Recientemente, ha vuelto a saltar al foco del debate la cuestión de la pluralidad lingüística. España es un país en el que, además de castellano, se hablan otras muchas lenguas cooficiales que, hasta ahora, no estaban representadas en el Congreso de los Diputados y que han supuesto una de las condiciones de los nacionalistas para votar a Francina Armengol como presidenta de la Cámara Baja.

En concreto, la petición de los nacionalistas al respecto se ha basado en que se eleven a oficiales en la Unión Europea, así como que se puedan usar en los debates parlamentarios del parlamento.

Y como era de esperar, la reacción de las derechas a este respecto no ha sido positiva, y algunos partidos como Vox y el PP han empezado a enarbolar el discurso catastrofista de la ruptura de España y a protestar por estas concesiones, indicando que puede haber problemas de entendimiento entre los diputados que hablen distintas lenguas.

En concreto, desde las filas 'populares', el discurso oficial consiste en mostrarse escépticos en esta cuestión del entendimiento, en dudar de cómo podría aplicarse y en considerarlo una moneda de cambio. Insisten en que "Sánchez hace cualquier cosa por mantenerse en el poder, y si él no lo puede justificar, lo justifican sus socios" y señalan que "Bildu, Junts y el resto de partidos independentistas no respetan las instituciones españolas".

Sin embargo, la hemeroteca es sabia, y a propósito de este tema, se ha recuperado un fragmento del hoy presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, haciendo un ferviente alegato en defensa de su tierra y del gallego, una de esas lenguas que, precisamente, ha dado el salto al Hemiciclo.

"Nadie puede negarnos nuestra personalidad. Nadie puede negarnos que el pueblo gallego se remonta la noche de los tiempos. Nadie puede negarnos nuestro idioma, antiguo donde lo haya. Durante los cuatro años que estuve en la oposición, a mí se me llamó para firmar la reforma del Estatuto de Galicia. Y en aquellas, pues estaba de moda decir que éramos una nación. Si usted coge la historia de Cataluña y la historia de Galicia, hombre, yo creo que nosotros, mire usted, creo que históricamente tenemos muchos elementos para considerarnos lo que se llama una nación sin estado", declaró en 2014 el actual presidente del Partido Popular en el Círculo de Economía de Barcelona.

Con esa vehemencia defendía el entonces presidente de la Xunta la utilización del gallego y sus elementos culturales identitarios, e incluso, el merecimiento del pueblo de Galicia de ser reconocido como nación, señalando su estatus de nación sin estado y equiparando la situación con la del pueblo catalán. 

Este es un discurso, sin embargo, que ahora sería complicado escucharle al líder del PP por cuestiones obvias, pero que pone de manifiesto que el interés coyuntural siempre es un factor clave a la hora de tomar decisiones y / o apoyarlas. En concreto, el interés coyuntural de esta cuestión es que la línea de los partidos de derechas es oponerse a la pluralidad lingüística, y Feijóo, como máximo representante de uno de ellos, tiene que reproducir este sentido por extensión, aunque tenga una hemeroteca completamente contraria a ello. ¿Hipocresía? ¿Disciplina de voto? ¿Antipolítica y bloqueo de todo lo que hagan las formaciones de izquierdas? Las razones a argumentar son variopintas.

Reacciones de los diferentes partidos

La propuesta de la pluralidad lingüística propuesta, viable pero lenta, mantiene en diferentes posiciones a los grupos políticos. Desde el PSOE apelan a la calma para la implementación de una medida que reconoce la pluralidad de nuestro país y que desde los partidos nacionalistas piden llevar a cabo desde ya. "Nadie debe asustarnos. Una de las riquezas de nuestro país son las diferentes lenguas que tenemos y utilizar esas lenguas nos enriquece. Veamos la mejor forma de hacerlo también aquí en el Congreso", sostuvo ante los medios el portavoz socialista, Patxi López, este jueves tras el pleno.

Otras fuentes socialistas sí muestran una cautela a la hora de implementar esta medida, que conlleva ciertas dificultades a la hora de organizar los debates parlamentarios y su ejecución técnica. "Hay que hacerlo poco a poco. No hay traductores ahora mismo. Esto tiene sus pasos", esgrimen, antes de apuntar precisamente que hay que impulsar concursos públicos para contratar al personal necesario. Aunque es un acuerdo con sello rojo, en Sumar han celebrado este punto en pro de "modernizar las instituciones" y "avanzar hacia un país que es plural".

La derecha, sin embargo, no está tan convencida. El PP prefiere esperar a cómo finalmente se va a llevar a cabo y se muestra cauto, aunque apela a que no existan "problemas de comprensión" entre los diputados. La propia Cuca Gamarra ha intentado rebajar el acogimiento de esta novedad dentro del Hemiciclo asegurando que ya hay "un marco establecido" que permite la utilización del catalán, el gallego o el euskera. Todo mientras han criticado que algunos representantes utilizaran fórmulas distintas al "juro" o "prometo" en el acatamiento de la Constitución, como ha hecho también la ultraderecha de Vox.