Es cierto que la derecha y sus antenas mediáticas habían comenzado a asumir esta última semana que la soledad del Partido Popular, unido a la incapacidad de Alberto Núñez Feijóo para tejer alianzas más allá de Vox (y tampoco ha podido), abocaban a que la Mesa del Congreso fuera presidida por un diputado o diputada socialista y, con ello, la mayoría de progreso que se vislumbra en un futuro Gobierno, no quedase en minoría en tan importante institución del Congreso de los Diputados.

Pero tampoco es menos cierto que hasta última hora mantenían la esperanza de que Junts rompiese y decantase ese puzzle a favor de la presidencia para la actual portavoz del PP, Cuca Gamarra. Solo hay que repasar la prensa de estas últimas semanas para comprobar cómo han intentado, determinados medios, todos de derechas, por activa y por pasiva, con editoriales y columnas, con opiniones en tertulias televisivas o con intervenciones incendiarias en la radio, aportar su grano de arena para hacer descarrilar lo que entienden que se configura a la constitución de un futuro Gobierno presidido por Pedro Sánchez.

La caverna mediática ha hecho lo indecible y lo imposible para intentar que Gamarra fuera la presidenta y que los conservadores dominasen la Mesa del Congreso. Pero las fuerzas contrarias a la derecha, con la innecesaria -pero grave y dolorosa para el PP- participación del partido de Santiago Abascal, lo han frustrado. Y, además de ello, Feijóo sale chamuscado como candidato a la Presidencia del Gobierno. Por ello no son extrañas las airadas reacciones de los medios tras la votación. He aquí ocho muestras.

Jorge Bustos en El Mundo: “Solo cabe sentarse a contemplar cómo este feto acéfalo o Frankenstein II que acaba de alumbrarse en la Carrera de San Jerónimo va tomando forma”. Bustos apostilla y advierte: “Nuestro más esmerado antisanchismo está por estrenar. Hasta ahora solo estábamos precalentando”.

Editorial de La Razón: “Lo más preocupante es que sean las minorías separatistas quienes tengan en sus manos la estabilidad del país al que quieren trocear.

Jesús Fernández Úbeda en Libertad Digital titula su artículo “Armengol, presidenta: el porno tiene más misterio”. Además, se cuelga un vídeo en portada en el que, ante la petición de Pedro Sánchez de que los diputados socialistas cejen en su aplauso tras su llegada al hemiciclo, el medio ultra “deduce” y titula la pieza de la manera siguiente: “Sánchez manda sentarse a Yolanda Díaz y ésta le obedece al instante”.

Editorial del ABC. Titula “El PSOE humilla al Estado” y en su interior afirma que “Los pactos alcanzados por los socialistas con los separatistas catalanes son vejatorios para un país europeo que admite que se contemple su sistema judicial como un órgano represivo”.

Línea editorial COPE titula como “Consumatunt est” y añade “El acuerdo de último minuto entre el PSOE y el partido de Puigdemont abre la puerta a una de las legislaturas más tenebrosas desde la aprobación de la Constitución en 1978”. Pontifica la emisora de los obispos con el hecho de que “Pedro Sánchez ha elegido abiertamente la renovación de su alianza con los enemigos de España frente a un posible acuerdo con el Partido Popular”, y termina avisando de que “hay que prepararse para una repetición del gobierno Frankestein y a una aventurada vuelta de tuerca a las reclamaciones de los independentistas… para dar paso a una consulta más o menos camuflada sobre la independencia de Cataluña”.

En El Independiente, su director, Casimiro García-Abadillo escribe en su columna “Las cuatro cesiones de Sánchez para lograr el apoyo de Puigdemont” que “a eso se le llama en Cataluña peix al cove. Veremos hasta dónde está dispuesto a ceder Sánchez para seguir manteniéndose en el poder, ya que esto ha sido sólo el aperitivo”.

Voz Populi, a través de su redactor Jorge Sáinz, devalúa el acuerdo del PSOE con los independentistas catalanes con una pieza que titula “Brindis al sol de Sánchez con el uso del catalán en la UE: Nadie en Europa quiere abrir ese melón”. El digital cree que “La apuesta de Pedro Sánchez por el catalán necesita el apoyo unánime de todos los jefes de Gobierno de la Unión Europea que tienen sus propios problemas con idiomas domésticos”.