Durante la marcha de este pasado jueves que convocó el independentismo catalán para protestar contra la cumbre entre España y Francia se pudieron oír gritos contra Oriol Junqueras al que acusan de traidor. Junqueras tuvo que abandonar la concentración ante los gritos de los manifestantes. Una convocatoria que tuvo muy poco refrendo social frente a otras que han tenido un mayor poder de convocatoria.

La manifestación dejó visible la división existente dentro del independentismo catalán, algo que por otra parte no es nada nuevo en los movimientos independentistas a lo largo de la historia.

Si querían dar una imagen de unidad ante la opinión pública internacional, el tiro les ha salido por la culata.

Dentro del independentismo hay dos posturas enfrentadas. Por un lado, JuntsxCat apuesta por la vía más dura de declarar la independencia por la vía unilateral sin ninguna negociación con el Estado mientras que ERC, socios del Gobierno de Sánchez, defiende la convocatoria de un referéndum pactado con el Estado.

El pragmatismo de ERC, que nunca ha renunciado a sus postulados independentistas, ha permitido reconducir la situación de bloqueo sistemático que existía con el PP de Mariano Rajoy donde se judicializó el conflicto.

El proces no ha acabado como ha afirmado Pedro Sánchez después de que el Gobierno indultara a los políticos presos por convocar un referéndum ilegal. Tampoco porque se haya abolido el delito de sedición y se haya reformado el delito de malversación. Pero es verdad que la situación en Cataluña es mucho mejor hoy de lo que lo era hace siete años.

Se ha recuperado el diálogo entre el Gobierno de España y el Gobierno de la Generalitat. Se han dado pasos para normalizar la situación de un conflicto claramente político que requiere de soluciones políticas.

El apoyo al independentismo ha caído y está por debajo del 50%.

La victoria del PSC en las pasadas elecciones, pese a que sigue habiendo una mayoría independentista en el Parlament de Cataluña , nos hace ser un poco más optimistas a los que no queremos que Cataluña se marche de España y apostamos por una solución negociada para que todos los catalanes se sientan cómodos en una España plural. Y eso pasa por seguir apostando por el diálogo.