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Nueva guerra en twitter sobre las relaciones de pareja. A propósito del artículo de Ana Iris Simón

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Éste es el artículo (en fotos pero fácilmente legible) twitter.com/HugoMorenoMarti/status/1449425673492250640?s=20 donde la autora añora el aguante de las parejas de antaño, que seguían juntas contra viento y marea, y afea a las nuevas generaciones que pidan cada vez más al amor y no estén dispuestas a dar nada a cambio. Como me sucede con la mayoría de los discursos, hay partes que acepto y partes de las que discrepo. Vamos a ellas:

-No necesitamos pareja para estar completos, porque en nuestra naturaleza están la autonomía personal y la capacidad para alcanzar la plenitud por nosotros mismos. Tenemos dentro las semillas que, si sabemos hacerlas germinar, nos convertirán en seres plenos. Cualidades, ideales, sueños...literatura en el caso del escritor, pintura en el del pintor, enseñanza en el del docente. Música, paisajes, arte...millones de flores para nuestro jardín interior, el cual es distinto dependiendo de la idiosincrasia de cada individuo. Compartir ese jardín con otros puede hacerlo todavía más bello, pero no puede compartirse lo que no existe, por lo que cultivar el jardín hasta lograr su madurez es la premisa inexcusable de una vida plena y feliz. Ninguna relación merece que renunciemos a nuestro jardín interior, y ninguna relación sana puede construirse si permanece marchito o yermo.

Se puede tener una vida maravillosa con o sin pareja. Pero jamás se podrá tener estando vacío. Y hay una verdad universal a este respecto: es mucho mejor estar solo que mal acompañado, esto es, que estar con alguien con quien estás básicamente…para no estar solo.

-No hay nada más estúpido y destructivo que introducir en la deliberación sobre si sigues o no con alguien, la idea de "es que llevamos 10 años juntos y voy a echar todo ese tiempo por la borda si le dejo". Es mejor "perder" 10 años que 20, y hay quien acaba perdiendo toda su vida por tan cobarde argumento.

-Ciertamente el amor exige sacrificio, en el sentido de pasar malos ratos cuando el otro te necesita. Nunca aceptar maltrato, insultos o humillaciones, ni renunciar a tus valores, principios y sueños. Pero sí cuidar al enfermo o consolar al que sufre para hacerle más soportable el mal trago, aunque eso te suponga sufrir a ti también, incluso a largo plazo. A día de hoy hay gente tan desproporcionadamente hedonista e insustancial que deja a su pareja porque no le ha traído el desayuno a la cama o ha tenido una mala semana y no le ha reído las gracias cada minuto del día. Hay gente que piensa que su pareja debe dedicar cada instante de su vida a satisfacer el más ridículo de sus caprichos. Y no es así, porque las relaciones de pareja se mantienen entre seres que siguen siendo independientes tras la relación, que tienen sus trabajos, proyectos, preocupaciones y problemas, y que obviamente no pueden ser exquisitamente obsequiosos cada instante del día. Muchas veces, esa obsesión porque tu pareja te atienda a cada momento es fruto de una dependencia y un vacío interior abismales.

El amor implica compartir una parte importante de tu día con el otro. Disfrutar juntos, sufrir juntos y estar ahí cuando de verdad te necesita. Compenetraros profundamente, pero sin perder vuestra individualidad, y sentir que el otro es tremendamente importante para ti, pero no lo único importante, de tal modo que cuando te necesite de verdad vas a estar ahí, pero no vas a supeditar (por ejemplo) tu carrera profesional a ser su perro faldero. Y también ser lo bastante honesto como para seguir con el otro porque de verdad le quieres, porque le admiras y ha sido capaz de crear junto a ti una magia capaz de hacerte mirar más allá de tu ombligo. Pero si esa magia se apaga y lo aprecias nítidamente, si el vínculo está muerto y así lo percibes de forma clara, la honestidad te obliga a seguir solo tu camino.

Esto es la antitesis del modelo de relación de pareja vigente en el franquismo y que perduró durante las décadas inmediatamente posteriores, donde había que tragar y seguir porque una mujer no puede estar sola y porque el sacrificio nos lleva al cielo. También es la antitesis de la vacua estupidez del "como mi pareja no me ha llevado hoy al cine es que no me quiere, así que me voy a tirarme a otra/o". En definitiva, como en tantas otras cosas, la virtud está en el término medio...y en la madurez.

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