La previsión de Alberto Gil Setas –microbiólogo del Hospital Universitario de Navarra (HUN)– sobre las implicaciones que va a tener en la salud pública mundial el problema de la resistencia a los antibióticos no es muy halagüeña. Sin embargo, hace una valoración positiva del cambio de rumbo que se ha tomado en los últimos años. Gil Setas es –junto a Xabier Beristáin– coordinador del PRAN (Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos) en Navarra, gracias al cual se implantó en 2017 el PROA –Programa de Optimización del uso de Antibióticos– que tiene como objetivo último reducir y adecuar el consumo de estos medicamentos.

El trabajo realizado en Navarra, en palabras del microbiólogo, ha sido “muy bueno”, hasta el punto de que es la comunidad del Estado que menos antibióticos consume. No obstante, alerta de que las bacterias multirresistentes suponen uno de los mayores problemas sanitarios que existen en la actualidad, porque las previsiones asustan: en 2050 habrá personas que mueran por enfermedades comunes al no funcionar los tratamientos.

En 2022 creció el uso de antibióticos tras la caída provocada por la pandemia, pero la tendencia de los últimos años en Navarra es buena... 

–Sí, pero lo primero que hay que explicar es que hay más de 10 familias de antibióticos y no es lo mismo que crezca el consumo de amoxicilina que el de las quinolonas o los macrólidos. Que aumente el uso de amoxicilina no es especialmente malo, pero si suben las quinolonas o los macrólidos –que se utilizan por ejemplo, para tratar las enfermedades de transmisión sexual–, por poner un ejemplo, hay más problema, porque son antibióticos que generan resistencia.

¿Qué es exactamente la resistencia a los antibióticos?

–En nuestro organismo tenemos más bacterias que células propias y las bacterias no son malas de por sí, cumplen su función, lo que sí que es verdad es que la mayoría de las veces son las bacterias que tenemos en el organismo las que nos provocan las infecciones, no bacterias externas. Cuando esto ocurre, se trata la enfermedad con antibiótico, pero lo importante es usar el adecuado. En España hay una guía terapéutica para optimizar el uso de los antibióticos en la que se detalla cuál es el antimicrobiano de primera elección para cada infección, es decir, el más adecuado. Lo que nos interesa es ajustar la acción del medicamento para actuar contra las bacterias que nos están provocando la enfermedad, lo que nosotros llamamos el espectro del antibiótico. Si no se usa el adecuado, se mata también a bacterias que no están provocando la infección y que son “sensibles” –es decir, que sí reaccionan ante los antibióticos– y ese espacio que dejan lo ocupan al instante bacterias multirresistentes, a las que no les afecta el antibiótico; y esto hace que cada vez tengamos en nuestro organismo más bacterias resistentes reduciendo la efectividad de los antibióticos.

Y usando el antibiótico adecuado, ¿esto no ocurre?

–No. Por ejemplo, para curar las anginas hay como 10 antibióticos diferentes que funcionan, pero no todos lo hacen igual. El antibiótico de primera elección en el caso de las anginas es la penicilina, si usamos otro, como los macrólidos, nos puede curar las anginas pero también va a matar a otras bacterias y va a generan bacterias multirresistentes para ellos mismos, pero también para el resto de familias de antibióticos. Por eso, además de reducir el consumo, lo fundamental es que los profesionales sigan la guía y se use para cada enfermedad el antibiótico de primera elección. Es uno de los objetivos del PROA y en Navarra lo estamos haciendo bien, en torno al 80% de los antibióticos que se recetan son de la familia adecuada.

¿Y por qué no se usa siempre el antibiótico de primera elección?

–Bueno, porque, por ejemplo, hay gente alérgica a la penicilina que tiene que usar otra familia de antibióticos. Pero luego hay otro problema que es el consumo en innecesario. Por ejemplo, se usa mucho antibiótico contra virus y es algo que no sirve para nada, porque solo curan infecciones bacterianas, pero a veces es algo muy difícil de determinar. Si viene una persona joven con un catarro y no sabemos si es por una infección vírica o bacteriana no hay problema en recetarle paracetamol o ibuprofeno y esperar a que se le pase. Pero si es una persona de avanzada edad o que tienen alguna patología previa la situación es más complicada, porque muchas veces no puedes arriesgarte a que empeore y entonces se le receta un antibiótico por si es infección bacteriana. Pero algunos de esos casos serán infecciones víricas que se están tratando con antibióticos. No es que el médico lo esté haciendo mal, pero sí que ahí hay un margen de mejora para tratar de reducir el consumo de antibióticos.

¿No hay manera de diferenciar si la infección es vírica o bacteriana?

–En Atención Primaria, que es donde se recetan el 90% de los antibióticos, no se cuenta con pruebas para diferenciar entre infecciones provocadas por virus o por bacterias. Sí que existe una prueba que es la PCR (Proteína C Reactiva) –que no es la misma que la de la covid–, que analizan una proteína que aumenta cuando la infección es bacteriana y no cuando es vírica. Entonces, se está jugando mucho ahora con esa prueba y estaría bien que se pueda contar con ella en Atención Primaria. 

¿Desde cuándo existe el problema de la resistencia a los antibióticos?

–Desde el minuto uno en el que se creó el primer antibiótico: la penicilina. Fleming ya se dio cuenta de que las bacterias se volvían resistentes a los antibióticos.

Pero ahora ya es más grave, ¿no?

–Es un problema de salud pública a nivel mundial, porque el tratamiento de bacterias resistentes es complicadísimo. Unas de las que más problemas generan son las bacterias típicas de los hospitales: las pseudomonas, que son muy resistentes y el tratamiento suele ser de antibiótico por vía intravenosa, por la gravedad de la bacteria. Pero son tan resistentes que pueden no reaccionar ante ese tratamiento y entonces ya no quedan antibióticos para poner, porque es resistente a todos y si la infección pasa a la sangre puede comprometer tu vida.

¿Hay riesgo de que en unos años haya personas que se mueran por una enfermedad común?

–Ese es el tema. La previsión para 2050 dice que sí, que una persona podrá llegar a morirse por una enfermedad común. La resistencia a los antibióticos puede convertir a una simple infección de orina en una enfermedad mortal si no se consigue tratar con ningún antibiótico.