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Hace poco hablábamos de lo que pueden variar las normas de educación en la mesa en función del país en el que estés; siendo algunas de ellas realmente sorprendentes. Lo mismo ocurre con algunos alimentos o recetas que son imprescindibles en el imaginario colectivo de un lugar y que ofrecen al turista a modo de agasajo, pero que a nosotros nos pueden parecer de lo menos apetecibles por su aspecto, olor o procedencia. No es algo tan raro porque a los turistas que visitan nuestro país les pasa lo mismo cuando descubren que comemos caracoles, conejo o callos como si nada.
Lo ideal, y uno de los mandamientos del viajero todoterreno, es atreverse y probarlo -casi- todo, ya que será la mejor forma de conocer y entender la gastronomía local. Y es que descubrir las diferencias culturales cuando viajamos no sólo nos enriquece, sino que nos puede salvar de más de un apuro. Así que, para ir abriendo boca, te presentamos algunos de los alimentos más impactantes que puedes encontrar en destinos de todo el mundo.
Seis "terroríficos" manjares que deberías probar alguna vez en la vida
Casu Marzu – Italia
En el dialecto sardo significa "queso podrido". Una pista del intenso sabor que tiene este producto elaborado con queso de oveja. Se produce en la isla de Cerdeña de una forma muy parecida al famoso pecorino, con la particularidad de que en este caso son las larvas vivas de las moscas las que le dan un toque bastante peculiar.
Al introducirse en el queso de forma deliberada, lo que provocan es que la fermentación alcance unos niveles más elevados y que los ácidos grasos se rompan. Así, cuando se abre la rueda, se puede apreciar perfectamente cómo estos seres vivos se mueven por la masa. Y cuidado, porque pueden llegar a saltar hasta quince centímetros, de ahí que se recomiende comerlo con protección en los ojos.
Por motivos higiénicos y sanitarios, la Unión Europea prohíbe su comercialización, pero no su fabricación casera, así que habrá que buscar y preguntar a los particulares para llegar hasta él.
Durian – Singapur y Malasia
Pasamos de un producto de sabor y olor intenso a otro que no se queda atrás, ya que esta fruta es conocida como "la más apestosa del mundo". Denominada también durión, su apariencia exterior es verde y tremendamente espinosa, y es que su nombre viene de la palabra malaya "duri" que significa "espinas". Una vez abierta, se descubre una pulpa de color amarillo pálido, jugosa y cremosa; y se percibe, de forma inevitable, su característico aroma con matices de sulfuro provenientes de los compuestos volátiles de azufre.
Pero que su olor no te eche para atrás, porque al comerla sorprende mucho su sabor dulce con notas de crema, fresas y caramelo. Además, es muy nutritiva, ya que gracias a los niveles de vitamina C, betacarotenos, riboflavina, niacina o ácido fólico, ayuda a regular la presión arterial, a fortalecer los huesos y músculos, reduce la inflamación, alivia las migrañas, ayuda a combatir la anemia o a mejorar la memoria. Ah, y es también afrodisiaca.
Huevo centenario – China
Este tentempié amado por los chinos -conocido también como huevo de dragón o de los mil años- es básicamente un huevo de pato, gallina o codorniz que ha pasado varias semanas o meses en una solución de arcilla, ceniza, cal viva, cáscara de arroz, sal y té negro, hasta que ha fermentado. Al retirar la cáscara, lo que resulta es un huevo de color negro con toques verdosos (dependerá del tiempo de fermentación) que emite un aroma intenso parecido al del queso y que tiene una textura gelatinosa.
En China es una auténtica exquisitez que, dependiendo del punto del país en el que te encuentres, lo pueden servir acompañado de raíz de jengibre, tofu, katsuobushi (copos de bonito seco), salsa de soja, aceite de sésamo o, en el caso de los hogares, junto a arroz o cocinado con cerdo y arroz congee. Eso sí, mejor abstenerse de darle directamente un mordisco al huevo entero; allí nadie lo hace, y será por algo.
Zumo de ojo de oveja – Mongolia
Es completamente normal que, si te ofrecen esta bebida roja, la primera palabra que puedas emitir sea un "no" rotundo. Pero lo cierto es que se trata de uno de los remedios más infalibles para curar la resaca, motivo más que de sobra para darle una oportunidad. ¿La receta? Muy sencilla: zumo de tomate, vinagre de manzana y un ojo de oveja que se haya conservado durante bastante tiempo en la bebida.
Por lo visto, esta mezcla ayuda a estabilizar los niveles de azúcar en sangre y a combatir la retención de líquidos en el organismo, dos de los síntomas que provocan el mal ‘del día después’. Y no es un remedio reciente, sino que se remonta a tiempos de Gengis Kan, en el siglo XII, cuando tras una sobredosis de raky (una bebida elaborada con leche de yegua fermentada) optaban por ingerir este zumo para así revivir y continuar la travesía.
Natto – Japón
En el caso del natto se cumplen dos condiciones de alimento que, a simple vista, puede resultar poco apetecible, pero que es tremendamente nutritivo y considerado un superalimento. Realmente es un derivado de la soja que se obtiene de la fermentación de su grano, un proceso provocado por la bacteria Bacilus subtilis. Comerlo puede ser algo difícil ya que tiene una textura mucosa que provoca que cuando se coge con los palillos le sigan unos hilos creados por la propia fermentación.
En Japón suelen tomarlo como desayuno acompañado de arroz blanco gohan o con salsa de soja y mostaza japonesa para contrarrestar la intensidad del sabor.
Como en el caso del huevo centenario, el aroma que emite se parece al del queso muy curado o azul, pero que eso no te eche para atrás porque se le atribuyen beneficios contra enfermedades cardiovasculares. Y no sólo eso, también fortalece los huesos y los dientes, es antiinflamatorio, mejora el proceso digestivo y es fuente de probióticos naturales, lo que provoca que aumenten las bacterias intestinales saludables en nuestro organismo.
Shirako - Japón
Es muy habitual que en cualquier izakaya (taberna) japonesa sirvan este 'manjar' que muchos degustan con entusiasmo. 'Shira' significa blanco y 'ko' niño, pero ¿qué es exactamente el shirako? Pues nada más y nada menos que semen de pescado, generalmente de pez globo, rape o bacalao.
Se suele tomar hervido con salsa, en tempura o a la parrilla, como hizo hace poco el chef Dabiz Muñoz durante una visita al país nipón para enamorarse de este producto y afirmar en una publicación de su Instagram: "me voló la cabeza demasiado".
No es nada barato, en lonja el kilo puede costar 3.000 €, algo que se explica de la escasa cantidad que se puede extraer por pieza. Y, aunque de primeras impacte, hay que tener en cuenta que en España comemos huevas de pescado sin pestañear. Atreverse merecerá la pena.
