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Insectos 'comelibros' se daban un festín con la biblioteca de Menéndez Pelayo valorada en 77 millones

Sala de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander.

Javier Fernández Rubio

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Pocos lo saben en Cantabria, pero después de las cuevas con arte rupestre que existen en la comunidad, tal vez sea la Biblioteca de Menéndez Pelayo una de las joyas patrimoniales más destacadas. Solo los fondos bibliográficos, procedentes de la biblioteca personal del polígrafo, han sido valorados en 77 millones de euros, a razón de millar de euros por ejemplar, sin tener en cuenta que algunas piezas singularísimas están tasadas en millones de euros. Sin embargo, este patrimonio documental está dañado y requiere de una importante inversión económica para su restauración.

Tampoco prospera adecuadamente la obra de reforma de la Biblioteca, ubicada entre las calles Gravina y Rubio de Santander. De hecho, está parada. Con un presupuesto de un millón de euros que facilita el Gobierno de España, el Ayuntamiento está procediendo a la revisión de un proyecto que básicamente estaba pensado para un lavado de cara más que para una labor conservadora equivalente a la que realizaría un museo.

El proyecto se redactó en función de un informe de 2013 que no contemplaba ni la retirada de la moqueta en un sitio en donde ha habido que hacer anoxia (desinsectación mediante la retirada del oxígeno), ya que entre los libros y legajos y dentro de ellos se han encontrado 'inquilinos' de todos los tamaños, pero con la misma voracidad.

Tres meses llevan paradas las obras de rehabilitación del edificio, después de que se aprobara un modificado al proyecto inicial, realizado a instancias del Ministerio de Cultura, pero que en definitiva se ha revelado insuficiente para cumplir los criterios de conservación de los valiosos documentos que alberga.

Dicho modificado de las obras adjudicadas a Trycsa supuso un incremento del presupuesto que ahora totaliza el millón de euros, pero se calcula que con este realmente ni se cubriría la mitad de lo que se necesitaría para tener un edificio que cumpla los estándares de calidad en conservación: cámara de custodia, climatización, eliminación de humedades en el subsuelo y cambio de la iluminación.

Según informan fuentes municipales, el Ayuntamiento de Santander está estudiando una modificación en profundidad del proyecto, lo que requeriría antes que el Consistorio asumiera políticamente el gasto municipal necesario, ya que la financiación estatal comprometida solo alcanza para una parte de los trabajos necesarios, como han constatado una vez aprobado el proyecto.

Una reforma en profundidad requiere acabar con las filtraciones de humedad (la biblioteca se levanta en una zona con arroyos subterráneos), micropilotar y construir una cámara para la custodia, climatizar e incrementar el gasto previsto para recuperar la fachada, porque lo que antes se creía piedra en parte es realmente mortero y molduras cuya recuperación es costosa.

El coste de la modificación del proyecto duplicará el millón de euros ahora presupuestado, mientras que la recuperación de los libros implica una inversión de varios millones más, dada la envergadura de la tarea a realizar (1.032 manuscritos, papeles y correspondencia; 41.500 títulos de impresos de los cuales 21 son incunables del siglo XV, 1.124 del siglo XVI y 1.125 del siglo XVII), han asegurado fuentes consultadas.

Desinsectar y restaurar

Este es uno de los frentes abiertos en Santander con el legado de Marcelino Menéndez Pelayo. El otro, no menos arduo, requeriría una intervención no menos cuantiosa. La conservación de la biblioteca ha sido deficiente históricamente por lo que hay numerosos documentos en mal estado, producto de la humedad y también de percances desgraciados como fue que parte del agua utilizada para apagar el incendio del colindante Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander (MAS) cayó sobre el edificio de la Biblioteca y afectó a sus fondos. Este 'daño colateral' nunca ha sido comunicado ni cuantificado. Lo cierto es que ahora mismo hay ejemplares que requieren una gran intervención restauradora porque ni siquiera se pueden abrir sin destruirlos.

Para realizar las obras en la Biblioteca, previamente se trasladaron los fondos bibliográficos al Archivo Histórico Provincial, que comparte ubicación con la Biblioteca Central de Cantabria, en la calle Marqués de la Hermida de Santander.

Para hacerse idea del grado de deterioro, todos los legajos y libros tuvieron de ser tratados mediante un procedimiento de anoxia, ya que de lo contrario no hubieran sido admitidos en el Archivo. Sin embargo, los problemas no acaban ahí: si el legado no se restaura, la empresa responsable del traslado, TSA, no asumirá la responsabilidad de devolverlos a la Biblioteca una vez terminen las obras de rehabilitación.

TSA fue precisamente la encargada de evaluar el estado de la colección en 2020. Su informe de entonces era demoledor y certificaba que “los fondos de la biblioteca histórica de Menéndez Pelayo de Santander presentan un estado de conservación deficiente”.

La empresa, antes de proceder al empaquetado de los libros para su traslado, procedió a limpiarlos y a catalogarlos, porque había ejemplares que no estaban donde debían de estar y otros simplemente no habían sido catalogados al carecer de signatura.

Aparte de la suciedad, se encontraron libros deformados por la humedad, con agresiones físicas externas, almacenaje inadecuado o mal uso. También proliferaban los cambios cromáticos por múltiples causas; deterioro de cubiertas y soportes; carcoma, xilófago que actuó en un número significativo de libros; insectos bibliófagos que dañaron ejemplares y podían encontrarse en cualquier parte o insectos vivos de diversos tamaños que invadían todos los espacios (baldas, libros, cajetines...).

La conclusión de la empresa fue clara: prácticamente hay que restaurarlo todo, en diversos niveles de intervención. Llama TSA la atención especialmente sobre los libros más valiosos que se encontraban en el despacho del director y que recibieron las consecuencias del agua de los bomberos vertida para apagar el incendio del MAS.

“Los paramentos fueron empapados con grandes cantidades de agua que se filtraron por las grietas, fisuras y poros hasta llegar a afectar gravemente a gran parte de estos ejemplares. Además de la humedad y agua directa que recibieron, hay que sumarle la proliferación inmediata de mohos y hongos sobre el soporte. Esta combinación de factores generó graves alteraciones que derivan en serios problemas de conservación”, se indica en el informe de 2020.

Actualmente, la Biblioteca tiene al frente a una técnica. La plaza de director, vacante desde hace años, se está concursando con dos aspirantes al puesto pero ninguna fecha todavía para la conclusión del proceso. Se calcula que, aparte del director y la técnica que hace ahora labores de encargada, se requeriría el concurso de al menos dos técnicos más, además de un vigilante.

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