La TV y los videojuegos dejan alteraciones duraderas en el cerebro infantil

La investigación revela que el contenido imaginativo presentado en pantallas desafía y activa regiones específicas del cerebro infantil, sugiriendo que no todos los efectos del tiempo de pantalla son negativos. Este hallazgo plantea preguntas intrigantes sobre cómo el diseño y la naturaleza del contenido digital pueden influir en el desarrollo cognitivo de los niños.

El tiempo que nuestros hijos pasan frente al televisor o detrás de una pantalla modifica la estructura y el funcionamiento de sus cerebros, según demuestra una nueva investigación. Algunos de estos cambios parecen positivos, otros en su mayoría negativos.

Así lo escriben investigadores en la revista Early Education and Development. Se basan en un análisis de 33 estudios realizados anteriormente en los que se utilizaron técnicas de neuroimagen (como electroencefalogramas y resonancias magnéticas) para estudiar cómo afectan las tecnologías digitales al cerebro de los niños. 

En total, más de 30 000 niños (menores de 12 años) participaron en esos 33 estudios. Y en conjunto, esas docenas de estudios dibujan un panorama bastante coherente, se ven obligados a concluir los investigadores. Por ejemplo, revelan que el tiempo que los niños pasan viendo la televisión o jugando al ordenador tiene un efecto mensurable y a largo plazo en la estructura y el funcionamiento de sus cerebros.

Resultados sorprendentes: cambios en el cerebro

“Francamente, los resultados nos sorprendieron”, afirma el profesor Philip Li, uno de los autores de la revisión. “Aunque llevamos años investigando el uso precoz de las pantallas y su impacto en el desarrollo cerebral, nos sorprendió la evidencia obtenida mediante técnicas de neuroimagen de que el uso de las pantallas moldea nuestro cerebro (y en particular su estructura y funcionamiento) a una edad temprana. Y ese moldeamiento empieza bastante pronto, persiste durante mucho tiempo, es de gran alcance e irreversible. A largo plazo, el uso de pantallas cambia el cerebro humano e interviene profundamente en la evolución humana”, es la creencia de Li.

En concreto, durante su revisión, los investigadores encontraron pruebas de varios cambios que se producen en el cerebro de los niños cuando pasan bastante tiempo detrás o delante de una pantalla. Los mayores cambios parecen producirse en el córtex prefrontal, donde se almacena temporalmente la información relevante para la tarea (es decir, donde reside nuestra memoria de trabajo) y que está estrechamente relacionado con la toma de decisiones y la planificación. Los investigadores también observaron que el uso de pantallas provocaba cambios en el lóbulo parietal (implicado en el procesamiento de la información sensorial), el lóbulo temporal (implicado en la audición, la memoria verbal y las funciones del lenguaje) y el lóbulo occipital (implicado en el procesamiento de la información visual).

Cambios positivos

Algunos de los cambios son positivos, explica Li. “Por ejemplo, los electroencefalogramas muestran que las experiencias digitales aumentan la actividad en el lóbulo frontal (que también incluye el córtex prefrontal), lo que sugiere que se adquieren nuevos conocimientos y se recuperan los ya existentes”. Y otro estudio reveló un aumento de la actividad en las partes superior y externa del córtex prefrontal cuando a los niños se les presentaban contenidos imaginativos en una pantalla. “Eso da a entender que en ese momento se le pide más al cerebro”, afirma. Y eso posiblemente conduce a mejores habilidades cognitivas.

Cambios negativos

Pero el uso de pantallas no solo tiene efectos positivos. Li y sus colegas también encontraron efectos negativos. E incluso estos parecen predominar en los estudios que estudiaron con más detalle. “El uso de pantallas también parece tener amplios efectos negativos en el desarrollo cerebral. Estos van desde el deterioro de la capacidad de concentración hasta el deterioro de algunas habilidades ejecutivas y desde el deterioro del control inhibitorio (suprimir o inhibir ciertos comportamientos) hasta el deterioro de las conexiones entre diferentes regiones cerebrales”.

Tiempo de pantalla y tipo

Según los investigadores, el impacto del uso de pantallas en el cerebro está estrechamente relacionado, entre otras cosas, con el tiempo que el niño pasa delante o detrás de la pantalla. El tipo de pantalla también importa. Por ejemplo, como se ha podido leer más arriba, los contenidos imaginativos parecen suponer un reto para el cerebro de los niños. Pero ese desafío disminuía cuando los niños veían ese contenido en un dispositivo con pantalla táctil. 

“Lo que sugiere que la posibilidad de retroalimentación táctil hace que se exija menos al cerebro”, dijo Li. “Y eso, a su vez, sugiere que el impacto que el uso de la pantalla puede tener en las funciones ejecutivas de los niños viene dictado en parte tanto por el tipo de contenido como por la forma en que se presenta”.

Li reconoce que es difícil concluir, basándose en la información disponible, durante cuánto tiempo se ve afectada (positiva o negativamente) la función cerebral de los niños por el uso de pantallas. “La mayoría de los estudios que hemos revisado solo revelan los efectos inmediatos o a corto plazo del uso de pantallas. Solo hay un estudio en el que se hizo un seguimiento de los participantes durante un año. Pero creemos que el impacto del uso de pantallas es a largo plazo. Sin embargo, se necesitan más estudios a largo plazo para tener más pruebas científicas de ello”.

Investigación de seguimiento

También se necesitan más investigaciones para distinguir entre los efectos de un tiempo de pantalla largo o corto. Porque sigue sin estar claro qué influencia tienen los distintos tiempos de pantalla en el desarrollo del cerebro. ¿Influye menos un tiempo de pantalla corto o afecta a la estructura y función cerebrales de forma diferente que un tiempo de pantalla largo? Los científicos no lo saben. Tampoco está del todo claro cómo modifica el cerebro el uso de las pantallas. Que haya tantos interrogantes no es ni sorprendente ni una pena, subrayan los investigadores. El uso de pantallas (y, por tanto, sus efectos en el cerebro de los niños pequeños) es un fenómeno relativamente nuevo.

En cualquier caso, a la espera de investigaciones complementarias, parece seguro que el uso de pantallas no deja intacto el cerebro de los más pequeños. Y, de todos modos, los métodos de neuroimagen parecen detectar sobre todo efectos negativos en el cerebro. “Tanto los profesores como los padres deberían ser conscientes de que el desarrollo cognitivo de los niños puede verse afectado por sus experiencias digitales”, escriben los investigadores. Sin embargo, los científicos se niegan a abogar por la prohibición del uso de pantallas por parte de los niños pequeños. “Es imposible impedir que los niños utilicen dispositivos digitales ahora que están tan integrados en su vida cotidiana”, opina Li. Por eso, en lugar de una prohibición, ve más conveniente limitar el tiempo de pantalla. En este sentido, se suma a los consejos de la Organización Mundial de la Salud, que desaconseja el uso de pantallas a los niños de 1 año o menos y recomienda que los niños de 2 años no estén más de media hora delante de la pantalla y que los niños de 3 y 4 años no pasen más de una hora frente a la pantalla.

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