Rabat se gana a los gigantes de Asia en la pugna por el tesoro de las aguas canarias

Marruecos se alía con China y Corea para fabricar baterías de coches con la idea de que la industria se nutra en el futuro de los metales del lecho marino de las Islas

Un operario en una fábrica de baterías.

Un operario en una fábrica de baterías.

Marruecos pone toda la carne en el asador para convertirse en uno de los mayores fabricantes mundiales de baterías para vehículos eléctricos. Y ello pese a que no tiene garantizado, por ahora, el abastecimiento de todos los minerales necesarios para una industria que se desarrolla espoleada por el ambicioso plan de descarbonización que se ha autoimpuesto la Unión Europea. Un problema que Rabat pretende solventar por dos vías. A corto y medio plazo, con la puesta en marcha de grandes proyectos mineros para los que teje alianzas con algunos de los gigantes del sector; y más a largo plazo, con la explotación de los pingües recursos minerales que duermen en el lecho marino al suroeste de Canarias. Los mismos recursos que subyacen en la disputa que Marruecos y España mantienen por la soberanía de unas aguas que, en realidad, España tendría que repartirse con el Sáhara Occidental.

En cualquier caso, el país vecino no va a cejar en su empeño de al menos coexplotar en el futuro las minas de los montes submarinos próximos a las Islas, y menos ahora cuando el Gobierno de Pedro Sánchez se ha puesto de su lado en el eterno conflicto que Rabat sostiene con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) por la soberanía de los territorios ocupados, que es la clave para poder reclamar derechos sobre los valiosísimos metales críticos del fondo marino. Mientras, el majzén da pasos cada vez más grandes hacia el objetivo de convertirse en exportador de baterías. Las baterías que en el futuro espera fabricar con los minerales submarinos próximos al Archipiélago, para vendérselas luego a Europa y, por ende, al Archipiélago.

Mapa aguas territoriales de Marruecos con las de Canarias, España

Mapa aguas territoriales de Marruecos con las de Canarias, España / LP / DLP

Porque Marruecos no va de farol. LG Chem, con sede en Seúl, es la mayor compañía química de Corea del Sur. La multinacional, que fabrica y suministra baterías a marcas como Ford, Chevrolet o Renault, ya ha anunciado que construirá, en alianza con la china Youshan, filial del gigante Huayou, una gigafactoría en el reino alauí para la producción de este componente de los vehículos eléctricos. La intención es que la planta industrial esté en funcionamiento en 2026, en menos de dos años, y la previsión es que produzca en torno a 50.000 toneladas anuales de materiales para cátodos de litio, fosfato y hierro, un volumen suficiente para que eche a andar alrededor de medio millón de coches eléctricos.

LG Chem está especializada en la fabricación de cátodos de níquel, cobalto y manganeso, pero los de litio, fosfato y hierro son más baratos, de ahí que se dé por descontado que su demanda crecerá de manera progresiva en los próximos años. Si se tiene en cuenta que las baterías son el componente más caro de los vehículos eléctricos, hasta el punto de que representan un 40% del coste total, el negocio parece más que asegurado. En paralelo, la firma surcoreana promueve una instalación para la conversión de litio también en suelo marroquí, una fábrica que arrancaría motores en 2025 y que generaría unas 52.000 toneladas anuales de ese mineral. Una producción que permitiría a Rabat situarse a la vanguardia mundial de esta industria y cubrir, por así decirlo, los años que resten hasta que puedan extraerse y explotarse los minerales submarinos al suroeste de Canarias, donde los yacimientos de litio –y de telurio, de cobalto, de vanadio, de níquel…– se antojan inmensos.

El país vecino no tendrá derechos sobre los minerales críticos sin la legítima soberanía del Sáhara

De hecho, el proyecto de LG Chem y Huayou no es el único en marcha en el país vecino, que incluso ha sido capaz de robarle a Europa la inversión prevista por la china Gotion. Gotion High Tech es otro de los grandes fabricantes mundiales de baterías, y ya ha firmado un memorando de entendimiento con las autoridades marroquíes con vistas a la construcción de la que será una de las mayores factorías del planeta de este componente eléctrico. Para hacerse una idea de la dimensión de este proyecto basta con apuntar que la inversión prevista ronda los 6.000 millones de euros.

Una cifra astronómica que, sin embargo, se queda pequeña ante los 20.000 millones de dólares –18.000 millones de euros– que se prevé movilizará la macroinfraestructura de LG Chem y Youshan-Huayou. Una macroplanta que, por cierto, se ubicará en la región de El Aaiún-Saguía el-Hamra, esto es, en pleno corazón de los territorios ocupados.

El subsuelo de Marruecos, y del Sáhara Occidental, es rico en determinados minerales, por lo que es lugar de mucho atractivo para la pujante industria del vehículo eléctrico, y más en concreto de las baterías. Con la construcción de las gigafactorías a punto de comenzar, Rabat también cuenta ya con importantes aliados para la ejecución de proyectos mineros. La Oficina Jerifiana de Fosfatos, la OCP, que es una compañía estatal marroquí, está en negociaciones avanzadas con el fondo de inversión Al Mada, que opera sobre todo en África, y con CNGR Advanced Material, otra firma china especializada en materiales para baterías, con el fin de explotar los recursos naturales de Marruecos, sobre todo el cobalto, el fosfato y el manganeso, en esta industria. Todo parece así encaminado para que Rabat logre la integración vertical del negocio de las baterías.

Y con ello se garantiza un lugar privilegiado de cara a la eventual explotación de los minerales que duermen en el lecho marino al suroeste de El Hierro. Es verdad que se desconoce cuándo será posible extraer el tesoro tecnológico de los montes submarinos Echo, Drago o Tropic –sobre todo de Tropic, que apunta a ser el de mayores yacimientos–; también es verdad que la cuestión política continúa encallada a la espera de que la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar resuelva las respectivas solicitudes de España y Marruecos para la ampliación de sus también respectivas plataformas continentales, lo que en su caso les daría soberanía y derechos sobre los yacimientos submarinos; pero no es menos cierto que el majzén se está ganando el favor de las principales firmas y grupos de la industria del vehículo eléctrico y de las baterías con su política de puertas abiertas a la inversión extranjera, y serán estas grandes empresas las que en última instancia, antes o después, desarrollen la tecnología necesaria para extraer los minerales del lecho marino. El país vecino le toma así ventaja a España, y por ende a Canarias, de cara a la eventual explotación de Tropic, y resulta que a ello ha contribuido, de algún modo, el Gobierno español.

El majzén amarra el favor y el ‘know how’ de las industrias en espera de la solución al conflicto marítimo

No en vano, España y las Islas iban por delante de Marruecos en la cuestión digamos política, ya que Rabat ni tiene ni tendrá derechos sobre el mar saharaui sin que antes haya una solución al conflicto con la RASD reconocida internacionalmente. Ello no obstó, sin embargo, para que Pedro Sánchez le diera un giro copernicano a la histórica postura de España sobre el Sáhara Occidental y se posicionara sin ambages en favor de la solución marroquí, que no es otra cosa que la concesión de una suerte de estatuto de autonomía a los territorios ocupados pero siempre bajo bandera del país vecino.

Si esto se cumple, con el asenso, cabe insistir, de España, entonces Marruecos sí tendría una base sólida para pedir la ampliación de su plataforma continental a partir de las aguas saharauis, que pasarían a ser suyas no solo de facto, sino también de iure. Y si lo consigue, el know how tecnológico ya lo tiene garantizado gracias a las alianzas con las grandes industrias asiáticas del sector, a las que el majzén se ha ganado como socias preferentes.