Luis Rubiales ha entrado ovacionado al plenario donde este viernes se ha celebrado la Asamblea Extraordinaria de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Durante su comparecencia de media hora, los múltiples ataques al feminismo y a toda aquella persona que haya decidido criticar su actuación machista han sido celebrados eufóricamente por todos los allí presentes. En primera fila, Luis de la Fuente y Jorge Vilda, entrenadores de la selección masculina y femenina, respectivamente, han celebrado cada palabra de su jefe, puestos en pie al finalizar su comparecencia para despedirlo ovacionado.

El salón abarrotado ha sostenido unánimemente al presidente de la RFEF. Vilda quizás con más ilusión al recibir una oferta de medio millón de euros anuales. El beso sin consentimiento a Jennifer Hermoso, el sobrepaso de todos los límites del respeto al espacio personal con el resto de jugadoras, el uso de la relación de poder que tiene con sus subordinadas y las imágenes bochornosas captadas en el palco no han restado ni un mínimo de entusiasmo. No ha tenido miramientos Rubiales en recurrir a sus hijas, allí presentes y visiblemente emocionadas, para justificar su machismo exacerbado.

“Quiero decir, mirando a mis tres hijas, que hoy tienen que aprender una lección. La igualdad no es diferenciar cuando hay una opinión entre lo que dice el hombre y la mujer, sino entre la verdad y la mentira”, ha intentado explicar Rubiales, sin saber muy bien a qué hacía referencia. “Hijas, aprendedlo. Es una lección de vida. Vosotras sí que sois feministas de verdad. El falso feminismo no busca la justicia, no busca la verdad. Están buscando una ejecución para ponerse la medalla y así decir que estamos avanzando”, ha añadido mientras los asentimientos y los aplausos se extendían por el patio de butacas.

Aprovechando el inestimable apoyo que allí le brindaba el seleccionador femenino, Rubiales ha hecho uso de él. Primero ha recordado el conflicto que enfrentó a Vilda y las jugadoras de la selección, que no aprobaban la gestión de su entrenador y pidieron su dimisión. Posteriormente, 15 de ellas abandonaron el equipo para salvaguardar su “estado emocional”. En aquel momento, Rubiales apoyó a Vilda y hoy este le ha devuelto el favor. “Me han querido hacer a mí lo mismo que te quisieron hacer a ti”, ha asegurado Rubiales.

El presidente de la RFEF ha ido más allá y ha defendido también a su protegido Vilda por referirse a las campeonas del mundo en masculino. “Las falsas feministas, que destrozan a las personas, que no nos felicitaron por ser 'campeones' del mundo, porque también había hombres ahí. También son 'campeones'. Porque es el plural para referirnos a todos. Sigamos utilizando 'campeones' para referirnos a nosotros”, ha defendido. Más aplauso han llegado tras ese momento.

Rubiales ha continuado vertiendo su amalgama de excusas machistas, llegando a comparar su beso sin consentimiento a Jenni, una subordinada, con ganar la lotería. “Si ustedes compran un décimo de lotería a medias con su vecina y les tocan 200 millones de euros, lo más probable es que cuando se encuentren después del sorteo hagan una barbaridad o se den un pico”, ha comparado. El presidente de la RFEF ha tenido tiempo también para cargar contra representantes políticos que han cargado contra él por su actuación.

“La señora Yolanda Díaz, Montero, Belarra y Echenique se han referido a esta acción con la palabra vejar, violencia sexual, sin consentimiento, agredir”, ha señalado.  “A estas personas que han dicho esto de mí, que me han acusado y que están intentando asesinarme públicamente, me voy a defender en los juzgados y voy a ejercer acciones contra estas personas”, ha amenazado. Como guinda, ha querido encumbrar el argumentario machista de barra de bar: “Por dios, qué pensarán las mujeres de verdad que han sido agredidas sexualmente”.

Media hora de comentarios sexistas, de comparaciones entre su acto abusivo y situaciones rutinarias y de aplausos ensordecedores de sus lacayos rojigualdas han mostrado lo que es el fútbol español. “Tengo que pedir disculpas por el contexto en el que se produjo el beso, pero ¿creen ustedes que eso es para sufrir la cacería que estoy sufriendo, para que pidan mi dimisión? ¿Es tan grave como para que me vaya?”. En el anfiteatro privado desde el que resiste, a Rubiales un sonoro no en forma de aplauso le ha dado su respuesta y él la ha replicado. Mientras, la sociedad clama y espera que la política y la justicia acaben con el poder que machistas como Rubiales amasan.