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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Todo lo que está roto

Manifestación estudiantil por el 8M en Barcelona

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Una niña de 11 años fue presuntamente violada en Badalona por seis menores que la amenazaron con un cuchillo en un centro comercial y la metieron en los baños públicos, donde abusaron de ella. El guardia de seguridad al que acudió después no le creyó y se la quitó de encima cruelmente. Es un claro ejemplo de todo lo que está roto en nuestras sociedades. Sociedades tan aceleradas y alienadas que no cuidan de sus hijos, que dejan su educación sexual en manos del porno y permiten que se críen en la cultura de la violación y el desprecio a las mujeres. Sociedades en las que ellos violan en manada y a ellas no les creen cuando denuncian. Por eso era necesaria la ley del solo sí es sí y por eso han ido a derribarla: porque es un ataque frontal, desde todos los frentes, al machismo y al patriarcado. 

Es una ley integral que va mucho más allá de las penas tan partidaria y torticeramente discutidas. Va mucho más allá del Código Penal porque las condenas no disuaden a los violadores, es un cambio global el que puede reducir las agresiones. Va al meollo del asunto: a intentar acabar con los agresores y proteger a las agredidas en todo el proceso. Va a la raíz del feminismo porque pone la voluntad de la mujer en el centro. No es solo que las mujeres no tengan que probar que se resistieron, es que se reconoce su soberanía. En su cuerpo no manda nadie más que ellas. Y eso es lo que no soportan. De ahí la que ha liado la derecha hasta conseguir lo que querían: aumentar las penas para los casos de intimidación y violencia desplazando al consentimiento. 

Hay que recordar que la reforma que esta semana han aprobado socialistas y populares con la abstención de Vox, no evitará rebajas en los casos juzgados hasta ahora. No frenará la famosa “sangría”. Hay que recordar también que la sangría no es tal, son un 17% de los 4.000 casos de agresión sexual que pueden revisarse, que en su mayoría solo han implicado una rebaja de unos meses. Esta reforma se ha hecho para calmar a la jauría que, por supuesto, no se sacia y sigue mordiendo el hueso del Gobierno. Un Gobierno que aprobó unido esta ley y se ha roto en una reforma que tendrían que haber pactado en los despachos pero que han escenificado en los medios, en un espectáculo lamentable por ambas partes, el PSOE llamando “impresentable” a Podemos y Podemos llamando “fascista” al PSOE, mientras la derecha coge las palomitas para ver cómo Pedro Sánchez desacredita a Irene Montero en el Congreso. 

La reforma de los socialistas es la reforma de los populares que esta ley no necesitaba. El PSOE debería haber aceptado la propuesta de Igualdad de subir un año las penas sin tocar el corazón del texto. Tampoco han ayudado Belarra y Montero poniendo a caldo a los socios de Gobierno. Todos han perdido la oportunidad de arreglar lo que estaba roto. Han perdido la oportunidad de hacer pedagogía sobre el carácter integral de una ley que va más allá del más acá al que les ha abocado la caverna. Han perdido la oportunidad de poner en valor una de las leyes más importantes de esta legislatura que ha acabado arrastrada por el suelo como los derechos de las mujeres. 

Una coalición que ha resistido a la legislatura más difícil del siglo, que ha permanecido unida contra todo pronóstico y ha conseguido una mayoría plural en el Congreso con la que ha aprobado la mayor cantidad de avances sociales de nuestra democracia, puede dilapidar su legado por una actitud muy patriarcal: marcar territorio, marcar paquete. Es lo mismo que le ocurre a las feministas clásicas que quieren sacar del feminismo tanto a las personas trans como a los nuevos feminismos con argumentos que ahora utiliza hasta el PP. Debería hacerles reflexionar. 

Todos, Gobierno, izquierda y feministas deberíamos reflexionar después de otro 8M de la discordia, de otra crisis gubernamental y de la disputa por dos leyes que han ampliado derechos, en ningún caso los han recortado. La grieta que nos separa es la autopista por la que la derecha nos pasará por encima con su apisonadora. Hace unos días tuve un acalorado debate con una oyente por la Ley del Sí es Sí en el que acabé frustrado porque nos quedamos en lo que nos separa en lugar de buscarnos en lo que nos une, que es mucho más. Con mi padre, con el que siempre discuto, he empezado a buscar los puntos de encuentro, más que los desencuentros. Y funciona. Para arreglar todo lo que está roto en esta sociedad, habría que empezar por arreglar todo lo que se ha roto entre nosotros.

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