Mago del humor

Mucho más que el padre de Mortadelo y Filemón

Un retrato del dibujante Francisco Ibáñez por aquellos quienes lo conocieron y admiraron

Un mural dedicado a Ibáñez en Barcelona, cerca del domicilio del artista
Un mural dedicado a Ibáñez en Barcelona, cerca del domicilio del artistaImagen cedida por Jose Nieves Lavid

A Francisco Ibáñez, fallecido hace una semana, le gustaban los clásicos del cine de humor, como Charlie Chaplin, Buster Keaton o Harold Lloyd. A ellos les rindió homenaje en algunas de las viñetas de uno de los mejores álbumes de la serie protagonizada por Mortadelo y Filemón, «¡Silencio, se rueda!». «De ahí viene la influencia para Ibáñez, para intentar incorporar un gag en cada viñeta. Y es que para él lo importante era el guion. Siempre decía que el dibujo es una técnica, pero el guion es pensar. Una idea podía costarle quince días». Quien habla así es Manuel de Cos, editor durante años de Ibáñez y una de las personas que mejor lo conoció.

«Era un placer absoluto trabajar con él. Nos llevábamos muy bien porque éramos muy parecidos, tanto que a los dos no nos gustaba el fútbol. No éramos seguidores de deportes aunque él hacía cada cuatro años esos álbumes dedicados a los Mundiales y a las Olimpiadas. Fueron 27 años de amistad. Así que no he perdido autor sino amigo», explica a este diario.

El dibujante José Luis Martín también trató a Ibáñez, desde principios de los 80, cuando el padre de Mortadelo acudía a entregar sus originales a la editorial junto a Raf, otro histórico de Bruguera. «Era como ver a Dios. Tenía un dibujo agilísimo, además de ser un guionista brutal. Lo descubrí en los sesenta y me pareció deslumbrante con unas historietas muy por encima de la media de lo habitual en Bruguera, con la excepción de Vázquez», dijo quien fuera director de «El Jueves».

Tanto Manuel de Cos como José Luis Martín coinciden en la entrega de Ibáñez a los lectores. «Él sabía, cuando íbamos a la Feria del Libro de Madrid, que la firma que teníamos programada de dos horas acababa siendo de tres. Lo único que nos pedía es que cuando se cortara la cola no fuera ante un niño o una niña», rememora el editor. Por su parte, Martín reconoció que «Ibáñez era alguien vocacionalmente dedicado al lector. Cuando le preguntaba si estaba dispuesto a jubilarse, él me contestaba que iba a seguir mientras siguiera teniendo colas en el Salón del Cómic».

¿Y de qué se podía hablar con Ibáñez fuera del trabajo? Martín, que compartió algunas comidas con el autor, reconoce que «aquí tengo que ser algo crítico porque solo hablaba de dibujos. Yo sabía muy poco de su familia porque no decía nada del tema, pero es que tampoco sabías nada de su salud. Hace un mes hablé con él y con esa risa que había tenido una pancreatitis».

Un original a lápiz de Ibáñez para el álbum "La vuelta al mundo"
Un original a lápiz de Ibáñez para el álbum "La vuelta al mundo"Penguin Random House

Este texto se ha escrito después de las elecciones generales. Manuel de Cos cree que hoy Ibáñez estaría afilando el lápiz porque «no era apolítico, no tenía nada de neutral porque se metía con todos. «Sí se ponía límites Mucha gente le preguntaba sobre el covid y él dijo que no haría nunca un álbum porque era algo que causaba sufrimiento. No le gustaba crear polémica. Él quería hacer humor, que el lector pasar un rato divertido. “Mis lectores son de toda España, de todo credo político”, decía», apuntó De Cos. En muchas de las aventuras de Mortadelo y Filemón, Ibáñez incluía caricaturas de personajes de actualidad, aunque no siempre le gustaba a sus víctimas de tinta china, como ocurrió con Alfonso Guerra o José María Aznar. «Oriol Junqueras salió en un viñeta recibiendo una torta. Él hizo un tuit diciendo que era un honor salir en un dibujo de Ibáñez», agregó Manuel de Cos.

Hay la sensación de que con la marcha del dibujante acaba una época. Hoy parece inimaginable que un álbum pueda vender 90.000 ejemplares, como sucedió con «El tesorero», inspirado en el escándalo Bárcenas. «Ibáñez y Jan eran los últimos de Filipinas. Ahora ese dibujo de humor está en precariedad. No quedan revistas y el papel se está acabando», concluye Martín.

Pero este texto empezaba hablando de humor. Así que le hemos preguntado su impresión sobre Ibáñez a un especialista en la materia llamado Andreu Buenafuente: «Mi admiración total por Ibáñez. Por su regularidad y brillantez, manejando la comedia a un nivel altísimo en todas sus épocas».