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ENTREVISTA

Rodrigo Quian Quiroga, neurocientífico: “Vivimos en Matrix, todo es una construcción de nuestros cerebros”

El neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga.

Antonio Martínez Ron

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Remitirse a los ejemplos de la ciencia ficción para explicar los avances más recientes en neurociencia se ha convertido en un recurso frecuente. Semana tras semana conocemos el caso de personas que recuperan la movilidad o la capacidad de comunicarse mediante tecnologías que hasta hace muy poco tiempo solo podíamos ver en las películas y que nos recuerdan escenarios que ya vivimos en algunos de los grandes clásicos del género.

Uno de los neurocientíficos que ha participado en algunos de estos avances es Rodrigo Quian Quiroga, instalado recientemente en el Instituto de Investigación del Hospital del Mar en Barcelona tras su paso por la centros como la Universidad de Leicester, el Caltech de California o el instituto RIKEN de Japón. El investigador argentino descubrió en 2005 un tipo de neuronas asociadas a conceptos concretos que cobraron fama mundial bajo la etiqueta de “neuronas de Jennifer Aniston”, un descubrimiento que ayuda a comprender mucho mejor cómo funciona la memoria humana y la manera de procesar la información en general.  

Quian Quiroga arranca 2024 con el lanzamiento de un nuevo libro de divulgación, Cosas que nunca creeríais (Debate, 2024) en el que utiliza diez títulos del cine de ciencia ficción, desde Blade Runner a Matrix, Origen o Minority Report, para explicar algunos de los principales logros de la neurociencia actual y los retos que quedan en el horizonte. Un ensayo por el que desfilan las cuestiones sobre la naturaleza del yo, el problema de la conciencia o la existencia del libre albedrío, desde un punto de vista que nos resulta muy familiar porque ya lo hemos vivido en la gran pantalla.

Retomando la frase que da título al libro (“He visto cosas que no creeríais”), ¿qué avances concretos en la neurociencia le parecen de película? 

Son muchos. El que está más de actualidad es el avance de la inteligencia artificial, que aún no es comparable a la humana, pero los límites se van acercando cada vez más. También estamos asistiendo a la posibilidad de implantar recuerdos, como en la película Total Recall (Desafío Total), porque la optogenética permite activar y desactivar neuronas individuales mediante luz. Así que implantar memorias ya no es una quimera. Creo que la ciencia ficción ha tocado temas que son apasionantes y se han vuelto más el día a día de los neurocientificos, hasta el punto de que estamos trabajando en cosas parecidas a las que se escribieron hace años.

¿Le ha inspirado alguna vez la ciencia ficción en un trabajo científico concreto?

Sí. La película Hasta el fin del mundo, de Wim Wenders. La vi en Argentina cuando era estudiante, y me alucinaba la idea de que un científico leía los pensamientos y los proyectaba. Hace un tiempo, cuando descubrí las “neuronas de Jennifer Aniston”, el primer experimento que hice fue precisamente el de la película de Wenders. Es decir, si veo la señal cerebral, ¿puedo proyectar lo que está pensando el paciente?

Pero el experimento se realizaba con la imagen de dos actrices que los sujetos previamente reconocían y cuya señal neuronal habían identificado… ¿Aún es un poco limitado?

Claro. Porque yo solo puedo proyectar la imagen de algo para lo cual tengo identificada una señal neuronal. ¿Podría proyectar la imagen de Messi? Si encuentro una neurona que me responda a Messi, sí lo puedo hacer, porque proyecto la imagen conforme a la activación de esa neurona, que será una de tantas que me respondan a Messi. Y lo mismo con Maradona o cualquier otro personaje. Y me puedes decir: sí, pero no puedes hacerlo con todas las cosas. Bueno, es una cuestión tecnológica. Si yo pudiera registrar más neuronas que responden a más cosas te podría escalar el número de cosas que puedo proyectar.

Pero no tenemos neuronas que registren todo lo que pasa por nuestras vidas, ¿no?  

La pregunta es fabulosa. Claro que llegaría un punto en que te quedas sin neuronas, pero lo que tienes que pensar es que estas neuronas representan solo lo que es importante para el paciente. Si al paciente le muestro una foto de Einstein y no le importa la física, no va a tener neuronas que respondan a Einstein.

Está todo ligado siempre a los intereses de las persona, las cosas que no les interesan no las recuerdan

Te pongo un ejemplo concreto: un chico que vino, llegó con los DVDs de la saga de las películas de Rocky y las veía una y otra vez. En ese paciente encontramos la neurona de Mr. T, la neurona de Rocky, la de Iván Drago… ¡Estaban todos! Y, por otro lado, vino un maestro de matemáticas en el que encontramos la neurona del teorema de Pitágoras. Esa no la habría encontrado nunca en el chico que veía las películas de Rocky. Está todo ligado siempre a los intereses de las persona, porque son esas cosas con las cuales forman memorias, el resto de las cosas no les interesan y no las recuerdan. 

Ya que estamos con la ciencia ficción: si sacamos todas sus neuronas de Rocky y las pudiésemos implantar en el cerebro del profe de matemáticas, ¿reconocería al personaje?

No, porque tienes que pensar que no están aisladas en el cerebro, son el resultado de un montón de procesos anteriores. Si agarro todas las neuronas de Rocky de una persona y se las pongo otra, ¿con cuáles las conecto? Yo mismo me planteé qué pasaría si eliminas todas las neuronas de Jennifer Aniston en el hipocampo, que es donde las localizábamos. ¿Reconocerías a Jennifer Aniston? Sí. Vas a saber que es una actriz, que es norteamericana, pero no te vas a acordar del último episodio de Friends en que la viste. Porque lo que se sabe es que el hipocampo es clave para las memorias episódicas, de tus experiencias. Hay un paciente muy famoso, llamado HM, al que en 1957 le quitaron los hipocampos por error y seguía reconociendo a las personas. Lo que perdía eran las memorias episódicas de las personas, las experiencias con ellas.

Dice usted que estas neuronas de concepto que descubrió hace ahora casi 20 años “tal vez sean la piedra angular de nuestro pensamiento conceptual y abstracto”. ¿Por qué?  

Porque a partir del momento en que tienes neuronas específicas para personas, lugares o conceptos, puedes hacer asociaciones. Puedes decir: recuerdo haber visto a Jennifer Aniston en la torre Eiffel, tengo dos conceptos y los relaciono. El esqueleto de nuestras memorias está basado en hacer asociaciones entre conceptos, eso te da la base de nuestros recuerdos, que tienden a ser conceptuales, porque tiendes a olvidar los detalles. 

¿Son neuronas especiales?

En principio son neuronas piramidales, las mismas que ves en monos y en ratas. La morfología de la neurona es idéntica. La diferencia está en que no están aisladas en el cerebro, tienes una batería de procesamiento anterior, son la punta del iceberg, es la culminación de un proceso que no vemos en otras especies.

En su libro cita a Borges casi tanto como a las películas de ciencia ficción, ¿qué podemos aprender de cuentos como Funes el memorioso?

Borges no escribía ciencia ficción, pero lo que tiene en común con ella es que te dispara la imaginación. La idea de qué hacen estas neuronas de concepto que descubrí se la robé a él; a mí, Borges me hizo entender mis experimentos sobre el cerebro. Hay un momento en que me pregunto: ¿por qué veo estas neuronas? ¿Qué hacen? De pronto recuerdo ese cuento y me digo: claro, si no tengo estas neuronas estaría como Funes [el personaje que no podía olvidar nada de su vida y lo recordaba todo].

Borges me hizo entender mis experimentos sobre el cerebro

¿En qué sentido?

Porque cuando tienes neuronas que responden a conceptos quiere decir que no están codificando detalles. Si me responde a tal foto de Jennifer Aniston pero no tal otra, es porque la neurona no se fija en los detalles de la foto. Es como que todos los detalles se pierden en el olvido, no están codificados en la memoria. Si no tuvieras este tipo de codificación no serías capaz de hacer estas asociaciones que son más elevadas. Si tuvieras representación de cada foto específica, se te complicaría. 

La inteligencia artificial puede recordar todo con fuerza bruta, pero no pensar en ello. ¿Es lo que nos diferencia de las máquinas? 

Yo lo resumo en una frase: el cerebro no busca recordar, sino entender. Y una cosa va contra la otra. Una computadora recuerda, pero no entiende. Mi disco duro puede grabar una película y te la pasa de principio a fin, pero no te puede decir de qué trata. Yo si la veo no te la puedo decir de principio a fin, pero te la puedo resumir en dos minutos y relacionarla con otras películas que vi. Eso permite hacer asociaciones dispares con otras cosas. 

¿Se podrá registrar lo que soñamos, como en la película Hasta el fin del mundo, de Wim Wenders?  

La barrera es tecnológica. En un trabajo que era una prueba de concepto, se vio que se puede leer información de los sueños. Aunque en neurociencia cuando hablas del sueño se lavan todos las manos, porque no sabemos qué función tiene. Es un terreno fértil en el que queda un mundo por descubrir.

Cuando nos levantamos por la mañana y aún no sabemos bien quiénes somos, ¿estamos siendo testigos de una recomposición de nuestro yo?

Es una experiencia que está muy bien recogida en el inicio de la película Memento. El tipo se despierta, está en una habitación de hotel y se pregunta: ¿qué hago acá? La diferencia es que el protagonista no sale nunca de ese momento de confusión y nosotros sí. Es como que estabas perdido y de pronto hilas la historia coherente de tu vida.

El cerebro no busca recordar, sino entender. Y una cosa va contra la otra. Una computadora recuerda, pero no entiende

¿Crionizaría su cerebro? 

No, porque creo que son avances de pseudociencia, es gente que no leyó nada de filosofía. Y lo mismo podemos decir de la clonación. Imagina que me clonas. No voy a ver por los ojos de mi clon, sigo viendo por mis ojos. Mi clon puede ser indistinguible de mí mismo, pero no voy a ser yo. No preserva mi identidad, yo me morí. Alguien a quien congelas y despierta, ¿volverá a ser el mismo? El gran pensador sobre estos temas es Derek Parfit, quien planteó la paradoja de la teletransportación, que viene de Star Trek. Si te teletransportas a Marte, por ejemplo, el proceso requiere que te mueras cada vez.

¿Alguna vez le han manipulado un recuerdo, como en DesafíoTotal?

Hay una mente malévola que lo hace todo el tiempo, que es la de los magos. Te manipulan para que no recuerdes qué han hecho cuando te engañaban.

La ciencia ficción ha imaginado también que nuestro cerebro podrá seguir viviendo en un frasco, ¿es totalmente imposible?

Una respuesta muy buena la dio el filósofo Daniel Dennet: es como preguntarte si puedes construir una escalera hasta la Luna. No es algo imposible a priori, pero en la práctica es imposible.  

¿Escogería la pastilla azul o la roja?  

Es que vivimos con la pastilla azul. Pero tomaría la roja, que significa aceptar y entender que vivimos dentro de Matrix, ya que todo lo que experimentamos es una construcción de nuestros cerebros. Pero no hace falta estar sumergido en una cuba.

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