de una pequeña localidad cualquiera de Ourense. 

La gente le reconoce, le para, le abraza, le sonríe. Le cuenta sus problemas, o que un primo, un hermano o un conocido estudió con él, trabajó a su lado o se lo cruzó un día por Coruña. Feijóo escucha y responde a todos. Sabe (o hace ver que sabe) de lo que le hablan. Si una mujer le espeta que lloró por él, “moito”, por su fracaso en Madrid, él replica: “¡Pero non chores!”.

Es el efecto que busca el PP con la implicación absoluta de Feijóo en la campaña. El expresidente empatiza con algunos de sus vecinos como no lo ha conseguido hacer en Madrid. Y son muchos los gallegos que le siguen viendo como su presidente. El viernes por la tarde en Lalín (Pontevedra), algún despistado podría haber pensado que Rueda era un dirigente local y Feijóo el candidato

Ambos han coincidido en momentos concretos. Y quizá ya no vuelvan a hacerlo hasta el cierre de campaña, el próximo viernes.

Cierre de filas y señalamiento a los medios

En esas andaban las dos caravanas del PP hasta que llegó la amenaza de Puigdemont. Las palabras sobre la amnistía. Y el temido “acontecimiento de ámbito nacional” que puede dinamitar la campaña en la última semana.

Tras el debate televisado y las encuestas de los primeros días de contienda, el PP fijó en su diana a Ana Pontón. La candidata del Bloque Nacionalista Galego (BNG) se ha revelado como la única alternativa a Rueda. Los sondeos la sitúan muy por encima del PSOE en intención de voto, pero además ha emergido como el referente del cambio político en la comunidad.

Pontón no es nueva, como se empeñan en señalar Feijóo y Rueda siempre que pueden. Los ataques, que van de lo personal a lo político, han ido incrementando su intensidad cuanto más claro quedaba que Pontón es el enemigo a batir, la persona que puede lograr el vuelco hacia la izquierda 20 años después.

“No quiero una presidenta que crea que el modelo es el de Bildu, ERC, Junts y el PNV”, dijo Feijóo este sábado en Viveiro (Lugo) a orillas del Cantábrico. Y eso que el líder del PP ha tanteado a las derechas vasca y catalana para apoyarle siquiera en algunas leyes. Por ejemplo, la norma “antiokupación” que se tramita en el Senado, y en la que se abstuvieron los dos partidos. Su participación será clave en su tránsito por el Congreso.

“El Bloque nunca dejó de ser el Bloque, y el PP nunca dejó de ser Galicia”, espetó. “El Bloque es un elemento de confrontación. Quiere el modelo de financiamiento de Euskadi, aunque se pierdan 1.000 millones”, aseguró.

En el mismo acto, Feijóo volvió a hablar brevemente de la amnistía. “La amnistía no cabe en la Constitución, no es posible. No la haremos, no la facilitaremos en ningún caso”. Y atacó a Pedro Sánchez: “La amnistía es que te hagan a ti presidente, muchacho. Es el precio que pagas para que te hagan presidente después de perder las elecciones. Lo demás son cuentos”.

Horas después se publicó en una quincena de medios de comunicación las reflexiones de Feijóo sobre la amnistía y los indultos, así como la ratificación que hicieron fuentes del PP al respecto. Tres titulares: Feijóo llegó a valorar la amnistía tras aquellos contactos con Junts (aunque la dirección dice que la descartó en 24 horas por ilegal); el PP está dispuesto a avalar un indulto a Puigdemont siempre que vuelva a España, sea juzgado y rechace la vía unilateral; y sobre todo, los populares no creen que pueda condenarse al expresident por terrorismo. Todo eso se publicó en 15 medios de comunicación con diferentes líneas editoriales.

Lo que vino después cumple con el manual de una campaña electoral: cierre de filas y señalamiento de enemigo externo.

En este caso, los medios de comunicación. Dirigentes de segundo nivel del PP como Rafael Hernando o Ana Blanco lo hicieron expresamente en redes sociales. También cuentas oficiales como la del PP de Andalucía. Muchos mensajes replicaron las declaraciones de Feijóo en Ferrol, como si desmintieran lo publicado, algo que no es cierto.

¿Y quiénes son los principales beneficiados? El Gobierno (el PSOE) y Vox. Los primeros, porque les permite defenderse de los ataques por estar negociando la amnistía e introduce un elemento de debate que les puede permitir emerger tras una primera semana de poca efectividad en la campaña electoral.

En un mitin en A Coruña, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero clamó contra el doble juego del PP. “No es que no quisiera, es que no podía”, dijo sobre la amnistía que estudió Feijóo y que no llevó a cabo, a su parecer, porque nunca iba a contar con el apoyo de Vox. Casi a la misma hora, el líder de la extrema derecha ratificaba ese extremo. Acusó a Feijóo de estar dispuesto a amnistiar “uno de los peores delitos cometidos por representantes públicos en toda la democracia”. “Estudiaron durante 24 horas la ley de amnistía; a nosotros no nos habría durado ni un segundo”, dijo este domingo tras calificar de “estafa” a Feijóo. “¡Los españoles están hartos de mentiras y traiciones! ¡Puigdemont a prisión e ilegalización de partidos separatistas YA!”, apuntaban en sus redes. Una idea, por cierto, con la que el PP coqueteó a principios de año y que ya ha enterrado.

El líder de Vox, Santiago Abascal, aprovechó así la coyuntura para intensificar la estrategia de ataques al PP de las últimas semanas, pese a que los de Feijóo le han pedido que se retire de Galicia ante las dificultades que tienen para lograr representación.

En el PP de Galicia no creen que “el 2%” que logrará Vox (según sus sondeos y que le impediría entrar en el Parlamento gallego, donde la barrera es del 5% por provincia) penalice al PP. Pero es cierto que el 23J sí ocurrió, y que unos cuantos miles de votos de Vox al PP en algunas provincias concretas hubieran permitido gobernar a Feijóo.

El equipo de Rueda sostenía el viernes por la noche que tienen un suelo de 39 escaños (la mayoría está en 38), con muchas opciones de lograr 40, y que el voto exterior tendrá poca incidencia.

Pero la amnistía ha irrumpido en la última semana de campaña en que algunas encuestas señalan una tendencia a la baja de los populares. De momento, las aguas están contenidas en el PP. Nadie va a salir en público a decir lo que opinan, aunque las reacciones de estupefacción no faltan. Todo el partido, todos, son conscientes de lo que se juegan el domingo 18 de febrero. Después, se verá.