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Mordred, el hijo de Arturo - De Marx al Neoliberalismo (Primera Parte)

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Y el poeta se dirigió al párroco y le habló de dios, como si fuera el Arcangel San Grabié (en forma de manzanilla de Sanlucar) y le dijo

He aquí, Marx, tu hijo bastardo de esa Morgana impúdica que es Milton Friedman. Mordred ha venido a ocupar tu trono y a darte en toda la plusvalía.

Evidentemente, tras dos chiquetazos de manzanilla la aguja está un poco mareada, así que al desnudar a Morgana nos encontraremos con el mercantilismo liberal revisitado. Los mismos dogmas de Marx pervertidos. La alienación del individuo llevada a manual de instrucciones.

En palabras de Tolkien, mientras Frodo y Bilbo estaban de camino a Mordor, Pippin y Merry se encontraron con los Ents al este de la Marca. Allí, en el bosque viejo, los encontraron; y escucharon a Barbol, su lider, hablar de las Ents-mujeres. En resumen: se perdieron, Tolkien nunca nos aclaró donde fueron, las buscaron y buscaron y no las encontraron. Porque las Ents-mujeres escucharon el discurso de Sarumayn Rand, y gracias al objectivismo, se convirtieron en Ents, porque se empoderaron y se emanciparon, y con ello se convirtieron en Ents-masculinos materialistas en vez de seres espirituales que velaban por el bosque. Y los Ents las lloraron, pero nunca volvieron, y siguieron haciendo vida de Ents. Y así los Ents pasaron de ser señores de la tierra media a ser pasto de las hogueras para calentar las mansiones del señor de Gondor en unas cuantas generaciones.

Marx ya lo decía: la mujer es un ser colaboracionista del capitalismo, y como mujer trabajadora, sufre todas las formas de opresión. La mujer como mano de obra, criadora y perpetuadora de la condición de semiesclavitud del obrero empobrecido. ¡La opresión de la mujer!

Mordred se vengó de su padre de una manera muy inteligente: hace falta mano de obra y tirar los sueldos a la baja con oferta - no hay problema, liberamos a la mujer de su "yugo paternalista opresor", y le damos sufragio (que ni tan mal), pero al hacerlas partícipes de la sociedad, damos mano de obra no cualificada para las fábricas. Un 50% más. Perpetuando la miseria, desintegrando a la familia. Atomizando, alienando al individuo. Perdimos la espiritualidad y perdimos a la mujer. Y ganamos a Ayn Rand y las feministas de tercera ola como Ashleigh Ingle

Irónicamente la sociedad actual es profundamente marxista, porque Mordred no puede evitar ser hijo de Arturo. Milton Friedman y Robert Lucas han estudiado tanto a Marx que un reduccionismo social a cálculos económicos ha creado un monstruo que nos está devorando por los pies.

El materialismo es perverso: crea necesidades vacías, te da palo y zanahoria, destruye, corrompe y drena. Lo hará mal si es más rentable que hacerlo bien. Presionará, hará chantaje, manipulará y hará que creas que estás loco para salirse con la suya. Una corporación es el perfecto psicópata en ese sentido. Todo se hace con un cálculo económico de coste/beneficio. Y eso es lo que nos lleva pasito a pasito camino del infierno, porque estamos viviendo de prestado en cuanto a la utilización de recursos naturales y explotación del planeta. La teoría habla de crecimiento perpetuo, y en un planeta, una vez llegado al punto de equilibrio es una suma 0 y solo se puede crecer parasitando o destruyendo hasta que solo quede uno.

Las alternativas en este punto son dos:
1) Seguimos así, perdemos a las mujeres y al final nos pegamos un tiro para que sobrevivan ellas en un matriarcado distópico regido por feministas de 5ª ola que decidan que en el nuevo orden mundial el macho no es necesario para sobrevivir como especie y la maternidad será por decantación para "no ser manchadas".

2) Destruimos el materialismo y la sociedad de consumo, no ya con un contrato social como mercantilización entre los poderosos y el lumpen proletariado, sino con una nueva actitud ante la vida, donde acumular sea inútil o insignificante, donde el valor más preciado sea el tiempo, tiempo para el individuo y para la sociedad, donde seamos conscientes de nuestro entorno y nos pongamos a cuidar de él para que él cuide de nosotros. Básicamente recuperar la espiritualidad y buscar la igualdad (y en cierta forma la equidad) entre el ser humano y el planeta. Para llegar a ello hay que destruir el trabajo, hay que destruir el dinero como valor acumulativo, hay que reducir el intercambio de bienes y servicios a una prestación de tiempo y una contraprestación en forma de bienes y servicios - y más tiempo

La moneda de cambio siempre es tiempo. El tiempo es lo que hipotecamos, pero es lo más valioso que tenemos. Nada nos va a librar de arar ni sembrar, ni de la ingeniería, medicina, ni de muchas labores se pueden y se han de automatizar. Cargarnos el trabajo y tener tiempo para nosotros, pero al mismo tiempo devolver a la tierra lo mucho que ya le hemos robado

Por supuesto, utopía y distopía tienen sus ventajas e inconvenientes. La automatización de procesos industriales necesariamente ha de reducir la necesidad de trabajo. La especulación, pues, está erradicada

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