Cuánto queso puedo comer al día si tengo el colesterol alto

El queso es uno de los grandes placeres de la dieta mediterránea: su rico sabor y la presencia de casoformina —una sustancia opioide procedente de la digestión de caseína— convierten a este manjar en una de las comidas más adictivas del mundo. 

Sin embargo, al ser un alimento alto en grasas, las personas con colesterol malo alto dudan a menudo si pueden comerlo, o cuál es la cantidad idónea de queso al día para una persona con niveles altos de colesterol LDL. Cabe recordar que el colesterol malo está ligado a un mayor riesgo de aterosclerosis, infarto de miocardio, angina de pecho, ictus, AIT y enfermedad arterial periférica.

En cuanto al queso, este cuenta con perfil diverso de nutrientes, especialmente proteínas y calcio, pero también vitamina A, vitamina D y vitaminas del grupo B, como la B12, la B9 (ácido fólico), la B1 (tiamina) o la B2 (riboflavina), así como sodio, colesterol y grasas saturadas. 

Aunque el queso también contiene algo de colesterol, un estudio publicado en Nutrients indica que el colesterol que ingerimos no afecta tanto a los niveles de colesterol en sangre como se presuponía previamente, sino que inciden más otros factores como la genética, el estilo de vida y la ingesta de nutrientes, como las grasas saturadas.

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Por otro lado, un documento elaborado por la Federación Española de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad) en 2015 apuntaba que el queso afecta poco a la colesterolemia. Mientras que otras carnes procesadas como los embutidos serían negativas, expertos que analizaron el alimento destacaban que los lácteos fermentados ricos en grasa no son perjudiciales.

 "Hay evidencias que dejan clara que la grasa saturada que contiene es neutra o incluso reduce ligeramente el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular y diabetes", apuntaba Emilio Ros, el principal responsable, recogía La Vanguardia.

Otro estudio recientemente publicado en la revista Advances in Nutrition —concluyó que en base a evidencia de calidad moderada, el consumo de queso está asociado a un menor riesgo de mortalidad por cualquier causa, menor riesgo de mortalidad cardiovascular, enfermedad cardiovascular incidente, cardiopatía coronaria y accidente cerebrovascular o ictus.

Por otro lado, WebMD recuerda que las grasas lácteas del queso contienen ácido linoleico conjugado (CLA), que puede ayudar a aliviar la inflamación e incluso ayudar a prevenir enfermedades cardíacas y la obesidad.

Sin embargo, hay muchas diferencias entre un tipo de queso y otro. 

Aunque los lácteos son un alimento de alto valor nutritivo que guarda un buen equilibrio en cuanto a sus macronutrientes, la Fundación Española del Corazón recomienda que, en caso de hipercolesterolemia u obesidad, el queso se consuma con moderación, seleccionando quesos desnatados y frescos, ya que poseen menor cantidad de calorías y grasas saturadas.

En caso de hipertensión deben consumirse quesos bajos en sal.

Cuánto queso debo comer al día si tengo colesterol malo

Teniendo en cuenta que el límite recomendado de grasas saturadas suele ser de 11 a 13 gramos por día, basado en una dieta de 2000 calorías, no puedes comer queso como si no hubiera un mañana si tienes el colesterol alto. 

La Fundación Española del Corazón recomienda estos patrones de ingesta de queso:

• 40-60 gramos de queso curado al día: esta cantidad equivale a 2o 3 lonchas. Recuerda que los quesos curados, como el manchego, el parmesano o el gouda, son mucho más altos en grasas saturadas.
• 80-125 gramos de queso fresco al día, lo que equivaldría a una porción al día. En esta categoría encajan el queso feta, el queso quark, la mozzarella, el ricotta, el requesón o el queso fresco de Burgos.

También puedes optar por quesos semidesnatados o bajos en grasa 

Recuerda que el consumo moderado de queso puede incluirse como parte de una dieta cardiosaludable. Sin embargo, al comer demasiado queso —incluso aunque no tengas problemas de colesterol— ganarás peso, puedes tener problemas gastrointestinales, flatulencias y dolor abdominal y podrás experimentar retención de líquidos y deshidratación debido al exceso de sodio.