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Esta curiosa mezcla entre un inmenso roadster de los años 30, un monstruo del desierto y barqueta de carreras es fruto de la imaginación y los deseos extravagantes de dos alemanes amantes de los Land Rover, Thomas Bell y Holger Kalvelage. Estos dos amigos decidieron crear algo diferente como un homenaje al Land Rover Serie II. Su idea era construir una corta serie de un “super-Land Rover” con diferentes motores, incluyendo la opción de un motor de avión, de ahí sus extrañas proporciones y así fue como nacieron los dos Land Rover Bell Aurengs Longnose.
En este Land Rover Serie II de 1967 nada está en el sitio habitual. La nueva y alargada carrocería de aluminio fue realizada a mano por los especialistas de Lorenz + Knorr-Held, en Erlangen, Alemania. Los dos únicos asientos se desplazaron hacia atrás hasta situarse justo por delante del eje posterior. A pesar de su imponente aspecto bajo el enorme capó delantero lo que encontramos es un motor V8 de 4,6 litros procedente de un Range Rover que fue modificado y llevado a los 5.0 litros por JE-Engineering en Coventry, Inglaterra, y su potencia está alrededor de los 350 CV.
Un interior espectacular
La excelente pintura en color arena satinada, las salidas laterales de escape o los enormes neumáticos Mickey Thompson completan la estética fuera de lo corriente de este Land Rover. Pero lo realmente hipnótico es el interior de este Longnose, que puede llevarnos horas de contemplación. Los magníficos baquets y todo el interior revestido en cuero napa, el volante realizado con cordones de cuero, el pomo del cambio con una pelota de cricket o el piso integral de madera, además de los exquisitos acabados, hacen de su habitáculo algo muy especial.
Por si fuera poco el techo se puede desmontar y se convierte en un inclasificable roadster para que todo ese magnífico habitáculo sea visible. No sabría definir si el Land Rover Longnose es brutal o elegante, aunque tal vez sea las dos cosas a la vez. Está a la venta en Thiesen Automobile Hamburgo, Alemania, con un precio de 198.500 euros y solo hay otro igual en el mundo.
Más de 30 años dedicado al periodismo del motor y el estilo de vida que siempre ha acompañado al automóvil, primero como director de tres publicaciones y ahora como colaborador. Por mucho que se empeñen en hacernos creer que los coches son simples instrumentos de movilidad, para mí son verdaderas obras de arte que provocan emociones y el primer artefacto moderno que proporcionó a la mayoría de la humanidad una forma real de libertad y de conocimiento de otros mundos, mucho antes de que existiera Internet.