Murakami desata la locura en Oviedo: "No nos creemos que haya venido", aseguran sus lectores

El premio Princesa de Asturias de las Letras fue recibido entre aplausos a su llegada a Oviedo

Murakami desata la locura en Oviedo: "Creíamos que no iba a venir", reconocen sus lectores

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Luisma Murias

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Haruki Murakami puede estar orgulloso de sus lectoras, que ayer en Oviedo, en una tarde desapacible esperaron pacientemente por él, pese a la incertidumbre sobre la hora de su llegada y la certeza de que sería imposible acercarse a él y mucho menos saludarlo. Ana María Baldinas cree en la fuerza del destino, quizás por ser lectora de Murakami, y asume que si ha de encontrarse con él lo hará y si no no hay nada que hacer. Lo que ella quería ayer, cuando se acercó hasta la calle Gil de Jaz, era "agradecerle su arte" y, de alguna manera, hacerle sentir "que es una persona increíble, que no cambie y que siga escribiendo por favor, que hace que la vida sea especial". 

El escritor cubrió con paso elástico la escasa distancia entre el coche de la organización que lo dejó a las puertas del hotel de La Reconquista, en Oviedo, y su primer vestíbulo, propulsado por sus zapatillas de alto rendimiento y de edición limitada, que, según los entendidos, están hechas de poliuretano y son el colmo de la sofisticación maratoniana. 

Mucho menos huidizo de lo que se le esperaba, sonriente y saludando, atendió las indicaciones de la directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo, para dejarse fotografiar ante el panel de los premios y dócilmente la siguió hacia el interior del hotel. 

Su esposa, Yoko Murakami, lo había precedido, con otra mujer que acompaña a la pareja, y su llegada en un automóvil idéntico, apenas un minuto antes, puso en alerta a la gente. 

Haruki Murakami es un escritor de seguidores devotos. Bárbara Jiménez, que nada más salir de trabajar echó a andar hacia el Reconquista, lo admitió: "Es más que especial para mí". Para la ocasión eligió una camiseta gris, con la leyenda: "Keep calm and read Murakami". Ana María Baldinas también parecía haber elegido su ropa con cierta intención, con una blusa de aires orientales. 

Ambas lo han leído y releído, se conforman con haberlo visto y saberlo tan cercano. "Tenerlo aquí ya es todo un honor", opina Bárbara. Le recomiendan, ellas que tan bien lo conocen a través de sus libros, que se pasee por el casco antiguo de Oviedo, creen que le va a "encantar", y que se anime a correr, por ejemplo, por la Pista Filandesa que discurre por la ladera del Naranco. 

Se preguntan si reparará en ellas en estas páginas, y quién sabe. Por si acaso, insisten en los agradecimientos. "He tenido la suerte de leer sus libros, y me encanta, como escritor y como persona. Estoy superemocionada", se confesaba Ana María, a punto de quebrársele la voz. 

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