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L’Affaire Dreifus (IV): El Dossier Secreto

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Según las leyes francesas de la época, en la jurisdicción militar, todos los documentos debían ser presentados a la defensa de los acusados para su discusión; la consideración de pruebas a espaldas de la defensa era ilegal, y causa de la anulación del juicio.1

Pero, preparados para la posibilidad de una absolución, el Ministerio de la Guerra (con su titular el general Auguste Mercier a la cabeza) [Imagen] ordenó fabricar un Dossier Secreto (“por si acaso”), que construyeron entre el Servicio de Estadísticas (SR, el Contraespionaje, concretamente los ya conocidos Jean Sandherr y el comandante Hubert-Joseph Henry), y el Estado Mayor General (que dirigía el general Raoul Mouton de Boisdeffre).

El Dossier, dentro de un sobre cerrado, fue entregado a Maurel, Presidente del Tribunal, durante la pausa entre las deposiciones de testigos y los alegatos finales de defensa y acusación. El portador fue Armand Du Paty o Georges Picquart (hay versiones contradictorias); si bien, al menos Picquart, no sabía lo que contenía (aunque había oído hablar de unas pruebas aplastantes contra el acusado, que se presentarían a su tiempo).

No se sabe con seguridad qué documentos había en el sobre, pero ejercieron un efecto fulminante sobre los jueces.2 Tras el juicio se continuaron incluyendo muchos informes, que tocaban de cerca o de lejos este asunto;3 pero en el momento en que se presentó al Tribunal, en 1894, contenía una carpeta con entre cuatro y diez documentos principales, y otra con un número indeterminado de documentos “de relleno.4 De todos ellos, solo uno es absolutamente seguro: la carta llamada “ce canaille de D.”.5

Esta carta, único documento que figuraba con absoluta seguridad, era el borrador de una carta cifrada dirigida por el agregado militar alemán, Maximilien Von Schwartzkoppen, al agregado militar italiano Alessandro Panizzardi. Pero, antes de seguir, vamos a establecer unos hechos que eran conocidos de las altas esferas y de la buena sociedad parisina.

Schwartzkoppen y Panizzardi eran amantes, y se intercambiaban -además de información secreta- cartas de un alto contenido erótico. Con frecuencia firmaban como Maximilienne o Alexandrine (alternativamente, dando a entender que intercambiaban papeles activo-pasivo) o con apodos aún más reveladores, como “bourreur” (en este contexto, “follador”), “tu perrito”, etc. El agregado alemán era bisexual, y mantenía también una relación con Hermance de Weede, la mujer de un Consejero de la Legación de Holanda; y tanto él como Panizzardi mantenían ocasionalmente aventuras con otros hombres.

El SR era conocedor de todo esto por la vigilancia que hacían a todos los relacionados con las embajadas extranjeras, pero las relaciones íntimas de cada cual no eran prioridad... de momento.6

Volviendo al Dossier Secreto, la única nota que todos los testigos aseguran que estaba incluida, la de “ce canaille de D.” es recordada, precisamente, porque era la única que podía relacionarse con Dreyfus, debido a la inicial "D.". Sin embargo, SR y el Ministerio de Defensa sabían que “D.” no podía, de ninguna manera, ser Dreyfus.7

Pero ¿por qué un Dossier con una prueba tan débil como una inicial pudo influir tanto en los jueces como para condenar a Dreyfus?

Recientes investigaciones han reconstruido, hasta donde se puede, el Dossier entregado a los jueces. No existe ninguna prueba que incrimine a Dreyfus. De hecho, pocos documentos de los que se entregaron al Tribunal hablaban de espionaje, real o inventado.8 Por el contrario, la mayoría de ellos son "chismorreos" sobre un grupo de diplomáticos, nobles y gente de la buena sociedad de París, que llevaban una vida licenciosa (al menos, para gente tan conservadora como los militares del Tribunal que juzgaba a Dreyfus).9

Sin embargo, quienes fabricaron el Dossier sabían lo que se hacían. Se había sembrado la duda sobre los jueces del Tribunal Militar en cuanto a la culpabilidad de Dreyfus. La prueba de un documento -no fechado- con una inicial, podía o no corresponder con el acusado, y ante un Tribunal Civil, incluso de entonces, hubiese sido desestimada con seguridad. Pero la malicia de los acusadores estuvo en llenar el Dossier de informes sobre adulterios, libertinajes, y sobre todo descripciones de contactos homosexuales, que hicieron creer a los jueces militares (honrados, pero obtusos) que se enfrentaban a una especie de Sodoma y Gomorra.10

El caso es que los jueces, poco versados en leyes (no sabían siquiera que era ilegal transmitir pruebas sin contradicción de la defensa); confiados en el honor militar de sus superiores, antisemitas y homófobos, fueron guiados hacia la condena a Dreyfus.

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