Pendientes: ¿una joya para tu oreja o un refugio de bacterias?

El estudio reveló que las bacterias en la zona de los pendientes interactúan más entre sí que en otras áreas de la piel. Esto sugiere que llevar pendientes no solo es una cuestión estética, ¡sino también un fascinante escenario de lucha y cooperación microbiana en nuestra propia oreja

¿Tienes pendientes o estás pensando en hacértelos? Entonces debes saber que no solo te estás poniendo una joya en la oreja, sino también un nuevo hábitat para las bacterias de tu piel. Así lo afirma un estudio realizado por microbiólogos canadienses.

Nuestra piel alberga miles de millones de microorganismos que pueden tener importantes repercusiones en nuestra salud. Algunas bacterias nos protegen de agentes patógenos, mientras que otras causan problemas. La composición de esa vasta colección de bacterias (también conocida como microbioma cutáneo) puede cambiar debido a las circunstancias. Por eso, los microbiólogos del Museo Redpath de la Universidad McGill decidieron investigar los pendientes. “De hecho, los pendientes son un modelo único para estudiar cómo cambian las bacterias de la piel tras un cambio rápido en su entorno”, afirma el autor principal, Vincent Fugère.

Al fin y al cabo, cuando uno se hace un pendiente, hace un agujero en la piel y lo rellena con un objeto metálico. Eso puede tener un gran impacto en el entorno de las bacterias de la piel, así que ¿cómo reaccionan realmente las bacterias? La investigación de los microbiólogos descubrió que el pendiente no solo crea más tipos de bacterias y más interacciones entre ellas. También cambia la proporción entre dos especies bacterianas principales, que pueden causar infecciones cutáneas.

Muestras de ADN

Los investigadores trabajaron con un salón de tatuajes y piercings de Montreal (Canadá). Pidieron a 28 adultos que querían perforarse la oreja que participaran en el estudio. Tomaron muestras de piel de la oreja antes de hacer el agujero y después de que el perforador insertara el pendiente. En las semanas siguientes, los propios participantes tomaron varias muestras alrededor del pendiente y de un trozo de piel junto a él. A continuación, los investigadores analizaron el ADN de las muestras para ver qué bacterias había en ellas.

Más bacterias, lucha o cooperación

Los resultados mostraron que había más tipos diferentes de bacterias en la zona del pendiente que en el resto del cuerpo. Es de suponer que esto se debe a que el pendiente crea más superficie de piel, cambios de temperatura, humedad en la herida y alrededor de ella y una acidez alterada. Además, el pendiente entra en contacto con el aire y con las manos, lo que permite que lleguen a él más bacterias. Los investigadores también descubrieron que, al cabo de un tiempo, dos tipos de bacterias tomaban el control en la zona del pendiente: Staphylococcus epidermidis y Cutibacterium acnes. Estas dos especies pueden causar infecciones cutáneas, pero también pueden controlarse mutuamente. Solo si una de las dos se vuelve excesiva puede desarrollarse una infección.

“Es muy interesante ver cómo reaccionaron estas dos especies bacterianas principales ante el pendiente”, afirma Anthony Mathelier, coautor del estudio. “De hecho, las bacterias interactuaron más entre ellas en el lugar del pendiente que alrededor de él. Esto sugiere que el pendiente hace que las bacterias de la piel interactúen de forma diferente”.

Por cierto, las bacterias adicionales no son necesariamente malas para la salud. Siempre que estén equilibradas entre sí y con las demás bacterias de la piel. Por eso es importante mantener limpio el pendiente y estar atento a cualquier síntoma de infección, como enrojecimiento, hinchazón, dolor o pus. Los investigadores concluyen que, por tanto, los pendientes no solo tienen un significado cultural, sino también un impacto ecológico en la piel humana. Además, esperan que el microbioma de los pendientes pueda ayudarnos a comprender cómo las bacterias de la piel afrontan los cambios en su entorno.

Los pendientes son de toda la vida

Aunque los pendientes puedan parecer modernos, llevamos miles de años perforándonos las orejas. Investigadores de la Universidad de Tel Aviv encontraron varias piezas de joyería en el norte de Israel en 2010. Entre otras, encontraron un anillo y pendientes. Las joyas estaban envueltas en tela. Las joyas tienen al menos 3000 años de antigüedad y algunas de ellas proceden probablemente de Egipto.
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