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La sanidad pública pone coto en España al fentanilo, la droga 'zombie' que asola EEUU

Policías de San Diego y sanitarios intentan reanimar a una mujer tras sufrir una sobredosis por fentanilo en San Diego, California.

África Gelardo Arrebola

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Decenas de jóvenes tratan, a duras penas, de mantenerse en pie en el famoso paseo de las estrellas de Hollywood, en Los Ángeles, California, una fotografía que se muestra como el negativo de lo que la cultura popular y el turismo han vendido de la opulenta y radiante ciudad. Su postura es peculiar: con la espalda arqueada hacia delante, los brazos y la cabeza colgando, balanceándose de manera leve en un intento de no caer al suelo. Vídeos así se multiplican en las redes sociales y alertan desde hace años de una situación cada vez más complicada. No es de extrañar que el fentanilo, la droga que se ha convertido en pandemia en Estados Unidos y que es 50 veces más potente que la heroína, se llame coloquialmente la droga zombie. En España, los expertos aseguran que no hay alarma, pero ¿qué hace nuestro país diferente a EEUU para frenar esta ola que llega a cada vez más países?

Para comprender qué ha ocurrido en Estados Unidos y por qué no ha pasado aquí por ahora, primero hay que profundizar en qué es el fentanilo y qué recorrido ha tenido. Como en el caso de la heroína en España, las causas que explican el fenómeno son múltiples y complejas, pero si hay una diferencia principal entre ambos países, es el sistema público sanitario, fundamental en el acceso y control de fármacos opiáceos.

50 veces más potente que la heroína

El fentanilo es un tipo de opioide sintético unas 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más fuerte que la heroína. Se aprobó por primera vez en Estados Unidos en 1968 y a partir de ese momento comenzó a recetarse regularmente como analgésico. En los últimos años ha sido el responsable de miles de muertes, un número que va en aumento. Solo en 2022, los fallecimientos por sobredosis en el país fueron de 107.000 personas, 30.000 más que en 2019. Se estima que dos terceras partes de esa cifra estaban relacionadas con el consumo de opioides sintéticos, como el fentanilo.

Como analgésico, se utiliza para bloquear dolores muy fuertes. Sin embargo, también se corre el riesgo de generar una fuerte adicción, por eso en España en la actualidad se sigue un estricto control, con dosis muy medidas y estudiadas según cada paciente. En los casos más extremos del consumo en calle, el exceso de esta sustancia produce la muerte por sobredosis, en la que el consumidor sufre una depresión respiratoria y se asfixia sin darse cuenta, según indica el psicofarmacólogo y experto en drogas Antón Gómez-Escolar.

El fentanilo no es solo más potente que la heroína, sino también es mucho más barato y fácil de producir y distribuir, lo que hace que sea la droga ideal para el mercado negro. Al ser más potente, a la hora de introducirlo ilegalmente a otro país, hacen falta menos gramos, lo que agiliza la distribución. A pesar de que los opioides sintéticos llevan décadas en el mercado, sobre todo en los últimos años, el problema ha crecido. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

La epidemia del OxyContin

Cuando se habla de crisis de opioides en el país norteamericano, es imposible no hablar de la empresa farmacéutica Purdue Pharma, creadora de la patente OxyContin, un fármaco de oxicodona, otro opioide sintético. Desde que se lanzó al mercado en 1995, se ha comercializado ampliamente utilizando prácticas engañosas y haciendo que los médicos lo recetasen de manera generalizada, incluso para tratar dolores que, en muchas ocasiones, eran mínimos. Esto ha llevado a la compañía a declararse en quiebra y a la pérdida de millones en denuncias de consumidores, pero no sin antes convertirse en una pieza fundamental en lo que hoy en día se considera una epidemia en el país. Cuando comenzaron a regularse las prescripciones, ya era demasiado tarde y cientos de miles de personas ya eran adictas. 

“Nosotros, a un paciente que se ha operado de una hernia inguinal, lo mandamos a su domicilio con paracetamol o con nada. En Estados Unidos, se mandaba a casa con 30 días de oxicodona. La gente se hacía adicta”, ejemplifica el doctor Luis Miguel Torres, jefe del Servicio de Anestesia del Hospital Puerta del Mar de Cádiz y presidente de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor.

Por su parte, Gómez-Escolar explica que para poder adquirir la misma sensación de alivio del dolor que con la oxicodona, las personas enganchadas pasaron a la heroína y otros opioides sintéticos más potentes y baratos, como el fentanilo. Se comenzó también a vender heroína adulterada con fentanilo, lo que supuso un nuevo problema al mezclarse las sustancias en laboratorios ilegales que en muchas ocasiones no tenían conocimientos de farmacología, lo que aumentaba el riesgo de muerte. 

“La alarma no existe en España”

Aunque ha aumentado el consumo en España en los últimos años, la situación es muy distinta a Estados Unidos, apuntan los expertos. Y en parte es, una vez más, gracias al sistema público de salud y al estricto control de los productos farmacológicos que hay en España. “Sea intencionado o no, la gestión [en EEUU] ha sido catastrófica y se están pagando las consecuencias. Aquí ni lo hemos hecho ni lo podemos hacer, aunque se quisiera”, indica Luis Miguel Torres, que asegura que esta alarma que hay en cada vez más países, “no existe en España”.

Según el Informe Nacional EDADES de 2022 del Plan Nacional de Drogas, el 15,8% de la población española de entre 15 a 64 años reconoce haber consumido analgésicos opioides con o sin receta en alguna ocasión, aunque el porcentaje de personas que reconoce haberlos consumido sin receta es únicamente del 1,5%. La mayoría de las personas que tomaron opioides lo hicieron por prescripción médica.

La codeína y el tramadol siguen siendo los opioides con mayor prevalencia de consumo, aunque es cierto que en los últimos años su uso ha disminuido en favor de otros como el fentanilo. Por ejemplo, la prevalencia de la codeína en 2022 era del 59,9%, mientras que la del fentanilo era del 14%. En 2018, el consumo de fentanilo sobre el total de opioides era de 1,9%. 

La doctora Elena Casado, anestesióloga, asegura que hace años se recetaban opiáceos de manera más habitual de lo que ahora se prescriben. “He visto a personas de 34 o 35 años a las que un traumatólogo le ha recetado esto por un dolor de rodilla y se han hecho adictas”. Según explica Casado, aunque el sistema sanitario español impedía que se replicara lo que en EEUU, algunas farmacéuticas intentaron, mediante guías e información que remitían a los médicos, que se vendieran de forma más generalizada estos productos.

Después, cuando se vio que el consumo había aumentado “de forma no indicada, se hizo una limitación de la prescripción de este tipo de productos” y ahora, esa prescripción en consultas ha caído. “Si seguimos teniendo un sistema sanitario de sanidad pública con una red estatal que controla el uso de este tipo de estupefacientes”, explica la doctora, “no vamos a vernos en una situación como EEUU. Aunque esto no quiere decir que no tenga un peligro que haya que controlar”.

Mercedes Rodríguez Rubio, directora de Proyecto Hombre, incide en que la realidad del país norteamericano “no tiene nada que ver con la nuestra”. “Nos creemos que todo lo que viene de fuera se va a instalar aquí dentro y no es así necesariamente”, añade. Rubio explica que sí ha subido el consumo ilegal, pero porque antes no se remitían casos. Ahora, al haber disponibilidad, sí hay más consumo, pero los números no son por ahora alarmantes, asegura.

Restricciones en la prescripción

Como fármaco, el uso del fentanilo está muy controlado. En realidad, todos los fármacos están controlados gracias al sistema electrónico, pero este, en especial, todavía más. Tanto el doctor Torres como el doctor Agustín Mendiola, coordinador del Grupo de Trabajo de Dolor Crónico de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR), explican que los medicamentos con fentanilo de absorción lenta se prescriben a algunos pacientes con dolores muy intensos. En cuanto al fentanilo de absorción rápida, debido a que puede causar una alta dependencia, su prescripción solo está autorizada para tratar el dolor irruptivo de pacientes oncológicos.

Además, se realiza un estricto control por parte del médico y de las instituciones sanitarias, según explican los doctores Torres y Mendiola. “Saltarse los controles es prácticamente imposible y, si se hace, queda rastro en los informes, que van con nombres y apellidos del médico y el paciente”, indica Torres.

Como jefe de servicio, recibo mensualmente un informe con todos los fármacos que prescriben mis facultativos a todos los pacientes. Al revisarlo, si se ve que un médico prescribe algo fuera de lo normal, se detecta

Luis M. Torres Jefe de Servicio de Anestesia

También la doctora Juana Sánchez, responsable del grupo de trabajo de dolor de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) subraya que debido al control, el uso fraudulento de estos productos es difícil que se dé en el país por parte de la atención sanitaria.

Contexto social

Para entender la epidemia de esta droga en América del Norte, se debe analizar no solo lo adictiva o potente que es esta, sino también otros aspectos clave como el contexto económico y social del lugar, así como el contexto y características de la persona. Rubio recuerda que durante la crisis económica de 2008, mucha gente se quedó sin trabajo en EEUU y, por lo tanto, sin asistencia sanitaria, lo que se tradujo en que no podían acceder en muchos casos a los medicamentos para el dolor crónico, algo que dio lugar a que los buscaran en el mercado ilegal. 

Aunque la directora de Proyecto Hombre considera que hay que “estar alerta”, asegura que el “sistema de Seguridad Social español es muy garantista” y agrega que actualmente hay “pocas demandas de tratamiento por este problema”, mientras que en los hospitales tampoco remiten una cantidad llamativa de sobredosis por el abuso de esta sustancia. 

Las drogas no son solo la sustancia, sino que las variables de persona y contexto son muy importantes. No es lo mismo tomar fentanilo en un hospital que tomarlo en la calle, o que lo tome alguien con cáncer que alguien sin cáncer

Antón Gómez-Escolar

En España y Europa, el fentanilo también se suele usar junto a la anestesia de manera intravenosa en la mayoría de operaciones. Sin embargo, se emplea solo durante las horas que dura la operación y se introduce para evitar que el paciente pueda sentir dolor. “Es un fármaco segurísimo a nivel de anestesia y muy eficaz”, asegura Torres, que además incide en que está tan controlado en los hospitales que incluso se almacena en “sitios especiales con caja fuerte”.

Afganistán frena la producción de heroína

Mirando a Europa, una de las noticias recientes que más preocupan a los expertos es el freno en seco de Afganistán a la producción de heroína. El país es uno de los principales productores mundiales del opioide, que proviene de la morfina, y esta, a su vez, de la amapola o adormidera asiática. Sin embargo, desde Proyecto Hombre puntualizan que ni siquiera los casos de heroína son por ahora preocupantes en España, con un perfil de consumidor de estupefacientes que se centra principalmente en el cannabis, alcohol y cocaína. 

Los talibanes parecen haber suprimido el cultivo de adormidera en casi un 90%, según recoge la revista Time, lo que podría desencadenar un cambio en la producción de los laboratorios europeos para sustituir la demanda de opioides derivada del hueco que deja el país asiático.

Mientras, el fentanilo continúa como amenaza a la salud pública en cada vez más países, como México o Colombia, lo que ha impulsado al gobierno de Joe Biden a crear una Coalición Global con más de 80 países con el objetivo de hacer frente a la amenaza de las drogas sintéticas.

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