En Génova se vivió este lunes una jornada de ajetreo. Desde primera hora de la mañana, el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, mantuvo encuentros con toda la cúpula de su partido. Reuniones informales que el entorno del jefe de los conservadores envolvió bajo un manto de normalidad. Por la tarde, en su intervención ante la Junta Directiva Nacional de la formación, el candidato a la Presidencia del Gobierno dejó a la vista sus ánimos de intentar una investidura que evidencia la soledad de la fuerza conservadora en el Parlamento, carcomida por sus pactos con la ultraderecha y sin más posibilidades de alianza que la Unión del Pueblo Navarro (UPN). Ni tan siquiera su socio preferente, Vox, ha respondido a su intento por conformar gobierno. Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Coalición Canaria (CC) advirtieron a última hora de la noche su negativa a facilitar una “investidura fantasma” del presidente del PP.

“No voy a renunciar a intentarlo”, manifestaba Feijóo ante la cúpula de su partido en un cónclave para analizar la amarga victoria electoral. El Partido Popular se llevó el triunfo el 23J, pero con sabor agridulce, tras obtener un 33,05% de los votos y 136 escaños. Sin embargo, las opciones para conformar un nuevo Gobierno se le esfuman de entre los dedos y recaen sobre el candidato del PSOE y jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, que cuenta en su haber con más aliados que los conservadores. Con todo, en Génova se decidieron el lunes a no tirar la toalla, mientras en Ferraz optaron por echar el cierre por vacaciones y dejar que los conservadores sean quienes muevan ficha primero y se quemen. Y así fue

Feijóo aseguró que desde la misma mañana del lunes abrió contactos con “distintas fuerzas políticas al objeto de conseguir un gobierno estable en España” durante las próximas semanas. Tras un primer acercamiento con el Partido Socialista, el líder del Partido Popular ha informado de que ambos han “quedado en hablar” toda vez concluya el escrutinio final del voto CERA, donde sendas formaciones mantienen la esperanza de arañar algún que otro escaño. Sin embargo, fuentes del PSOE niegan que se hayan emplazado a una reunión. Al menos no en el futuro inmediato, aunque no descartan algún encuentro tras la constitución de las Cortes Generales el próximo 17 de agosto. Los socialistas ya han deslizado que no tienen prisa ninguna por accionar la palanca y dejan toda la responsabilidad a Feijóo para que salte al vacío.

Sólo una respuesta

Feijóo advirtió ante su ejecutiva que iniciaba ronda de contactos con formaciones como el PNV, Coalición Canaria, Vox y UPN. Iniciativa que ha caído en saco roto. De todas las formaciones con las que ha contactado, tan solo una no le ha negado el pan y la sal. De hecho, es la única que ni tan siquiera se ha pronunciado o ha desmentido al líder del Partido Popular. A pesar de la enemistad reciente al seducir a sus dos parlamentarios en la pasada legislatura para que votasen contra los deseos de la formación en la votación de la reforma laboral y su posterior adhesión al PP, el líder de los navarros, Javier Esparza, le ha “confirmado ya el apoyo” ante una hipotética investidura.

PNV: "Feijóo ha cruzado una línea roja al meter a Vox en las instituciones"

Los problemas crecen en el jardín de Feijóo al llamar a la puerta del PNV y de Coalición Canaria. En el caso de los jeltzales, el líder del Partido Popular anunciaba una primera toma de contacto con Andoni Ortuzar, líder de los nacionalistas vascos, y que espera “ampliar” en los próximos días. No obstante, éstos han rehusado la invitación de los conservadores dado que “esta operación” lleva implícita la cooperación de Vox para acometerse y esa es una “línea roja” que en Génova han asumido pero que los euskaldunes no están por la labor de traspasar.

Así lo trasladaron fuentes de la formación nacionalista, que explicaban a su vez que PNV y PP no han hablado ni se han citado ni tampoco han llegado a ningún acuerdo. Los jeltzales han insistido en la postura que han mantenido en las últimas semanas. “Feijóo ha cruzado una línea roja al meter a Vox en las instituciones”, subrayan desde la cúpula del PNV. El mensaje es inequívoco y tumba las intenciones de un Alberto Núñez Feijóo que tampoco se ha topado con una respuesta nítida de Vox, aunque según el propio líder del PP han quedado en “continuar las conversaciones” a lo largo de esta semana.

Tampoco contará con el apoyo de Coalición Canaria, con quienes aseguraba que “se abrió el camino” para las negociaciones. Ana Oramas, parlamentaria de la fuerza insular, ha declinado la invitación de Feijóo a apoyar lo que ha calificado como una “investidura fantasma”, al no contar con los suficientes apoyos para conformar una mayoría. “No hay ninguna posibilidad”, destacó. Asimismo, también avanzaba en declaraciones a Cuatro, que tampoco se abría la puerta a sostener a una opción que dependa de “los que no creen” en España, en alusión a Junts.

Oramas (CC): "No hay ninguna posibilidad de apoyar una investidura fantasma de Feijóo"

Caras largas y ruido en Génova

Los rostros serios del balcón de Génova,13 una vez el escrutinio avanzó en la noche electoral evidenciaban que el resultado no estaba siendo difícil de digerir en las filas populares. Las encuestas y las percepciones propias, además de una gran victoria en las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, hacían pensar a los directores de orquesta del partido que esta vez sí, que este 23J el efecto Pedro Sánchez sería derrotado por una alternativa sólida y de gobierno en la que la única duda era si las negociaciones poselectorales hacían condición sine qua non la inclusión de Vox en un hipotético gabinete.

No obstante, no fue así, y pese a que en aquel momento la plana mayor de Génova decidió salir al balcón para saludar y agradecer su presencia a los miles de militantes que abarrotaban la céntrica calle madrileña, los primeros cánticos y las miradas nerviosas ponían sobre la mesa lo que Ayuso, 24 horas después, se atrevió a decir: “El PP no está para fiestas”.

Este lunes tampoco fue un día fácil para los populares. Feijóo reunía a su grupo duro en un Comité de Dirección para preparar la Junta Directiva Nacional de por la tarde. Cerca de las 17 horas, todas las miradas se depositaban en la sede del PP, donde los barones desfilaban uno por uno con diferentes estrategias: Fernández Mañueco o Moreno Bonilla celebraban el resultado y daban su respaldo a Feijóo; María Guardiola decidió pasar por delante de los micros sin ofrecer respuestas; y Ayuso, la más combativa y esperada, especialmente después de que los militantes populares empezasen a pedir la sucesión la propia noche electoral, no dudó en pararse, contestar a todas las preguntas y soltar frases de las que hacen caer presidentes: “Esperábamos un mejor resultado, no nos vamos a engañar. El PP no está para fiestas”, sentenció, sabedora del morbo de sus palabras y del runrún que se despertará en cuanto Feijóo fracase en su plan de investidura y el ruido vuelva a adueñarse de una planta noble, la 7 de Génova, abonada a la intranquilidad.  

¿Y los barones socialistas?

Tan convencido estaba Feijóo de que gobernaría, tan triunfalistas eran las conversaciones de su equipo con la prensa fuera de cámaras, que la estrategia giraba en tratar de desestabilizar al PSOE, persuadir a sus díscolos, orquestar la sucesión de un Pedro Sánchez que ha demostrado una capacidad de resiliencia a la altura de muy pocos.

El síndrome del ministro se apoderó de Génova 13 y muchos empezaron a preocuparse antes del con quién que del qué. Con esto sobre la mesa, Feijóo reconoció que llamaría a todos los barones socialistas para que, en caso de una victoria aplastante del bloque de las derechas, forzasen que los socialistas les otorgasen su confianza salvando al país de una dupla, la de PP y Vox, a la que ya nos hemos acostumbrado en territorios como Castilla y León, la Comunidad Valenciana o Extremadura.

Sin embargo, y a tenor de las dificultades del PP para armar una aritmética ventajosa para sus intereses, queda por ver si el líder de los populares se atreve a dar el paso, descolgar el teléfono y pedir a los barones socialistas más críticos con Sánchez que le lleven la contraria a su secretario general.