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Así en la tierra como en el cielo

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Soy agnóstico porque (como todos en el fondo) no tengo ni idea de si existe un Dios. Algo me dice que, si existe, tiene poco que ver con los que representan las distintas religiones, que responden en gran medida a intentos de explicar lo (de momento) inexplicable, aderezados con estrategias de control social que, muchas veces pervirtiendo su esencia originaria, inspiran los mandamientos morales de tantas religiones. Obedece, sometete, calla, sufre y tendrás un tesoro en el cielo. Curiosamente, quienes te mandamos ser esclavo, sumiso y pobre, vivimos como Dios aprovechándonos de tu sumisión, pero debes tener fe y no cuestionar esa aparente contradicción.

Pese a ello creo en el Derecho Natural, concebido como unas normas de justicia y unos derechos universales que están íntimamente ligadas a la dignidad humana, única verdad incuestionable, y que cada ser humano tiene derecho a exigir. El Derecho Natural, para mí, se resume en la promoción y preservación de aquellos bienes genuinamente humanos, así como de aquellos otros que son soporte físico para el desarrollo de los anteriores. Derechos civiles, políticos y sociales.

Derecho a opinar, a desarrollarte intelectual y culturalmente, a organizarte con tus semejantes para conseguir fines que compartís, a casarte con la persona a la que amas, a no sufrir opresión o discriminacion por tus creencias, raza o cualquier otra causa, a ser protagonista de la gestión política de tu comunidad en pie de igualdad con los demás…y derecho a no ser explotado, oprimido o sojuzgado por nadie, ni laboral ni políticamente. Y derecho también a gozar de los medios materiales que necesitas para desarrollar tus cualidades más elevadas, pero también para no sufrir el frío, el hambre, la enfermedad…es decir, para no padecer la indignidad y el sufrimiento injusto mientras otros acaparan la riqueza y abusan de tu necesidad explotandote laboralmente. Tan importantes como los derechos civiles y políticos son los derechos sociales, porque sin los últimos, en la práctica, no existen los primeros.

Una religión, una ideología, un código ético, unos principios…pueden interpretarse de formas diametralmente distintas. No hay prácticamente ningún país que no reconozca el derecho a la libertad de expresión, pero hay muchos que, reconociéndola formalmente, prohíben criticar al Gobierno porque, a su perverso entender, tal crítica excede los límites de dicha libertad. Prostituir valores e ideales, retorcer su significado hasta convertirlos en la antítesis de lo que en verdad representan, es sumamente fácil.

La cúpula de la Iglesia catolica lo ha hecho durante siglos. Pidiendo resignación a los explotados mientras compartía mesa con sus explotadores. Apoyando dictaduras infames. Condenando a quienes exigían justicia social y luchaban por ella. Negando derechos elementales a mujeres, homosexuales y ciudadanos en general, al combatir fieramente los proyectos que buscaban reconocer el derecho al divorcio, al matrimonio del mismo sexo, a decidir qué hacer con la propia vida cuando uno sufre padecimientos insoportables…Y, en definitiva, promoviendo el oscurantismo, la represión y la desigualdad.

Ahora los más fervientes y tradicionales defensores de la cúpula eclesiástica se han lanzado contra el Papa Francisco porque ha pedido algo tan elemental como…derechos laborales básicos para todos los hijos de Dios y un salario universal para que nadie que no pueda valerse pase miseria www.antena3.com/noticias/mundo/papa-francisco-pide-que-haya-salario-un

Hay una parte del padre nuestro que es mi preferida: “Así en la tierra como en el cielo”. La dignidad del ser humano es la misma aquí que allá. El bien es el mismo aquí que allá. Y por tanto, quien se diga cristiano no puede defender (expresa o tácitamente) que aquí suframos, nos resignemos y vivamos como esclavos de otros para ser felices allá. Si Dios existe y nos ha hecho a su imagen y semejanza, no hay mayor pecado ni insulto a Él que la denigración y el sufrimiento de unos para la opulencia de otros. No hay mayor pecado que sacrificar la felicidad pura que nace de tener lo necesario para vivir e invertirlo en hacer nuestro camino y sacar lo mejor de nosotros, para que unos pocos gocen de todos los lujos. Si Dios existe tiene que querer que la tierra sea lo más parecido al paraíso, porque nosotros estamos aquí y tenemos dentro la misma luz que nos llevaremos al otro lado si de verdad existe.

Por eso no hay mayor crimen que convertir a los hijos de Dios en las baldosas sobre las que pisan y escupen unos cuantos miserables. Por eso me dan tanto asco los fariseos que dan un valor superlativo a los ritos y oropeles mientras ignoran lo esencial, y me cae simpático este Papa. Y hablando de cosas universales, os dejo la belleza universal de esta melodía que tenía en la cabeza mientras escribía este texto m.youtube.com/watch?v=3V8aZLTpKXo

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