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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

Nos quieren en soledad, ¿nos tendrán en común como a los sioux?

Obama estudia un cambio de trazado en el oleoducto de Dakota por la protesta indígena

Iker Armentia

Tal día como hoy hace exactamente 150 años el teniente Bingham y el sargento Bowers eran enterrados junto al Fuerte Phil Kerney. El fuerte había sido levantado por el Ejército de los Estados Unidos en la última frontera del norte del país para proteger de los ataques indios a las caravanas que cruzaban Wyoming camino de las montañas de Montana, donde se había despertado la fiebre del oro. Los dos oficiales habían muerto en una emboscada india tres días antes, después de que un destacamento fuera atraído con señuelos a una trampa mortal planificada por el gran jefe sioux Nube Roja.

Unos días después unos 2.000 guerreros indios volverían a la carga y esta vez decenas de soldados del Fuerte Kerney morirían descuartizados y con las cabelleras arrancadas, en una batalla conocida como la Masacre de Fetterman que supondría una derrota inédita en la conquista de las naciones indias que los blancos habían iniciado siglos antes. Los indios ganaron aquella guerra y forzaron al Gobierno de Estados Unidos a aceptar sus condiciones: varios fuertes fueron abandonados y se cerró la ruta que cruzaba el territorio indígena.

El sometimiento definitivo de las pueblos indígenas que vivían en las Grandes Llanuras llegaría más tarde, pero “el gran jefe guerrero Nube Roja fue el único indio capaz de afirmar haber vencido a Estados Unidos”, escriben Tom Clavin y Bon Drury en ‘El corazón de todo lo existente’. ¿Cómo lo había logrado Nube Roja?

Los pueblos indios estaban compuestos de tribus nómadas que vivían para la guerra contra otras tribus y para la caza del búfalo. Los blancos no dejaban de ser otros enemigos algo mejor armados que habían aparecido en sus tierras. Nube Roja, sin embargo, fue uno de los pocos guerreros en comprender el sistema de guerra total de los estadounidenses y consiguió, como nunca antes se había logrado, unir bajo una misma causa a sioux como los ogalas, brule, miniconjouns y sans arcas, además de a otros pueblos como los cheyenes, arapahoes o shoshones. Un esfuerzo común se había impuesto a las trifulcas ancestrales y eso les había permitido salir victoriosos en la guerra. 

150 años después este pasado domingo los sioux pudieron cantar victoria de nuevo. Después de meses de protestas, el Gobierno de Estados Unidos paralizó la construcción de un oleoducto en Dakota del Norte. El oleoducto estaba proyectado a menos de un kilómetro de la reserva sioux de Standing Rock y ponía en peligro las aguas que abastecen a las poblaciones cercanas. Los indígenas también denunciaban que las tumbas de sus antepasados serían profanadas por las excavadoras de la empresa petrolífera.

Durante estos meses, centenares de personas han parado las excavadoras, han sido golpeados y detenidos por la policía y atacados con perros y rociados con gas pimienta por guardas de la empresa. A los primeros nativos de la zona se unieron más de 200 tribus del resto del país, activistas ecologistas, veteranos de guerra, etc. Lo que empezó como una reclamación local se convirtió en una llamada nacional en favor del medio ambiente que consiguió escucharse en todo el mundo.

La victoria no es definitiva y la administración de Trump puede dar la vuelta a la decisión, pero es una victoria en todo caso de comunidades indígenas esparcidas por todos los Estados Unidos que decidieron resistir juntas contra el proyecto y, de momento, han vencido.

La lucha de Standing Rock es la prueba de que cuanto más fuertes son las luchas colectivas más posibilidades de éxito tienen. Los sioux de Dakota del Norte lo han demostrado como lo hacen cada día miles de causas en todo el mundo. Pero pese a algunas victorias vivimos tiempos en los que el sentimiento colectivo ha sido desprestigiado y se ha ido sustituyendo por una solidaridad del telediario que nos permite redimir de forma individual nuestras culpas sin tener que mover un pie del sofá de casa. 

Hay muchos pero un ejemplo de esta ideología de éxito que preconiza el cinismo es el atomizado y precario mundo laboral que se ha larvado en las últimas décadas y que ha eclosionado con la Gran Depresión: crece la propaganda modernosa sobre el autoempleo, el empleo flexible y el 'haz tu propia marca personal' –explotación individualizada en versión cool– mientras las luchas sindicales son vapuleadas por los grandes medios de comunicación y una parte muy influyente de la opinión pública.

Como se denuncia ahora el mayor logro del neoliberalismo es que le hemos comprado la estafa de que hay soluciones individuales para problemas que en realidad son colectivos. “Nos quieren en soledad, nos tendrán en común”, canta Nacho Vegas citando uno de los lemas del Patio Maravillas. En común como los sioux, añadiría yo. 

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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