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La [pen?]última vez que expulsamos a los Borbones (y IV): Campechano Rex

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Bueno, pues -en cumplimiento de la Ley de Sucesión de 1947- ya tenemos a “Campechano” designado como Sucesor a título de Rey, desde la ratificación de su nombramiento por las Cortes el 22 de Julio de 1969.

Un punto interesante es que Juan Carlos de Borbón no era Príncipe de Asturias, título tradicionalmente ostentado por el heredero al trono de España, sino Príncipe de España. Sin duda Franco quería, con ello, marcar bien la diferencia con la Monarquía Liberal, de la que abominaba, y con Don Juan de Borbón, a quien aborrecía.1

La idea era que el próximo Rey, educado en los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional, y acompañado (o vigilado) por las instituciones que el franquismo había diseñado (Consejo del Reino) continuase por la senda iniciada con el Alzamiento de 1936.

En muchas biografías y entrevistas se cita el hecho de que, desde el principio, Juan Carlos tenía claro que España debía evolucionar hacia una democracia moderna. Por lo tanto, engañó deliberadamente a Franco y a su Régimen para, una vez coronado Rey, deshacerse de los incómodos “pegotes” del franquismo.

En realidad, no tengo demasiadas dudas de que esto, efectivamente, fue así. Independientemente de la educación que se le había intentado inculcar, para Juan Carlos de Borbón debió quedar meridiano (y si no lo fue, se convencería en los años siguientes) que 1969 no era 1953 (con la Guerra Fría emergente); que, como consecuencia de lo anterior, la Superpotencia de referencia (EEUU) consideraba al franquismo trasnochado y obsoleto; que todos los dictadores “compinches” de Franco habían desaparecido (menos el “Estado Novo” portugués, que cayó en 1974); que en todos los países occidentales eran legales partidos socialistas y comunistas (incluso en Alemania Federal, desde 1968) sin que “se cayese el cielo sobre sus cabezas”; y que, además, excepto los miembros más duros del Régimen (lo que luego se llamaría el “Bunker”) los políticos moderados del franquismo veían necesario un cambio hacia una monarquía democrática.2

No es quitarle méritos a Juan Carlos de Borbón y sus consejeros; ciertamente, los “duros” desconfiaban de él, y no debió ser tarea fácil evitar que Franco (que tenía el poder de revocación de la designación del Príncipe) le desposeyese de la Sucesión. Pero tengo la duda de lo que hubiese hecho “Campechano” si la coyuntura internacional hubiese sido favorable a permitir –aunque no les gustase demasiado- una sucesión al estilo franquista. Es decir, no sé si hubiese expresado tal compromiso con la Democracia si, realmente, eso pudiese haber sido causa de su desposesión del Trono.

Bueno, y de los detalles de su biografía antes de su nombramiento como Príncipe, evidentemente no podemos pasar por alto el accidente que causó la muerte de su hermano Alfonso, de 14 años. Porque sí, fue un accidente, motivado por una tremenda imprudencia. Juan Carlos de Borbón, que entonces tenía 18 años, y su hermano habían estado jugando con una pistola calibre 22 que su padre guardaba bajo llave. Hay muchas versiones sobre cómo accedieron a ella, pero parece claro que creían que estaba descargada. Sea como fuere, la pistola se disparó mientras la mantenía Juan Carlos en la mano y alcanzó a su hermano en la cabeza. Juan Carlos tenía 18 años (era menor de edad) pero, como mínimo, debería haberse iniciado una investigación por homicidio imprudente. Nada se hizo por expreso deseo de Franco, que la policía del “Estado Novo” de Salazar (el suceso ocurrió en Estoril) y la familia y su círculo de monárquicos estuvieron encantados de cumplir. Otra muerte borbónica “tapada”.3

Hablemos también del matrimonio, en 1962, con Sofía de Grecia, una prima lejana; pero, sobre todo, de familia noble.4 Es decir, Juan Carlos seguía la tradición de las familias reales: amantes, las que quieras; matrimonio con una de tu clase, o se te borrará de la línea de sucesión. No fue un matrimonio por amor, digan lo que digan los “lameculillos” juancarlistas. Y si hay alguien que demuestra mayor afán por reinar que un Borbón, es un Grecia.5

Las relaciones con su padre, desde que éste "se venteó" que Franco podía tener intención de nombrar sucesor a Juan Carlos, se fueron enfriando. Antes de la proclamación oficial, ya hubo roces entre ellos. En 1966, Don Juan organizó, con su Consejo Privado, una reunión de conmemoración de los 25 años del fallecimiento de Alfonso XIII, pero que en realidad iba a ser un acto de afirmación de los derechos de “Chaquetero” (o sea, Don Juan) a la Corona. Juan Carlos (se dice que por consejo de su esposa Sofía, que tenía más ganas de "pillar Trono" que Don Juan, que ya es decir) no acudió, pese a que se le cursó la correspondiente invitación. Según parece, Don Juan consideró aquel desplante como una ruptura de la unidad dinástica, preludio de la “traición final” que sobrevendría en 1969.6

Las relaciones entre padre e hijo eran muy tensas, tanto más cuanto que Don Juan estaba perfectamente informado que el entorno de Franco (Luis Carrero Blanco y Laureano López Rodó) había organizado un plan para convencer a Franco (si es que tenía alguna duda) de apartar de la sucesión a Don Juan y a la descendencia de Don Jaime y nombrar sucesor a Juancar. “Operación Salmón”, la llamaron. Don Juan escribió a su hijo para “pedirle” (hay que tener en cuenta que si su hijo aceptaba a su padre como Rey, eso era una exigencia) que abandonara Madrid y se fuera a Estoril, con él, “temporalmente”. Juan Carlos no lo hizo, lo que supuso otra prueba de convicción para “Chaquetero” de que “Campechano” le iba a traicionar.

Los años desde su nombramiento como Príncipe hasta 1974 fueron relativamente plácidos, limitándose sus funciones a las de representación en actos protocolarios, viajes, y demás cuchipandas. Y digo relativamente porque, conforme la senilidad de Franco era más evidente, se iban formando los bandos que se disputarían la sucesión efectiva en lo político del Caudillo.

En Diciembre de 1973 Carrero Blanco “voló”, y al mes siguiente López Rodó “cayó”, con lo que sus dos grandes valedores desaparecían del Consejo de Ministros. Pero no le faltaban defensores entre el franquismo tardío más aperturista, el que veía que no había más solución para España (desde su punto de vista, que por supuesto abominaba de una nueva República de partidos) que una transición a una Monarquía liberal: Fraga, Fernández Miranda, Areilza, López Bravo, etc.

En Julio de 1974 Franco ingresa por una flebitis, y Arias Navarro (Presidente de Gobierno) propone a “Campechano” (que entonces no lo era tanto) que asuma los poderes de Jefe del Estado de manera interina. Juan Carlos se niega y propone asumir esos poderes de manera definitiva; es decir, ser ya Rey de España. Encuentra, además de la oposición de Arias Navarro, la de la familia de Franco, a quien su prisa por reinar les parece indecente. El caso es que Arias consigue entrevistarse con Franco, y este le firma la cesión de poderes de manera interina. Todos se achantan.

Franco sobrevive, y reasume sus funciones de Jefe del Estado, pero está ya “gagá”. El discurso de Navidad de 1974 dura sólo 25 segundos. Durante todo el año 1975, él personalmente no toma ninguna decisión importante y, por ejemplo, cuando visita España el presidente de EEUU Gerald Ford, dedica más tiempo a Juan Carlos que al Caudillo. Las grandes crisis de 1975 (últimos fusilamientos, agitación en Sahara Español) le encuentran presidiendo un Consejo de Ministros que no puede dirigir.

Finalmente, en la segunda quincena de octubre de 1975, Franco tuvo una sucesión de crisis cardíacas, que empeoraron todas sus enfermedades previas. Confirmada su situación terminal [imagen], a principios de Noviembre, Juan Carlos aceptó su sustitución en la Jefatura del Estado.

Las luchas interinas una vez que Juan Carlos fue proclamado Rey tras la muerte de Franco no son objeto de esta serie de artículos. En 1975-1977, la gente que realmente gobernaba España no nos dejó ninguna otra elección. ¿Fue mérito de Juancar la conversión hacia la democracia, o fue un conjunto de la presión de la calle, la aceptación internacional de España como estado moderno, incluso la convicción de buena parte de quienes habían ocupado cargos políticos en el franquismo?

Ustedes tienen la palabra.

comentarios (8)
  1. Rob_Ben_Gebler
    Ahora os cuento una anécdota que conozco de primera mano sobre cómo las gastaba "Chaquetero", es decir, Don Juan.

    A finales de los ochenta o principios de los noventa apareció una pequeña nota en la prensa que informaba de que Don Juan, navegando en su yate (tuvo varios, el "Giralda", el "Saltillo", el "Giralda II")...) había entrado en aguas restringidas de la Armada, le había salido al paso una patrullera, que le intimó a retirarse. Don Juan tuvo que irse de la zona, pero posteriormente dirigió un escrito de protesta, y la Armada le presentó sus excusas y admitió que podía navegar por donde quisiese.

    Hasta aquí, la prensa.

    Yo había estado en la "mili" en la Marina de Guerra Española (qué chulo ¿eh?) pocos años antes, destinado en una base de comunicaciones muy importante. Por allí pasaban comunicaciones reservadas, secretas y, aunque yo estaba de sanitario, algunas (muchas) cosas se sabían.

    Como yo aún conservaba "mano" con algunos ex-compañeros, me contaron la historia completa.

    El hecho había ocurrido en un islote del Mediterráneo Occidental, por allí por las Pitiusas (no me dijeron la localización concreta, por lo que veréis ahora) donde la Armada tenía instalada una especie de cala sumergida que servía para fondear algún submarino y realizar reparaciones menores; y, en tiempo de guerra, podría servir para tender emboscadas a una flota enemiga que pasase por allí. Era pequeña, nada que ver con las instalaciones que vemos en las películas bélicas, pero podían caber uno o dos de los submarinos que tenía España, que no eran muy grandes.

    Obviamente, era una instalación secreta, y se impedía el paso rigurosamente a cualquiera que se acercase.

    Pues "Chaquetero", que no conocía el caladero, se acercó por allí con su yate a hacer el zángano (beber martinis, pescar, etc) y le salió al paso una patrullera, como he dicho, que le obligó a largarse con viento fresco, no sin que Don Juan le montara un pollo a los pobres marinos("¿usted no sabe con quién está hablando?" y tal) que, educados pero inflexibles, le dijeron que les daba igual quién fuera, que tenían órdenes de que no pasara nadie, y no pasaba nadie.

    Se fue, pero luego dirigió una carta a los Altos Mandos de la Armada y montó un pitoste de calibre trece: "Que si soy Almirante de la Armada" (era Almirante Honorario desde 1978) "Que…

    5    k 108
  2. Rob_Ben_Gebler
    1.- Así, por ejemplo, contaba en una entrevista el propio Príncipe su conversación con su padre: “Papa, objetivamente yo tengo más posibilidades de reinar que tú. Pero no estoy seguro. Franco puede cambiar de actitud. Lo que sí te puedo decir es que nos necesitamos los dos. Yo desde dentro y tú desde fuera. Porque yo, dentro, estoy completamente rodeado y vigilado, y no puedo tener contactos con la oposición. Y tú, fuera, sí puedes. Y solo de esta manera podré hacer una monarquía democrática, para todos los españoles, piensen de una manera o piensen de otra. Mi padre estaba como ensimismado y no decía nada. Yo tampoco tenía más que decir. En estas, me mira, se pone de pie… Venga, prefiero creerte, ¡dame un abrazo! Y allí echamos nuestras lágrimas los dos”.

    2.- No incluyo aquí la oposición interna (en el sentido de que se considerase probable una movilización popular que derribase al Régimen) porque, por mucho que se haya querido ver la evolución de la Transición como obligada por las huelgas y manifestaciones en demanda de libertad, nunca llegaron a suponer un peligro real para el “bunker”.

    3.- Con una excepción: Don Jaime de Borbón, que pidió –sin éxito- una investigación, considerando que el resultado de la indagación podría llevar a modificar la línea sucesoria. Paul Preston, y los monárquicos donjuanistas de su tiempo, consideraron esto una muestra de “insensibilidad y malevolencia”, pero yo no estoy tan seguro. No sé si legalmente un Don Juan Carlos culpable de Homicidio Imprudente podría ser, o no, heredero de la Corona, pero tengo muchas dudas de que Franco le hubiese nombrado heredero con un proceso criminal a sus espaldas. Jaime de Borbón se consideraba desposeído de la Sucesión por malas artes, y seguramente tenía razón. Pedirle que no luchase por sus derechos es una cosa, insultarle porque no lo hizo, es otra.

    4.- Aún así, hay que decir que se ha cargado mucho las tintas con la posibilidad de que Juan Carlos asesinara a su hermano “para asegurarse la Sucesión”. Eso es una tontería como la copa de un pino: Juan Carlos era el primogénito, y se suponía que heredaría la Corona si su padre llegase a reinar… que no estaba tan claro. Pensar que mató a su hermano, como dicen algunos, porque era más simpático (¿Qué apodo le hubiésemos puesto? ¿”Campechanísimo”? ¿”Campechanus Maximus”?) es una gilipollez. A los 18 años Juan Carlos ni se plantearía que le iba a quitar el puesto un crío de…

    media
    5    k 106
  3. Rob_Ben_Gebler
    Gracias, amigo. Veo que hay una cierta ambigüedad en la condición de Juan Carlos cuando murió su hermano Alfonso.

    Juan Carlos era menor de edad cuando ocurrieron los hechos, pero no era inimputable, puesto que la edad de responsabilidad penal en aquellos tiempos estaba, creo, en los 14 años, en todo caso claramente por debajo de la edad que tenía Juancar. Es decir, podría haberse beneficiado de alguna indulgencia por el tribunal por su juventud, pero del proceso por Homicidio Imprudente, en circunstancias normales, no le salvaba nadie
    3    k 71
  4. macarty
    mis dies, #0. Brillante, brillante
    2    k 59
  5. Rob_Ben_Gebler
    Aunque el "Caballero Borbón" "sufrió" (cartelito de sarcasmo [imagen]) castigos, nunca fue arrestado.

    Pero recuerdo una graciosísima portada de El Jueves (si la tiene alguien, que la suba) en la que se veía un título: "El Príncipe, arrestado en la Mili" y la caricatura de el Sargento Arensivia, o similar, con un soldado, fregando suelos, y la siguiente conversación:


    - Soldadito: Dicen que a su padre también le arresó un cabo cuando hizo la Mili.

    - Sargento Arensivia: ¡Cagonsanpeo! Amí me lo vas a contá, que desdentonse llevo con el mocho limpiando letrinas...

    Mucho más realista que las historietas del "Caballero Borbón", dónde va a parar …

    media
    1    k 38
  6. macarty
    #4 soy todo ojos :-)
    0    k 20
  7. Rob_Ben_Gebler
    Voy con la historia de los castigos de “Preparao” en la Escuela Naval de Marín.

    Lo que os voy a contar es de primera mano, un compañero (del que no diré el nombre, por razones obvias) que quiso hacer su servicio militar obligatorio en la IMECAR (como la IMEC pero en Marina) y pasó varios meses con “Preparao” en Marín. Tras el periodo inicial de aspirante “en pruebas” cuando tocaba ser admitido o rechazado, a este compañero le echaron (por un ligero defecto físico, un estrabismo leve, pero que se consideraba podía ser ridículo y era causa de exclusión) y vino a hacer el resto de la “mili” como puto marinero.

    En la Escuela Naval se da la formación correspondiente a oficial, y se considera justificado (casi casi necesario) que los aspirantes asuman sus castigos, cuantos más mejor. Pequeñas faltas reales o imaginarias, como llevar las botas con una mota de polvo, el botón sin brillo, la gorra abollada, eran castigados. Tan necesarios se consideraban estos castigos para la formación de los futuros oficiales que no figuraban en el Expediente, y no se consideraban como mala nota.

    Uno de los castigos más comunes era ir y venir corriendo hasta el Muelle de Torpedos de la Escuela Naval [imagen], llamado así porque allí estaba el Almacén de torpedos, o por algo así. La orden era “Fulanito, un Torpedo”, o “Menganito, dos torpedos”, por ejemplo, si tenía que ir y venir dos veces. Tan común era el castigo que había un aspirante, llamado Moreno, al que terminaron apodando “Moreno Torpedos”, porque no paraba de oírse la orden, “¡Moreno, Torpedo!”.

    Otro castigo era la “Cofa”. La cofa es esa plataforma que podemos ver en lo alto de los palos de los barcos, sobre todo los veleros, y donde se colocaba el vigía (serviola, en la Armada). Si habéis visto la película “Cateto a babor”, a Alfredo Landa se le ve un par de veces en la cofa, aunque en ese caso sea en San Fernando. “Una cofa” es, pues, subir y bajar de la cofa.

    Estos castigos no figuran en el expediente para sumar mala nota, pero hay que llevar la cuenta; para vigilar posibles abusos de los oficiales, por ejemplo. Uno de los marineros, que llevaba la anotación en el Libro de Registro, hizo la cuenta, y resulta que la media de castigos era, por aspirante y día, de uno y medio. Es decir, para un periodo de seis meses, descontando permisos (Franco de ría, en Marina) y vacaciones, pongamos 150…

    media
    0    k 19
  8. krzysiu
    #6 krzysiu
     *
    #4 Una anécdota muy ilustrativa, espero la próxima
    0    k 14
comentarios cerrados
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