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Una discapacitada vence sus limitaciones y  señala a su presunto violador en Zaragoza

La víctima, de 26 años y tutelada por la DGA, se apoya en una especialista para explicar en el juicio lo ocurrido. 

El acusado, este lunes, durante el juicio celebrado en la Audiencia.
El acusado, este lunes, durante el juicio celebrado en la Audiencia.
Guillermo Mestre

El juicio celebrado este lunes en la Audiencia de Zaragoza puso de manifiesto hasta qué punto resulta complicado para una persona con discapacidad intelectual afrontar una declaración ante un tribunal. Sobre todo, cuando lo que denuncia es una violación y ha de vencer sus limitaciones para señalar a su presunto agresor en el juicio. Sin embargo, eso fue lo que hizo una joven de 26 años, tutelada por la DGA, a la hora de identificar a Kabane B. como el hombre que se aprovechó de ella en un coche la noche del 11 de julio de 2021. El acusado niega que así fuera, por lo que la última palabra la tendrán los magistrados de la Sección VI, quienes a la dificultad que entraña siempre discernir la verdad en un delito cometido en la esfera privada habrán de sumar los problemas de la víctima para testificar.

"De eso sí que me acuerdo, porque me hizo muchísimo daño", respondió la mujer cuando la Fiscalía le preguntó si el acusado le llegó a introducir los dedos en la vagina. Fue una de las pocas respuestas espontáneas que obtuvo el tribunal, dado que las dificultades de la denunciante para afrontar situaciones abstractas le hicieron repetir muchas veces que no se acordaba. "Tiene más dificultades de las que puede aparentar. Usa un vocabulario sencillo y con tono bajo. Si se le ofrecen pocas alternativas, tiene problemas para dar respuestas y se puede bloquear", explicó la psicóloga de la Unidad de Atención a Víctimas con Discapacidad Intelectual (Uavdi) que declaró como perito.

Y lo cierto es que las explicaciones de esta especialista permitieron entender mucho mejor la forma en que la joven afrontó su declaración. Al principio, contestaba con monosílabos o simplemente decía no recordar. Pero el temple de la fiscal y la ayuda de la facilitadora –como se denomina a los profesionales que asisten a este tipo de personas con discapacidades– permitieron ir encauzando el interrogatorio. De hecho, la denunciante terminó recordando que aquella noche estaba esperando el autobús de la línea 21 en el barrio Oliver cuando el encausado le propuso llevarla a casa con su coche.

"Me dio besos y me toqueteó", contó la joven. "Pero, ¿usted quería?", le inquirió la fiscal. "Pues claro que no", respondió ella. "Me pidió que se la chupara, pero tampoco quería, me da mucho asco", recordó después. Pese a ello, parece que el hombre le sujetó la cabeza, se la llevó hacia su entrepierna y sacó el pene para que le hiciera la felación. "Me lo puso en la boca, pero fue solo un momento, porque yo me lo quité", confesó.

La tensa situación hizo que la mujer sufriera un ataque epiléptico. Cuando se recuperó, llamó a su psicóloga para contarle lo que había ocurrido y esta la acompañó al hospital para que la reconocieran y presentar una denuncia.

"No pasó nada de nada"

El presunto agresor, que lleva en España desde 2007 y cuenta con permiso de residencia de larga duración, está casado y acaba de ser padre de una niña. "Yo a esta chica solo la conocía de Instagram. Nunca había hablado con ella. Aquella noche, caminaba con un amigo cuando nos la encontramos en la parada del bus. Al verme, me llamó y se puso a charlar. Como era tarde, me ofrecí a llevarla a casa en coche. Vino con nosotros hasta mi portal, pero como vi que hablaba por el móvil y no parecía tener prisa, al final le di 20 euros para que cogiera un taxi. Yo tenía que madrugar al día siguiente para trabajar", explicó el acusado. "No pasó nada más, ni dentro del coche ni en ningún sitio. Pero la Policía vino a detenerme al día siguiente", insistió. Ahora, la Fiscalía pide para él 9 años de prisión.

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