Mil millones para comprar Tierra Santa

HEMEROTECA

Una estampa de la vida cotidiana en Jerusalén, a finales del siglo XIX, en una fotografía coloreada que forma parte de la colección de la Librería del Congreso de Estados Unidos
Una estampa de la vida cotidiana en Jerusalén, a finales del siglo XIX, en una fotografía coloreada que forma parte de la colección de la Librería del Congreso de Estados Unidos library of congress

«Se piensa nada menos que en reunir mil millones en todo el mundo cristiano para comprar Tierra Santa a Turquía y regalársela al Papa». En 1892, La Voz calificaba de «cruzada de nuevo género» esta iniciativa para hacerse con una Palestina en la que, según contaba también el periódico, ya comenzaban a establecerse millonarios judíos

25 oct 2023 . Actualizado a las 11:56 h.

Medio siglo antes de que Israel proclamase su independencia, el 14 de mayo de 1948, o de lo que los palestinos llaman «el día de la catástrofe», La Voz daba cuenta de otra rivalidad que surgía entonces por estas tierras en la que estos días corre una vez más la sangre de la intolerancia. En marzo de 1892, fecha del curioso artículo que hemos encontrado en nuestro archivo, el sionismo venía apoyando desde un decenio atrás la primera gran ola de emigrantes judíos a Palestina, por entonces una región del Imperio Otomano, que huían de las persecuciones rusas. Así se entiende el comienzo de una crónica que recordaba que ya desde las cruzadas el cristianismo también reclamaba para sí aquellos territorios: «En nuestros tiempos, los millonarios judíos han soñado con la reconstitución del antiguo reino de Israel en Palestina, llegando hasta a comprar allí grandes terrenos. La empresa ha suscitado la rivalidad de los cristianos y empiezan a lucir los albores de una cruzada de nuevo género».

Curiosa la fijación de unos y otros por esta tierra a la que Mark Twain, unos años antes, había definido en su libro de viajes Inocentes a bordo (1869) como «triste y abatida, desolada, sin vegetación, ni población humana, con un silencio lamentable, sin un ser humano, donde hasta los olivos y los cactus han desertado». El caso es que La Voz incluso indicaba el precio de esta cruzada a golpe de talonario: «Se piensa nada menos que en reunir mil millones de pesetas en todo el mundo cristiano para comprar Tierra Santa a Turquía y regalársela al Papa, cuyo poder temporal quedaría restablecido de este modo». El periódico también deslizaba que el propio León XIII no se mostraba «refractario» a la idea. «El día 1 de marzo, en su alocución al Sacro Colegio, habló del celo de Inocencio III por la liberación de Palestina, cosa que despertó mucha curiosidad en todo el mundo, porque no se adivinaba a lo que se refería su Santidad». Y señalaba La Voz: «El Papa ha recordado que la idea dominante de Colón al marchar en busca de su nuevo mundo fue la de procurarse tesoros para el rescate de la tumba de Cristo».

Jerusalén, en una fotografía coloreada de finales del XIX
Jerusalén, en una fotografía coloreada de finales del XIX library of congress

El artículo revelaba también que ya había comités constituidos para realizar la idea: «Es probable que antes de mucho el mundo católico se vea inundado de circulares y de invitaciones para que cada cristiano contribuya con su óbolo a los mil millones de pesetas que se necesitan. Y hasta no parece difícil que se funde una orden especial encargada de solicitar y recoger fondos».

El sultán, sin reparos

La ventaja que tenemos de conocer cómo fue la historia de Palestina desde entonces hasta la actualidad nos permite sonreír con la ingenuidad de algunos párrafos de la crónica: «Los apuros financieros del imperio otomano —continuaba esta— son un aliciente para confiar en que el sultán no tendrá mucho esta reparo en ceder la Palestina a cambio de la magnífica cantidad que se proyecta ofrecerle». Créese, por otra parte, que las grandes potencias verían con gusto esta nueva manera de neutralizar una región importante del territorio turco. Y no se antoja tampoco difícil, dadas las relaciones cordialísimas que el Vaticano mantiene con los países protestantes y cismáticos, que todas las naciones de Europa consintieran en garantizar unidas la neutralidad de los nuevos Estados Pontificios. Seguramente sería Italia la primera en iniciar un movimiento en tal sentido».

(Unos breves saltos temporales para explicar qué sucedió en realidad: en la I Guerra Mundial, Reino Unido alentó una revuelta contra los otomanos y pidió ayuda a los árabes, ofreciéndoles a cambio un estado para ellos en la zona. Pero también se acercó a los influyentes millonarios judíos prometiéndoles un estado judío en Palestina. En 1922 se estableció allí el mandato británico y los árabes no tardaron en revolverse. Tras la Segunda Guerra Mundial, la ONU propuso dos estados, pero los palestinos no aceptaron las condiciones del trato. Y así hasta el «día de la catástrofe» del que hablamos al comienzo y al fuego cruzado de estos días).

«La única duda —iba concluyendo nuestro artículo de 1892— está en si el Papa abandonará Roma para ir a establecerse en Tierra Santa. Hallándose Roma en poder de Italia, parece Jerusalén la capital nata del cristianismo. Pero el Vaticano está muy apegado a la tradición».

Visto lo visto, parece que haberse quedado en casa fue la mejor decisión que tomó León XIII, si es que aquella «cruzada de nuevo cuño» llegó a dar algún paso más allá de las intenciones de las que se hacía eco La Voz.

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