Cine

Dune II, de David Lynch: Así es el guion perdido de una secuela que nunca se rodó

Tras experimentar un considerable batacazo crítico y comercial, David Lynch dejó abandonados sus planes de expansión en Arrakis. Ahora, por fin, hemos descubierto qué tenía en mente para su siguiente película de Dune.
Kyle MacLachlan y Sean Young en Dune.
El soñador se ha despertado.Universal Pictures

En las navidades de 1984, David Lynch y el super-productor Dino de Laurentiis estrenaron su adaptación de Dune, clásico absoluto de la ciencia-ficción que Alejandro Jodorowsky ya intentó levantar a mediados de los setenta –y que, a tenor de lo expuesto en el documental Jodorowsky's Dune (Frank Pavich, 2013), podría haber revolucionado la historia del cine en un mundo sin Star Wars–. Tal como el propio cineasta explica en el libro David Lynch por David Lynch (Alba Editorial, 1997), de Chris Rodley, su tiempo en el planeta Arrakis no fue precisamente cómodo. “Había algunos personajes interesantes”, reconoce al recordar las novelas de Frank Herbert en que se inspiró, "pero tantos que resultaba difícil ponerlos a todos en una película. Si fuera una miniserie, con tres o cuatro entregas, se podría conseguir. ¿Qué les llevó a hacer lo que hicieron? Cuando lo comprimes todo, te quedas en la superficie”.

Esa frustración lo acompañó durante todo el rodaje y se intensificó durante un proceso de post-producción caracterizado por sus incesantes choques con De Laurentiis, quien le negó a Lynch su derecho al final cut desde el principio y acabó estrenando un montaje tan abrupto, atropellado, mutilado y, en ocasiones, ininteligible que tanto crítica como público acabaron dándole la espalda de un modo espectacular. El fracaso de Dune hizo inviables, pues, los planes originales de transformar los libros de Herbert en una ambiciosa trilogía cinematográfica, cuya segunda y tercera parte se tendrían que haber rodado a la vez (a lo Regreso al futuro o Matrix) a lo largo de 1986. En el libro de Rodley, Lynch cree recordar que había escrito “la mitad de un guion” para Dune II en el momento en que su productor le pidió que abandonase el proyecto, pero ese material nunca había salido a la luz… hasta hoy.

El periodista Max Evry empleó dos años de su vida en documentarse para escribir su libro A Masterpiece in Disarray: David Lynch’s Dune, una historia oral de reciente publicación donde se sumerge en los entresijos de uno de los rodajes más complejos y colosales del cine de los años ochenta. Mientras consultaba los archivos de Frank Herbert en la California State University de Fullerton, Evry encontró un sobre con un post-it muy prometedor pegado encima: “Dune Messiah script revisions”, podía leerse en él. Y, en el efecto, dentro estaban las revisiones (a mano) que el escritor había realizado sobre un tratamiento de 56 páginas escrito por Lynch y fechado en enero de 1984, casi un año antes de que Dune llegase a los cines norteamericanos. Max Evry comparte todos los detalles en un extraordinario artículo de Wired, luego sencillamente avanzaremos que el director de Cabeza borradora (1977) parecía sentirse mucho más en su elemento adaptando El mesías de Dune, segunda entrega de la saga literaria, hasta el punto de que ciertos especialistas familiarizados ya con su borrador aseguran que esas páginas contenían el germen de una gran película (Evry llega incluso a afirmar que podría haber sido mejor que la novela).

Por supuesto, este mes de marzo podremos ver en los cines de todo el mundo Dune: Parte Dos, con la que Denis Villeneuve concluirá su ambiciosa visión del primer tomo con algo que Lynch siempre echó en falta: tiempo para desarrollar los personajes y la historia de manera natural. Si todo va bien, el director canadiense ya ha prometido ponerse con El mesías de Dune a continuación, momento en que, sin duda, se encontrará con el mismo dilema que Lynch estuvo a punto de superar hace ya cuarenta años: cómo transformar una narración llena de intrigas palaciegas y maquinaciones entre bambalinas en un espectáculo audiovisual competente. Su solución fue trastocar algunos elementos esenciales del libro hasta aportarle su toque personal a una epopeya bastante más compleja desde el punto de vista psicológico. Es una pena que nunca llegásemos a verla en pantalla, pero ahora la pelota está en el tejado de Villeneuve.