Un paraje en cenizas, rodeado de humo y absorto en un silencio sepulcral que solo se ve interrumpido por el ruido de los hidroaviones. La imagen que deja el incendio de Nonaspe, que ha arrasado más de 1.200 hectáreas desde que el pasado jueves se desencadenara en un campo frutal de la zona conocida como el Sol de la Huerta, es desoladora.
El olor a quemado, muy intenso, se percibe desde hace kilómetros. La columna de humo se ve desde la carretera de Fabara porque la CV-923, que también da acceso al municipio, está cortada. En el horizonte, las llamas siguen su camino mientras un sinfín de medios aéreos sobrevuelan el que ya es el primer incendio considerable de la campaña estival en Aragón. El primer foco en plena ola de calor del que se están investigando las causas.
El terreno es complicado, serpenteado por pistas que, a derecha e izquierda, van dejando un reguero de campos de almendros totalmente calcinados
EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, de la mano de un técnico del operativo del Gobierno de Aragón y del director general de Medio Natural y Gestión Forestal, Diego Bayona, logró acceder este viernes a uno de los puntos del flanco derecho -el que más preocupa al no estar controlado- donde diferentes cuadrillas se afanaban por sofocar las llamas.
El terreno es complicado, serpenteado por pistas que, a derecha e izquierda, van dejando un reguero de campos de almendros totalmente calcinados. El curso que ha llevado el fuego se puede distinguir por las cenizas del suelo y por la negrura del paisaje, donde, afortunadamente no ha habido que lamentar daños materiales (salvo aperos de algún terreno guardados en alguna caseta) ni personales. Eso sí, ha habido que desalojar por precaución a un centenar de personas que se encontraban en un cámping en la dirección hacia la que se dirige el fuego.
Con el lado izquierdo controlado, el problema está en la parte derecha por la que ha trascurrido el incendio, que no ha sido perimetrado y que, con los fuertes vientos de este viernes por la tarde, obliga a tener activadas todas las alarmas
El riesgo de que llegue a algún núcleo urbano está descartado, pero eso no quita para que los vecinos de la zona miren al monte desde primera hora con preocupación y tras una noche de poco sueño.
El principal problema está en la parte derecha por la que ha trascurrido el incendio, que no ha sido perimetrado y que, con los fuertes vientos de este viernes por la tarde, obliga a tener activadas todas las alarmas. De hecho, la Unidad Militar de Emergencias (UME) ya está en la zona para ayudar debido a que las condiciones meteorológicas adversas (este sábado se espera mucho calor y tiempo seco) pueden reactivar las llamas. Algo que ya han hecho, según las últimas informaciones, en una parte del flanco izquierdo que, en teoría, estaba controlado.
Se percibe una calma tensa porque la situación está controlada a medias. Y eso no gusta. Los participantes en el operativo que pasan por aquí consultan mapas, se enseñan fotografías y comparten el estado real del fuego
Monte bajo, superficie agrícola y pinar. Esto es lo que el fuego ha arrasado fundamentalmente. No hay bosque ni grandes masas forestales, pero preocupa y duele igual. Que se lo pregunten a los vecinos de Nonaspe, que desde primera hora pasaban por el puesto de mando ubicado a la entrada de la localidad en busca de alguna buena noticia. Allí, el propio alcalde de la localidad, Joaquín Llop, sigue atento estos días la situación y la evolución de un incendio que se ve allá a lo lejos, camino al embalse de Mequinenza, donde el humo no cesa.
Un pueblo volcado
En este punto se percibe una calma tensa porque la situación está controlada a medias. Y eso no gusta. Los participantes en el operativo (que en total aglutina a más de 200 personas) que pasan por aquí consultan mapas, se enseñan fotografías y comparten el estado real del fuego mientras que, unos metros más allá, Antonio y Nicolás, voluntarios de Protección Civil, llegan cargados de botellas de agua. El sol aprieta. Ya han llevado bocadillos elaborada por restaurantes, supermercados o vecinos de la zona que quieren aportar su granito de arena en la extinción mientras viven con incertidumbre el paso de las horas.
También hay quien siente «ansiedad» con la situación porque dentro del fuego están sus campos. «Es frustrante porque no se puede hacer nada. Sientes mucha impotencia», explicó a este diario la familia Monterrafales, que regenta una tienda en el centro del municipio y que ha perdido tres fincas de almendros.
Mientras en Nonaspe esperan la evolución del fuego, al norte, en Torres del Obispo (Huesca), se ha declarado este viernes otro incendio en un punto que ya ardió el año pasado. El riesgo es extremo en Aragón en plena ola de calor y con un fin de semana por delante de récord.
