Entrevista | Mónica Álvarez Fernández Investigadora del grupo de Oncología de Cabeza y Cuello del IUOPA y del ISPA

"Con la producción de minitumores podremos predecir qué tratamiento es el mejor para cada paciente"

"Cada año en Asturias hay entre 300 y 400 nuevos casos de cáncer de cabeza y cuello; la incidencia es bastante alta en comparación con otras partes de España y del mundo, quizá esté relacionado con la industria"

Mónica Álvarez, en su laboratorio del ISPA, en Oviedo. | LNE

Mónica Álvarez, en su laboratorio del ISPA, en Oviedo. | LNE / M. G. Salas

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

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Mónica Álvarez Fernández (1976, Gijón) es investigadora del grupo de Oncología de Cabeza y Cuello del ISPA (Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias) y del IUOPA (Instituto Universitario de Oncología). La bioquímica gijonesa, que regresó a Asturias en 2019 tras años en el extranjero y otros puntos de España, dirige un equipo de cuatro científicos focalizado en el estudio de mecanismos de resistencia a los tratamientos y en el desarrollo de minitumores de laboratorio.

Sobre todo ello, hablará hoy lunes, a partir de las 19 horas, en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA dentro de la I Semana de la Innovación, que organiza el periódico con el patrocinio del Banco Sabadell, Ontier, el Ayuntamiento de Siero y el Principado. La iniciativa está subvencionada por el Gobierno autonómico, al igual que las jornadas de la VIII Semana de la Ciencia de LA NUEVA ESPAÑA, que se celebraron en abril. En la primera jornada, que estará dedicada al IUOPA, además de Mónica Álvarez, intervendrá la directora de la entidad, Rosa María Sainz.

–¿Para qué sirven los minitumores de laboratorio?

–Por un lado, sirven como modelos experimentales de enfermedades. Son réplicas de un tumor en tres dimensiones. Los que hacemos nosotros, como son derivados de biopsias de pacientes, son modelos que reflejan el tumor de cada persona. Nos sirven para entender mejor la enfermedad, para probar tratamientos y ver si esos minitumores crecen o se reducen... Dentro de la medicina personalizada, podrían servirnos para probar en el minitumor de un paciente los tratamientos disponibles antes de aplicárselos. Se trataría de predecir si va a responder o no a un tratamiento o ver cuál es el más adecuado para él.

–¿Qué tamaño tienen?

–Son microscópicos, de unas 200 micras.

–¿Y cómo se fabrican?

–A partir de una biopsia de un tumor, se disgrega el tejido en células y las células madre tumorales van formando tumores in vitro, es decir, dentro placas de cultivo en el laboratorio. Digamos que partimos de un tumor grande, los dividimos en trocitos y cada uno de ellos es capaz de formar un minitumor.

–¿Con cuántos minitumores trabajan?

–Tenemos alrededor de 50. Una ventaja que tienen es que, una vez que los generas, se pueden congelar en nitrógeno líquido. Así, tenemos un biobanco de tumores de distintas características: de antes del tratamiento, de después; tratados con cirugía o con quimioterapia; otros son de laringe, de faringe, de la cavidad bocal...

–¿Cómo se están aplicando en la lucha contra el cáncer de cabeza y cuello?

–Uno de los problemas que tiene este tipo de cáncer es que hay muy pocas opciones terapéuticas. Todos los tumores se tratan con cirugía, quimio o radioterapia. Además, en los últimos años, la tasa de supervivencia no ha avanzado, está estancada en torno al 50%. Esto quiere decir que muchos pacientes no responden a los tratamientos existentes. Con estos minitumores podemos evaluar nuevos tratamientos, averiguar por qué unos pacientes responden y otros no, y predecir de antemano si un paciente responderá al tratamiento.

–¿Como herramienta predictiva ya se está utilizando?

–No, en el cáncer ni aquí ni en ningún sitio. Solo se está aplicando en Holanda para la fibrosis quística. Lo que sí hay son ensayos clínicos en distintos tipos de tumores para evaluar si pueden servir como modelos predictivos. Y eso es lo que estamos empezando a hacer aquí.

–¿Qué nuevos tratamientos están probando?

–Uno de ellos es utilizar fármacos que ya están aprobados para el cáncer de mama, que son inhibidores de unas proteínas llamadas CDK4/6. Hablamos del palbociclib, el abemaciclib y el ribociclib. Estos medicamentos están ya en ensayos clínicos en cánceres de cabeza y cuello y nosotros lo que hacemos es probar a combinarlos con la quimio y la radioterapia como estrategia para potenciar los efectos de ambos tratamientos, y evitar que el paciente sea resistente.

–¿A cuántas personas al año en Asturias afecta este tipo de tumores?

–Aunque el registro está sin actualizar desde 2017, se estima que hay unos 300-400 nuevos casos cada año en Asturias. Y la tasa de supervivencia a los 5 años es del 40-50%. En nuestra comunidad hay una incidencia bastante alta de estos tumores en comparación con el resto de España y del mundo.

–¿Y eso por qué?

–Los factores de riesgo son el tabaco y el alcohol. El tabaco sobre todo y combinado con el alcohol, más. Una posibilidad es que en Asturias se fume más que en otros sitios. Pero quizá el alto número de casos esté asociado a la industrialización, a la minería, aunque esto no está demostrado. Por otro lado, una parte de estos tumores están causados por la infección del virus del papiloma humano. Ese porcentaje, que en Asturias siempre ha sido muy bajo, en torno al 5%, está ahora aumentado. En cualquier caso, este factor sigue siendo el minoritario.

–¿Qué aporta el IUOPA a Asturias?

–Aunque no tenga un edificio propio, agrupa toda la investigación en cáncer que se hace en Asturias y facilita la colaboración entre los distintos grupos. Además, nos proporciona equipamiento y personal. Y por último, aporta formación. El IUOPA organiza el máster de Biomedicina y Oncología Molecular de la Universidad de Oviedo y coordina un programa de doctorado en esa misma área.

–Hace cuatro años que regresó a Asturias. ¿Fue una buena decisión?

–Tuve la oportunidad de volver con una ayuda de la Asociación Española contra el Cáncer. Fue una apuesta arriesgada, pero estoy contenta de la comunidad investigadora que hay aquí, de mi grupo y de los resultados que voy cosechando. Entre las limitaciones está la falta de financiación y de estabilidad. Y me refiero a financiación no solo para proyectos, sino también para personal investigador; hay muy pocas plazas estables.