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Micromanagers y empresauriado

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Una de las cosas que un empresaurio como dios manda tiene claro es que pa cojones los suyos, y que estás ahí para lo que él diga y punto, que para hacer lo que ${deity} manda ya está Su Voluntad filtrada a través de su persona via infalibilidad papal.
En teoría, una buena praxis de la gestión consiste en:
· Implicar a tu equipo y hacer que asuman los objetivos como propios.
· Darles reconocimiento por sus méritos, y recompensarlos al final del año fiscal.
· No permanecer como alguien inaccesible, pasar tiempo con el equipo y compartir experiencias.
· Destruir la ambiguedad, buscar puntos comunes entre el equipo que fomenten la confianza entre ellos
· Transmitir claramente que esperas, definir los objetivos y preguntarles directamente qué harían para alcanzarlos.
· Crear valores, asumirlos como propios, hacer que el equipo los asuma, y no exigir nada que no hagas tú.

De este conjunto de herramientas, el empresaurio pasa. Es más: gestiona a base de control absoluto, lo cual tiene bastantes inconvenientes. Destacaremos estos dos:
· El proceso de toma de decisiones se centraliza en una persona, y los equipos se hacen dependientes. La organización se paraliza a medida que el número de asuntos a tratar aumenta.
· Las iniciativas dentro del equipo, desincentivadas, se reducen a cero por tanto la organización se vuelve rígida y la evolución en términos de I+D+i o mejora continua se reducen a las directrices marcadas por "el jefe". Así mismo, la capacidad de gestión de los mandos medios queda reducida a ser correa de transmisión sin margen de maniobra.

Hay gente que lleva mal el micromanagement, dado que la gente tiende a irritarse con la burocracia e informes detallados, hasta el punto de pasar más tiempo justificando por qué y cómo se hace que ejecutando la tarea; por otra parte el rendimiento demostrado siempre está bajo escrutinio y la productividad percibida va en función de criterios subjetivos. Si tu función es comunicar y organizar y auditas con desconfianza el trabajo, o decretas que tu equipo no te entendió, que eso no que es lo que se pidió y no sirve, entonces el problema está más que acotado.

Ah, pero... ¿Aún no ves por qué eres parte del problema? Se interpreta como falta de confianza y a nadie le gusta verse bajo la bota de quien no está a la altura. Si quieres siervos, ni tan mal, pero si esperas iniciativa, creatividad, o capacidad de reacción, estás bien jodido, querido micromanager. Habrás privado de la perfección de tu gestión a los perfiles que no necesitan tener a nadie en la chepa, pero que hacen que tu equipo sea autónomo y se entregue lo requerido a tiempo: el proyecto terminado. Pero claro, ¿qué es para ti la autoestima, o sus circunstancias personales? ¿Acaso te importa que tu fama de negrero y tu forma peculiar de gestión en el que nadie es imprescindible sea vox populi? Claro que no, "diligencia debida", "yo hago mi trabajo", "mantengo los costes bajo control". No te importa retener el talento, porque fuera "hay 20 dandose hostias por entrar y más barato". Y el que discrepa recibe el beso de la muerte, porque para eso eres el "Seniol Manayel/Direstor" y no se puede hacer mejor de lo que tú lo haces. Que en las fotos de la cena de navidad aparezca tu cara junto a la de tus grises lameculos como factor común entre rostros cambiantes, debería de haberte dado una pista de lo bien que lo haces.

Ni que decir tiene que el efecto colateral es que el micromanager se adjudica los méritos del equipo y los responsabiliza por todos los errores. Sea un transtorno obsesivo compulsivo, o directamente acoso a los empleados, o incluso adicción al control, esto acaba mal. El micromanager rara vez asume que lo es, y se define como estructurado, organizado, y perfeccionista. Nada más lejos de la realidad. El micromanager, en esta etapa, ha perdido ya la única herramienta que usa para gestionar un equipo de personas. Puede que tenga una idea clara de sus objetivos, pero es incapaz de asumir su rol organizativo y es incapaz de dividir y delegar las tareas de forma transparente entre el equipo que realmente las llevará a cabo; el problema es, pues, de gestión. Todos trabajan a la defensiva escudados tras procedimientos y ordenes por escrito. Eres tú y el talento se va. Los que quedan... pues gente dependiente, acólitos, adoradores del hipereficaz e hiperestructurado sistema basado en la "mejora contínua" del master del universo de la gestión.

Ahora ya nadie sabe nada ni asume responsabilidades.

El micromanagement rara vez es percibido como algo negativo entre los micromanagers, a los que no les interesa ni la calidad del trabajo ni los resultados, sino que aumente el margen operacional. Y así se pasan los días: enterrados en procedimientos, rellenando formularios, imputando horas en tareas genéricas; las compensaciones quedan solo como muestras de magnanimidad con cuentagotas y disponibles siempre para la "élite" aduladora.

Hay que pagar las trampas, sí. Pero no a cualquier precio. Huid, insensatos.

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