El volcán de Tonga hizo erupción en 2022, pero sus efectos seguirían sintiéndose hasta hoy

Los 146.000 millones de litros de vapor de agua que el volcán expulsó a la atmósfera podrían llegar a alterar el clima de la Tierra hasta el punto de calentarla durante los cinco años posteriores a la erupción.

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El volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha'apai en plena erupción el pasado 15 de enero de 2022.
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El volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha'apai en plena erupción el pasado 15 de enero de 2022.

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David Miranda

Periodista especializado en política internacional y naturaleza

Cuando el volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha'apai estalló definitivamente el pasado 15 de enero de 2022, sus efectos se dejaron notar por todo el planeta. Los tsunamis provocados por la supererupción afectaron a las costas de buena parte del mundo y, sin duda, la nación del Pacífico se llevó la peor parte. Meses después, una investigación publicada en la revista Nature confirmó que esta erupción se había convertido en la mayor explosión en la Tierra de la Era Moderna, quedando registrada como una de las más poderosas jamás observadas.

 

Sus consecuencias se dejaron notar desde el primer instante, desencadenando ondas de gravedad atmosférica que dieron la vuelta al mundo 4 veces y enviando los escombros provocados por la explosión hasta más de 50 kilómetros de altura en la atmósfera. Sin embargo, sus consecuencias para el planeta todavía estaban lejos de haber cesado.

La ceniza y los gases alcanzaron la atmósfera en compañía de miles de millones de litros de vapor de agua, tal y como indica un estudio publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters y bajo el título The Hunga Tonga-Hunga Ha'apai Hydration of the Stratosphere.

Esta erupción es la mayor explosión en la Tierra de la Era Moderna y una de las más poderosas jamás observadas.

Un evento sin precedentes

Esta erupción sigue suponiendo un reto de dimensiones nunca antes vistas para los investigadores pues, según el estudio, sus efectos podrían llegar a alterar el clima de la Tierra hasta el punto de calentarla durante los cinco años posteriores al estallido, afectando también a la capa de ozono.

Hasta ahora, nunca se había observado que un evento de esta magnitud pudiera inyectar en la atmósfera tal cantidad de vapor de agua, por lo que la comunidad científica permanece alerta para analizar sus efectos a medio y largo plazo.

Es por ello que la tecnología espacial ha sido clave para desentrañar el misterio del vapor de agua en la atmósfera: gracias al Microwave Limb Sounder (MLS, por sus siglas en inglés), un dispositivo a bordo del satélite Aura de la NASA que mide una variedad de compuestos de la atmósfera terrestre a más de 100 kilómetros de altura, los autores del estudio pudieron analizar la cantidad de agua y dióxido de azufre que la erupción expulsó a la atmósfera.

Nunca se había observado que un evento de esta magnitud pudiera inyectar en la atmósfera tal cantidad de vapor de agua.

Luis Millán, científico atmosférico del Jet Propulsión Laboratory de la NASA y coautor de la investigación, buscó estos dos compuestos en concreto por su capacidad de afectar al clima. Las estimaciones del estudio indican que 146.000 millones de litros de agua llegaron hasta la estratosfera, lo que viene a ser el equivalente a 58.000 piscinas olímpicas o, lo que es lo mismo, el 10% del agua que ya había en la estratosfera.

El vapor de agua podría permanecer en la estratosfera durante 5 años

Mientras que ya está extensamente documentado el efecto refrigerador de los volcanes en el clima global debido a la llegada del dióxido de azufre a las capas más altas de la atmósfera, reflejando los rayos solares hacia el exterior, el volcán de Tonga sigue planteando nuevos desafíos.

Tal cantidad de vapor de agua en la atmósfera puede provocar un efecto totalmente contrario: el agua absorbe la energía del sol en vez de reflejarla, potenciando el efecto invernadero. Mientras que el dióxido de azufre se disipará en pocos años, el agua podría llegar a permanecer durante 5 años o más, acelerando el calentamiento que ya se produce por los gases de efecto invernadero.

Sin embargo, todos estos efectos requieren de tiempo para poder ser documentados y estudiados, por lo que de momento no hay consenso en la comunidad científica sobre los efectos a largo plazo de la erupción del Hunga Tonga-Hunga Ha'apai, un volcán submarino que sigue batiendo récords por su magnitud, ofreciendo datos nunca antes vistos.