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Rocío Monasterio: “No es falsear nada, es una copia”

La líder de Vox se defiende de las acusaciones de falsificación de documento pese a las evidencias presentadas hoy en la Fiscalía

La presidenta de Vox Madrid, Rocio Monasterio, a su llegada a un desayuno informativo el jueves.
La presidenta de Vox Madrid, Rocio Monasterio, a su llegada a un desayuno informativo el jueves.Eduardo Parra (Europa Press)

La líder de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, se ha defendido este viernes de las acusaciones de falsedad documental, reveladas por este periódico, que el grupo municipal de Más Madrid en el Ayuntamiento ha puesto en manos de la Fiscalía. Monasterio utilizó un visado falso en 2016 en los trámites burocráticos de una obra que hizo en 2005, cuando todavía no era arquitecta, en contra de lo que ella sostenía, y necesitaba que otros profesionales del sector que le certificaran los trabajos. Según las pruebas de EL PAÍS, la política usó los sellos certificados de una compañera en otros trabajos que no tenían nada que ver. Monasterio, de acuerdo con esta documentación, hizo corta y pega.

Monasterio lo ha negado en el programa 120 minutos de Telemadrid, donde fue entrevistada. "Nunca he sido contratada como arquitecto en esta obra –la de un loft del actor Arturo Valls–. Soy administradora única de una sociedad que contrataba gente. No se distingue entre un arquitecto y una empresa que se dedica a hacer servicios de interiorismo", sostuvo, sin entrar en ningún momento al fondo de la cuestión: en un trámite de hace tres años utilizó un visado falsificado, algo acreditado por el Colegio de Aparejadores de Madrid. El colegio, a raíz de las investigaciones y las preguntas de este periódico, corroboró en sus archivos que los visados que presenta Monasterio con su firma de puño y letra no correspondían a las obras donde los presentaba.

Al entender de la dirigente de Vox, medios como EL PAÍS "intentaron ocultar que el técnico que firmaba era otro y yo no". Esa versión es fácilmente desmontable leyendo los artículos que este periódico ha publicado en los últimos dos meses. La aparejadora que firma el visado lo hizo sobre un proyecto verdadero. Siempre se dijo que el proyecto estaba visado por ella, entre otras cosas porque este periódico desveló que Monasterio, en ese momento, no era arquitecta a pesar de que ella se presentaba como tal, y por tanto no podía visar nada. La aparejadora, una vieja conocida de la facultad de Monasterio, desconocía que Monasterio siguió utilizándolos sin su permiso, según corroboró el Colegio de Aparejadores. Es algo que, sencillamente, es ilegal.

Esta supuesta falsificación se produce en un proyecto de reforma de un local comercial, propiedad del presentador televisivo Arturo Valls, hecho por el estudio de Rocío Monasterio. Aunque el conflicto que mantienen Valls y Monasterio —que ha sido llevada a los tribunales por el actor, al sentirse  engañado por comprar un loft que nunca ha podido convertir en vivienda, como al parecer ella le prometía—, es lo que la líder regional de Vox trata de vincular a esta denuncia. En realidad, no tiene nada que ver, aunque es la marejada de fondo del negocio de reforma de locales comerciales que Monasterio y su esposo, Iván Espinosa de los Monteros, tuvieron en Madrid durante años. 

Monasterio explicó así su punto de vista sobre lo que muchos de sus clientes consideran que era un engaño: "Unos clientes compran un local industrial que no se puede usar como vivienda. El visado es de la aparejadora, contratada por mí, porque los clientes contrataban mi empresa, una empresa que tenía arquitectos, aparejadores, contables. Cuando el Ayuntamiento, porque hay una sentencia contra este cliente y le obliga a hacer una serie de obras, pide que vuelvan a aportar copia de todo lo presentado. No es falsear nada, es presentar una copia. La querella de Valls no le es conveniente, porque se ha ahorrado el ITP [impuesto de transmisiones patrimoniales]. Compró un local industrial, si luego lo ha querido usar como vivienda, que se lo explique a Hacienda. No estaba comprando una vivienda".

Los clientes que han contado su historia sostienen que el matrimonio les prometía que en unos meses el uso de ese local sería cambiado a vivienda, de ahí las altas cantidades que pagaban por suelo industrial. Ellos lo niegan. Sin embargo, Monasterio tramitaba el cambio de uso en el Ayuntamiento, un documento que después enseñaba a sus clientes como prueba de que el procedimiento estaba en marcha. Ella prometía que sería favorable a sus clientes porque decía tener contactos en la Administración.

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