Algunos de estos hongos son mortales, otros podrían salvarte la vida

Aunque son esenciales para la vida en la Tierra, los hongos siguen siendo unos desconocidos debido a su abundante número y diversidad de hábitats. Los hay comestibles, alucinógenos y medicinales, pero también mortales. He aquí algunos ejemplos:

Sergi Alcalde National Geographic
Sergi Alcalde

Periodista especializado en ciencia, sociedad y medio ambiente

Actualizado a

El reino de los hongos, de los que se han documentado cientos de miles de especies, nos parece un mundo extraño y misterioso. Estos organismos no son ni animales ni plantas, y su función es esencial para la vida en el planeta, pues son responsables de la descomposición de gran parte de la materia orgánica. Algunos son comestibles, otros son venenosos, y los hay con prometedoras propiedades medicinales.

Amanita muscaria

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Amanita muscaria

Si estáis pensando en una seta al uso, seguramente se os viene a la mente la imagen de Amanita muscaria. No es de extrañar, habida cuenta de que se trata de la especie representada por antonomasia en todo cuento de hadas que se precie. Sin embargo, que su aparente belleza no os lleve a engaño: los diversos nombres comunes con los que se conoce en distintas partes del mundo hacen referencia a tres conceptos que deberían hacernos sospechar: moscas, locura y posesión diabólica. Es una seta venenosa, aunque no es mortal. Eso sí, provoca intoxicaciones al poco tiempo de ingerirla (normalmente entre 1 y 4 horas). En concreto, causa trastornos digestivos, como pueden ser vómitos o sequedad aguda, así como variación del pulso y trastornos nerviosos, como pueden ser delirios, excitación, alucinaciones o confusión mental. También tiene propiedades alucinógenas, por lo que durante miles de años ha sido utilizada para la celebración de rituales por distintas civilizaciones antiguas.

 

Russula emetica

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Russula emetica

Emético significa vomitivo, o que provoca vómito, con lo que esta denominación ya no está indicando que no se trata, precisamente, de una seta digestiva. De nuevo, su inconfundible belleza puede llevar a engaño: con su capuchón rojo rosado, sus láminas blancas como la nieve o su aroma afrutado puede parecer un manjar. Pero si la consumís, a buen seguro que acabaréis por vomitarlo todo. En principio, tiene pocas probabilidades de matar a una persona, a menos que lo consuma un niño muy pequeño o alguien con problemas de salud, pero su ingesta puede provocar náuseas, vómitos, dolores estomacales y fuertes diarreas. A pesar de ello, en algunas regiones de Europa del Este se usa parte de esta seta para aromatizar el goulash, un antiguo estofado de carne de la época del imperio austrohúngaro. Por otra parte, las setas del género Russula son bien conocidas como remedio tradicional en la medicina china y se han documentado como ingredientes de ritos iniciáticos, entre ellos de la tribu Kuma de Papúa Nueva Guinea. Algunos estudios también han documentado que algunas variedades contienen antioxidantes y propiedades antimicrobianas. Asimismo, los científicos están analizando posibles usos para el tratamiento de enfermedades como la malaria. 

Xylaria polymorpha

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Xylaria polymorpha

Este hongo puede causar auténticas pesadillas a quienes se estremezcan con las historias de terror. No en vano, se conoce comúnmente como ‘dedos de muerto’, un apodo que nos da una pista sobre su morfología. A veces son pálidos con manchas negras y azules, en otras ocasiones son largos y esqueléticos. Crecen en tocones y en madera muerta de árboles, especialmente del haya, con lo que ejercen una importante labor para descomponer la materia orgánica que rodea los troncos. Se trata de una especie cosmopolita habitual en el interior de madera podrida o degradada. En general, no se considera comestible, aunque seguramente nadie tendrá la tentación de probarlo. Eso sí, tampoco es tóxico, y tiene algunos usos populares. Por ejemplo, en la medicina ayurvédica india las mujeres lo toman para favorecer la lactancia. También se usa en la medicina tradicional china para el tratamiento de enfermedades. Incluso se está investigando su uso para el tratamiento de la epilepsia

Penicilina

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Penicillium

Por supuesto, no todos los hongos son tóxicos o alucinógenos. Los hay comestibles, o incluso medicinales. Uno de ellos es Penicillium, el hongo que da nombre al antibiótico más famoso del mundo: la penicilina. Se dice que Fleming lo descubrió por casualidad en 1928 al regresar de sus vacaciones en Suffolk. Se había olvidado un cultivo bacteriano en una placa de agar, en la que empezó a prosperar este hongo. En realidad, Penicillium existe desde hace miles de años, mucho antes de que se descubrieran los antibióticos. Los antiguos egipcios colocaban cataplasma de pan mohoso sobre las heridas tras comprobar sus efectos curativos, mientras que los antiguos médicos chinos y griegos utilizaban soluciones similares para el tratamiento de ciertas enfermedades. Flemming, Erns Chain y Howard Florey recibieron el premio Nobel por el descubrimiento de las increíbles propiedades medicinales de este hongo. 

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Amanita virosa

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Amanita virosa

Esta seta recibe numerosos nombres, ninguno de ellos demasiado halagador: ángel destructor, amanita maloliente o cicuta fétida. No es para menos. Primero, porque su olor es de todo menos embriagador. Segundo, porque se trata de una seta altamente tóxica, cuya ingestión puede provocar la muerte. El problema es que, al ser totalmente blancos, por lo menos en las primeras etapas, pueden confundirse con champiñones tiernos. Nada más lejos de la realidad. Pertenecen al género Amanita, uno de los más tóxicos del reino de los hongos (desconfiad de cualquier hongo que tenga esta denominación). Contienen cantidades variables de faloidina, faolína y amanitina, conocidas como aflatoxinas y amatoxinas, todas ellas muy peligrosas, con bases de hidróxido de potasio, hidróxido de sodio y amoníaco. Los síntomas desagradables comienzan entre 8 y 24 horas después de la ingestión, e incluyen vómitos, convulsiones, diarrea, delirio, insuficiencia renal y hepática, y en algunos casos, la muerte. Se han probado antídotos, aunque su eficacia no está demostrada. 

Gymnopilus junonius

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Gymnopilus junonius

Según una antigua leyenda, unos leñadores de Kioto que se perdieron en el bosque se encontraron con unas monjas budistas que bailaban, cantaban y reían. Les contaron que ellas también se habían perdido, pero que habían encontrado unas setas para calmar el hambre. Cuando las ingirieron, también arrancaron a reír como locos. Aquellas setas recibieron el nombre de ‘maitake’ (setas bailarinas) o warataike (hongos de la risa). Guymnopilus junonius es una de esas setas de la risa que aparecen en las antiguas leyendas niponas. Su contenido en psilocibina provoca diversos trastornos de tipo alucinógeno y psicotrópico. Sin embargo, la ciencia está investigando con gran interés esta especie por sus posibles efectos terapéuticos para el tratamiento del sarcoma.

Ophiocordeyceps sinensis

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Ophiocordeyceps sinensis

¿Puede una oruga convertirse en un hongo? Ophicordyceps sinensis (antes Cordyceps), se especializó en parasitar insectos. Sus presas suelen ser las larvas de la polilla del género Hepialidae, que viven bajo tierra, alimentándose las raíces. Hacia finales de la temporada estival, ataca la larva y se alimenta lentamente de ella. Cuando llega la siguiente primavera, su estroma -la estructura compacta sobre la que se forman las estructuras reproductoras- emerge de la corteza del cadáver, listo para dispersar sus esporas. Por raro que parezca, el producto resultante de esta extraña infección fúngica es una exquisitez culinaria en la meseta del Tíbet, amén de un lucrativo negocio. Los chinos lo conocen como dong chóng xià cao  cuya traducción vendría a ser algo así como ‘gusano de invierno’, pues antiguamente se pensaba que en invierno era un animal que se transformaba en planta. Sea como fuere, aparece en textos de la dinastía Tang a partir del año 620 d.c. y se menciona en el Ben Cao Bei Yao o Compendio de Materia Médica. Actualmente se sigue usando en la medicina tradicional china y tibetana para el tratamiento de diversas dolencias, y se considera afrodisíaco. Eso sí, sus precios son desorbitados: medio kilo puede llegar a costar más de 140.000 dólares. 

Ophiocordyceps 

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Ophiocordyceps

En la famosa serie The Last of Us, un hongo Cordyceps mutante causa estragos entre los humanos infectados, a los que hace perder el control de sí mismos hasta convertirse en zombis asesinos. La buena noticia es que se trata de una serie de ciencia ficción. La mala es que los hongos Cordyceps existen, y sí, convierten a sus hospedadores en zombis. Los del género Ophiocordycerps, por ejemplo, son expertos en manipular por completo el comportamiento de las hormigas carpinteras a las que infectan e incluso obligan a ‘suicidarse’. Resulta que estos insectos viven en lo alto de las copas de los árboles, aunque necesitan bajar al suelo del bosque para desplazarse entre el dosel arbóreo, ya que no pueden saltar de copa en copa. Y es allí donde se exponen a las esporas de estos terribles hongos. Una vez infectados, estos insectos siguen el mismo patrón: trepan por una planta y clavan sus mandíbulas en la vena de una hoja o en envés de una rama. Desde lo alto, el hongo tiene una atalaya perfecta para diseminarse. El cuerpo largo y delgado crece desde la cabeza de la hormiga muerta hasta liberar una nube de esporas que llueven sobre el suelo del bosque. Estos hongos tienen una estrategia tan calculada que incluso llegaron a adaptarse al cambio climático: cuando no hay hojas,  les valen las ramas desnudas.

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