Misterios y curiosidades del antiguo Egipto

La realista estatua de Kaaper, alto funcionario del Antiguo Egipto

En 1860, Auguste Mariette, por entonces director del Servicio de Antigüedades de Egipto, descubrió en una mastaba del Reino Antiguo la magnífica estatua de madera de su propietario, un hombre llamado Kaaper. Su espectacular realismo llamó la atención de los obreros egipcios que allí excavaban, que, en una muestra de sentido del humor, lo apodaron "el alcalde del pueblo".

Detalle del rostro de la estatua de madera de Kaaper. Museo Egipcio, El Cairo.

Detalle del rostro de la estatua de madera de Kaaper. Museo Egipcio, El Cairo.

Detalle del rostro de la estatua de madera de Kaaper. Museo Egipcio, El Cairo.

Djehouty (CC BY-SA 4.0)

Entre los maravillosos tesoros de arte faraónico que se conservan en el Museo Egipcio de El Cairo se encuentra una estatua que se expone en un discreto rincón de la planta baja, concretamente en la galería 42, dedicada al arte del Reino Antiguo, una pieza que puede pasar desapercibida a los visitantes que van con prisas. Se trata de una estatuilla de madera de sicomoro, por supuesto de autor desconocido, de 112 centímetros de altura, que representa a un alto funcionario de la dinastía V (2435-2306 a.C.) llamado Kaaper.

La estatua de Kaaper es de bulto redondo y muestra de pie al personaje, un hombre un tanto obeso (recordemos que en el antiguo Egipto la obesidad era sinónimo de elevado estatus social) de mediana edad, con una incipiente calvicie, la pierna izquierda adelantada, en actitud de caminar, apoyado en un largo báculo y vestido con un faldellín. Los ojos están hechos con incrustaciones de cobre, cristal de roca, alabastro y obsidiana, y los brazos fueron ensamblados posteriormente.

En origen, la estatua estuvo recubierta de estuco y pintada, aunque de este revestimiento ya no queda nada. Pero ¿cómo llegó esta extraordinaria pieza a engrosar los fondos del museo egipcio?

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Kaaper, igual que el "alcalde del pueblo"

En 1860, Auguste Mariette era director del Servicio de Antigüedades de Egipto. El francés dirigía por entonces unas excavaciones en la necrópolis de Saqqara, situada a unos 20 kilómetros del actual El Cairo. Mientras exploraba la mastaba C8, perteneciente a un importante personaje, situada al norte de la pirámide escalonada del faraón Zoser, los obreros que excavaban en su interior se toparon cara a cara con la estatua del propietario, un hombre llamado Kaaper.

Los trabajadores egipcios quedaron impresionados por su realismo y, en una muestra de su singular sentido del humor lo bautizaron con el nombre de Sheik el-Beled, que significa "alcalde del pueblo". Y es que con su expresión grave y majestuosa, el rollizo personaje les recordó al alcalde de su localidad.

La expresión grave y majestuosa de la estatua de Kaaper recordó a los obreros al alcalde de su localidad.

Estatua del alto funcionario Kaaper. Museo Egipcio, El Cairo.

Estatua del alto funcionario Kaaper. Museo Egipcio, El Cairo.

Estatua del alto funcionario Kaaper. Museo Egipcio, El Cairo.

Museo Egipcio de El Cairo

En el momento de su descubrimiento, la estatua de Kaaper presentaba varios desperfectos, así que Mariette ordenó su restauración antes de exponerla al público en el Museo de Bulaq, antecedente del actual Museo Egipcio de El Cairo.

La zona inferior y su soporte era lo que peor se había conservado, aunque aún podía leerse el nombre y los importantes títulos que ostentó Kaaper en vida. Los pies y parte de las piernas se reconstruyeron, y la peana sobre la que se exhibe actualmente la estatua así como la vara que sostiene el personaje son modernas.

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más estatuas de madera

Aunque no fue esta realista estatua la única pieza de madera que Mariette encontró en la mastaba de Kaaper. El egiptólogo francés descubrió dos estatuas más, incompletas. Una representaba a un hombre joven, en la plenitud de sus fuerzas, muy posiblemente un joven Kaaper puesto que los rasgos de ambas estatuas son muy similares a pesar del sobrepeso que presenta el personaje en su madurez. La otra es una estatua femenina que lleva una peluca corta y que ha sido identificada como la esposa de Kaaper.

Los arqueólogos hallaron en la tumba de Kaaper dos estatuas más: el mismo Kaaper de joven y una mujer.

Detalle de la estatua femenina de madera descubierta en la tumba de Kaaper y que podría representar a su esposa. Museo Egipcio, El Cairo.

Detalle de la estatua femenina de madera descubierta en la tumba de Kaaper y que podría representar a su esposa. Museo Egipcio, El Cairo.

Detalle de la estatua femenina de madera descubierta en la tumba de Kaaper y que podría representar a su esposa. Museo Egipcio, El Cairo.

Jon Bodsworth

¿Y cuáles fueron los títulos de este importante personaje? Según las inscripciones de su tumba, Kaaper fue jefe de los sacerdotes lectores (kher-heb), encargados de la lectura y recitación de textos sagrados durante los rituales religiosos. Asimismo, ostentó el cargo de gobernador del Bajo Egipto y escriba real del ejército durante el reinado del faraón Userkaf.

También sabemos, gracias a una inscripción descubierta en la estela de falsa puerta de la tumba de la sacerdotisa Wenschet (descubierta en 1914 por el egiptólogo estadounidense George Reisner) que Kaaper fue su nieto.

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la mirada fascinante de kaaper

En cuanto a la finalidad de la estatua, como en todo el arte faraónico esta hermosa pieza no se hizo para ser vista. Debido a que se encontró en el interior de una mastaba, su carácter es indudablemente funerario, por lo que casi con total certeza su función debía de ser representar al ka (una de las cinco partes de las que se componía el alma de un ser humano) del difunto y que este pudiera encarnarse en ella.

Casi con total certeza la función de la estatua de Kaaper era representar al ka del difunto.

Fotografía de la estatua de Kaaper realizada en 1872. 

Fotografía de la estatua de Kaaper realizada en 1872. 

Fotografía de la estatua de Kaaper realizada en 1872. 

Délié, Hippolyte y Émile Béchard (CC BY-SA 2.5)

En todo caso, la estatua de madera de Kaaper, a pesar de sus grietas y de cierto deterioro, nos sigue fascinando. La expresión de su cara, tan real, tan "moderna", nos acerca al personaje, al cual podríamos perfectamente visualizar realizando cualquier actividad cotidiana, desde acudir al templo para llevar a cabo sus obligaciones, cenar en compañía de su esposa mientras escucha a los músicos que amenizan la velada hasta jugar una partida de senet en el jardín de su casa antes de retirarse tras una dura jornada de trabajo. Hoy en día, desde su sencilla vitrina en la sala donde se exhibe, la estatua de Kaaper continúa observando, impasible, el transcurrir del tiempo...