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Treintadolescentes

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Si repasamos los grandes logros de la lucha de los obreros del XIX y el XX, vemos que la jornada de 8 horas de trabajo, las bajas laborales (y el derecho a cobrar estando enfermo o incapacitado total o parcialmente) es algo que nuestros amados líderes están dispuestos a reconsiderar basándose en la economía colaborativa, el crowdfunding, y el jobsharing. En vez de contratar gente bajo el régimen general, o directamente dividir el trabajo existente entre más gente, amparados en el oligopolio de facto de bienes y servicios, combinado con una legislación a medida para gravarnos por cualquier cosa (en la que ellos tributan al 1%), nuestros gentiles empresaurios, actuando como personas jurídicas, próceres de la patria, prebostes, prohombres, ¡benefactores! ya han convencido a treinteenagers y padefos de que la cosa está muy mal. Mientras tanto en los YUESEI este modelo de bienestar de “la cosa está muy mal” lleva a los postjubilados con 79 años currando en Walmart y McDonalds porque no les llega con el cheque de la pensión.

Conceptos como nesting, friganismo (sostenibilidad rebuscando comida en la basura), o consejos como (sic) "no salir de casa para rebajar la ansiedad e iluminar la mente", son consigna y guía espiritual para los treinteenagers en medios otrora tan serios como "el país". ¿Qué quedó de la prensa seria? Pues poca cosa, veamos: todos están en "marketing y comunicación", el grueso de las editoriales ficha becarios con prácticas no remuneradas, y como sector tienen una precariedad extrema en comparación con el resto de licenciados, incluso comparándolos con los de ciencias políticas o psicología. Por tanto, con el cuarto poder en la más absoluta de las miserias ¿qué se puede esperar de los empleadores? Son marionetas en manos de los que mueven el cotarro, ya sea a través de publicidad encubierta (blanqueando los sepulcros de corruptos políticos) o medios de propaganda de grupos financieros, industriales, o de la construcción. El grupo Prisa tiene, entre otros, al HSBC, al Santander, y la Fundación La Caixa, más Telefónica y los cataríes. Poca imparcialidad se le supone, puesto que ya se sabe quién mueve los hilos y a quién no le van a llevar la contraria. La banca siempre gana, y los consejeros delegados de esos grupos tienen tantos apellidos de rancio abolengo que, como cristianos viejos, en sus familias tienen que haber puesto el sudario a cristo como mínimo.

Con los treinteenagers, la nueva subespecie con sobrepeso, ciática, trabajo submileurista, sin capacidad de independizarse de sus padres y sin capacidad de formar familia, hemos llegado al fin del ciclo de ultracentrismo: el perfecto obrero de derechas. Con la tasa colesterol por encima de lo que sus arterias soportan gracias a la comida basura, añorando gadgets que no puede pagar, y deseando una vida que no se puede permitir, maldice mientras tanto a esos rojos de mierda que quieren desmontar el estado del bienestar con sus ideas peregrinas de la distribución de la riqueza. Y ahora nos dejan, que empieza la partida en multijugador con la Play IV, y eso es sagrado.

No se los ha preparado para evitar la fanatización: como colectivo acostumbrado a tenerlo todo ya del verbo ahora, frustrados, son caldo de cultivo para los extremismos. Y sí, véndeles una consigna del palo "inmigrantes maleantes", y ya tienes el zombi perfecto: ideas prefabricadas entre gente que tiene unas aspiraciones que no puede alcanzar. La ilusión de que todo está a un golpe de tarjeta de crédito, junto a la imposibilidad de que se te conceda porque no tienes cómo devolverlo, sumado a un líder que repite consignas del palo "la culpa es de [xxxxxxx] porque nos roba/se queda con nuestro trabajo-mujeres-ayudas/nos discrimina" forman el empedrado del camino hacia el estado fascista. Ya no estamos muy lejos. ¿Cómo revertir esto en una época de recortes y demolición del estado del bienestar? Exigiendo, luchando, no vendiendo vuestro tiempo para comprar un iPhone a plazos.

Las rentas del trabajo cada vez tienen menor peso dentro de la estructura económica de estos tiempos, por lo que una vez devaluado el trabajo, y amortizado el trabajador, queda un sistema con sobrecapacidad productiva y sin mercado potencial. Los ricos son más ricos, y cada vez son menos los que tienen mucho más. La teoría era que acabasemos como en "un mundo feliz" de Huxley, pero la deriva fascista induce a pensar que vamos hacia "1984", perpetuando a los proles y a los miembros del partido en una miseria controlada con una reescritura continua de la historia y de los hechos; sí, tiene más pinta de ser el mundo del mañana. “No piensen demasiado”, recomendarán las noticias, “es muy cansado, acabarás acostumbrándote a tener ideas propias, y si no te alineas con el Gran Hermano serás infeliz, y amigo, hay que ser feliz, todo gira en torno a ser feliz, y el Gran Hermano quiere gente feliz en Tuiter, Feisbuk e Instagram. Sube tus selfies con el Hashtag #TreinteenagerHappy para el sorteo del iPad ProPlus XXI".

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