Pantera rosa

Muchas afirmaciones obstinadas y sin fundamento acaban resultando en la defensa, mediante casualidades y circunstancias colaterales, de algún concepto que es indemostrable y, además, traspasando la corroboración de falsedad al que lo cuestiona. Como la falacia de la Pantera Rosa.
Es decir, si ahora afirmo que las panteras rosas existen, con seguridad alguien responderá que eso es mentira y que no consta la existencia de panteras rosas. Pero insistiré.

Participando en el arte de debatir por debatir es posible desarrollar esta majadería. Así, desde mi empecinamiento defenderé que las panteras rosas existen. Mi oponente dialéctico dirá que no es así y contraatacaré diciendo que no es imaginado puesto que, a lo largo de muchos años, se ha creado una saga de películas basadas en una pantera rosa en las que han participado actores tan célebres como Peter Sellers, David Niven, Claudia Cardinale, Kevin Kline, John Cleese, Steve Martin, Roberto Benigni o Roger Moore; que existen varias series de dibujos animados para televisión, algunas muy divertidas y que han emocionado a generaciones; que, para esas películas y series, se creó una banda sonora compuesta y producida por, nada menos, que Henry Mancini; y que hay dos videojuegos y hasta una línea de bollitos que se llama, tal cual, Pantera Rosa.
Es decir, que todo ese trasfondo cultural y económico respalda la idea de la existencia de la pantera rosa. Y eso no podría haber ocurrido si fuera imaginario e inventado.

Mi oponente dirá que no es posible extrapolar una serie de historias infantiles y de esparcimiento como argumento para defender la existencia de un disparate del que no se tiene prueba. Y yo reaccionaré diciendo que, si tan equivocado estoy, él mismo lo demuestre.
Entre asombrado y ultrajado dirá que demostrar la no existencia de panteras rosas es un absurdo — no es posible dar evidencia -positiva o negativa- de algo que nadie ha visto ni probado; y para descartarlo habría que buscar, a la vez, en todas partes y confines. Y yo le responderé que eso lo tiene que hacer él para negar mi afirmación tan profusamente respaldada.

En un momento de lucidez, mi oponente puede caer en la cuenta de que todo el sofisma es una tontería, porque ni siquiera las panteras existen: pantera es una palabra carpa -de procedencia griega y antes latina- empleada, a modo de género, para hablar de animales ya conocidos como el jaguar, el leopardo, el tigre o el león. Es decir, que buscar panteras es buscar algo que ya tiene explicación llamado de otra manera particular; y que el acto megalómano y estrambótico de triscar para hacerlo especial (incluyendo que el aspecto sea rosa, violeta o púrpura) sólo es un forma de llamar la atención para convencer a alguien de otras ideas posteriores.

Pero, como todo el mundo sabe, las panteras rosas existen desde siempre y eso es así.

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